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  • ¡Que acabe ya el sufrimiento!
    ¡Despertad! 2011 | julio
    • ¡Que acabe ya el sufrimiento!

      El calvario de Khieu comenzó cuando le mataron a su padre por dejar que sus vacas entraran en un maizal vecino. Más tarde, su madre y sus dos hermanas fueron asesinadas por los jemeres rojos camboyanos. Posteriormente, Khieu pisó una mina terrestre en la selva y estuvo dieciséis días esperando que llegara ayuda médica. Tuvieron que amputarle la pierna. “Ya no quería vivir”, dice.

      SEGURAMENTE habrá usted observado que el sufrimiento no hace distinciones. Los desastres naturales, las enfermedades y la invalidez, los delitos violentos y otras desgracias pueden acaecerle a cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar. Las organizaciones humanitarias trabajan sin descanso para prevenir o al menos mitigar el sufrimiento de la gente. Pero ¿qué han logrado?

      Citemos un solo ejemplo: la lucha contra el hambre. Según un informe del Toronto Star, las catástrofes naturales han dejado a muchas personas sin hogar ni comida. No obstante, “la gestión de los organismos que buscan paliar el hambre se ve obstaculizada por el aumento de la violencia”.

      A pesar de los esfuerzos colosales de dirigentes médicos, políticos y sociales para aliviar el sufrimiento, los resultados han sido decepcionantes. Los programas encaminados a estimular el crecimiento económico no han erradicado la pobreza. Las vacunas, los fármacos y las técnicas quirúrgicas avanzadas son incapaces de eliminar las enfermedades. La policía y las fuerzas encargadas de mantener la paz observan impotentes cómo los delitos violentos persisten y hasta se intensifican.

      ¿Por qué hay tanto sufrimiento? ¿Le importa a Dios lo que nos pasa? Millones de personas han encontrado respuestas alentadoras a estas preguntas en la Biblia, como veremos enseguida.

  • ¿Por qué hay tanto sufrimiento?
    ¡Despertad! 2011 | julio
    • ¿Por qué hay tanto sufrimiento?

      LOS clérigos que afirman tener la respuesta a esta cuestión suelen enseñar que el sufrimiento es castigo de Dios. Por ejemplo, unos días después del terremoto de Haití, un sacerdote de la capital dijo a sus feligreses que la catástrofe había sido un mensaje divino. Otras personas son menos dogmáticas. Según Elizabeth McAlister, profesora adjunta de Religión de Estados Unidos, muchos razonan así: “Por qué manda Dios estos desastres es un misterio que no nos corresponde a nosotros cuestionar. Nuestro deber consiste únicamente en tener fe”.

      Pero ¿es cierto eso de que Dios manda el sufrimiento? La Biblia contesta con un rotundo no. El sufrimiento no entraba en su propósito para el hombre. Lo que sucedió fue que nuestros primeros padres se rebelaron contra la autoridad divina y decidieron fijar sus propias normas sobre lo bueno y lo malo. Le dieron la espalda al Creador y pagaron las consecuencias. Hoy experimentamos los efectos de su mala decisión. Dios no es de ningún modo el causante del sufrimiento; de ahí que la Biblia instruya: “Al estar bajo prueba, que nadie diga: ‘Dios me somete a prueba’. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie” (Santiago 1:13). Ningún ser humano está exento de sufrir, ni siquiera los que gozan del favor divino. Piense en los siguientes casos:

      • El profeta Eliseo cayó enfermo de muerte (2 Reyes 13:14).

      • El apóstol Pablo escribió que seguía “padeciendo hambre y también sed y estando escasamente [vestido] y siendo [maltratado] y estando sin hogar” (1 Corintios 4:11).

      • El cristiano Epafrodito estaba enfermo y abatido (Filipenses 2:25, 26).

      En ninguna parte leemos que Dios estuviera castigando a estos tres hombres por sus pecados. Pero además de aclarar que él no es el culpable de nuestros padecimientos, la Biblia identifica tres factores básicos que sí lo son.

      La elección personal

      “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gálatas 6:7.) Si una persona decide fumar, conducir con imprudencia o despilfarrar el dinero, ciertamente tiene una parte de responsabilidad por cualquier sufrimiento que experimente.

      También causan sufrimiento las decisiones egoístas de otras personas. Los hombres han perpetrado actos sumamente perturbadores, desde las atrocidades nazis hasta el abuso sexual infantil. Usando mal su libre albedrío, algunos ocasionan mucha aflicción a sus semejantes.

      La casualidad

      En el siglo I se desplomó una gran torre en Jerusalén y mató a dieciocho personas. Aludiendo a las víctimas de ese suceso, Jesús preguntó: “¿Piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? ¡Les digo que no!” (Lucas 13:4, 5, Nueva Versión Internacional). Él sabía que no habían muerto por castigo de Dios, y además conocía este pasaje de las Escrituras: “El tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” (Eclesiastés 9:11). Muchas desgracias ocurren por estar uno en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero también influye el error humano. Por ejemplo, los informes indican que el sufrimiento es mucho mayor cuando la gente pasa por alto las advertencias y cuando los edificios no se construyen para resistir terremotos y fenómenos meteorológicos. En estos casos, los sucesos imprevistos afectan a más personas, causando más sufrimiento.

      “El gobernante de este mundo”

      La Biblia afirma: “El mundo entero yace en el poder del inicuo” (Juan 12:31; 1 Juan 5:19). Ese inicuo es Satanás, una poderosa criatura espiritual a quien se llama el “gobernante de la autoridad del aire”, es decir, de la forma de pensar del mundo en general. El Diablo fomenta “el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia”, un espíritu de rebeldía contra Dios (Efesios 2:2). Hay delitos tan horripilantes —como el genocidio y el abuso sexual infantil— que a muchos les cuesta atribuirles un origen puramente humano.

      ¿Significa lo anterior que Dios es indiferente a nuestro sufrimiento? ¿O estará interesado en eliminarlo? ¿Podrá hacerlo?

  • ¿Le importa a Dios?
    ¡Despertad! 2011 | julio
    • ¿Le importa a Dios?

      EN LA mañana del 1 de noviembre de 1755, el puerto de Lisboa (Portugal) fue sacudido por un terremoto. El tsunami y los incendios resultantes destruyeron una gran parte de la ciudad y causaron miles de muertos.

      Después del terremoto ocurrido en Haití en 2010, un artículo de fondo del periódico canadiense National Post dijo: “Toda gran catástrofe pone a prueba la fe en un poder superior; pero unas más que otras, como esta repetición de [la gran tragedia de] Lisboa”. El artículo concluyó diciendo: “A lo mejor Dios se ha olvidado de Haití”.

      Siendo el Altísimo, Jehová tiene poder ilimitado y puede acabar con el sufrimiento (Salmo 91:1). Además, podemos tener la certeza de que lo hará. ¿Por qué?

      ¿Qué sabemos de Dios?

      Él se compadece de quienes sufren. Cuando los israelitas eran esclavos en Egipto y sufrían a manos de sus captores, Dios dijo a Moisés: “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído el clamor de ellos a causa de los que los obligan a trabajar; porque conozco bien los dolores que sufren” (Éxodo 3:7). ¿Qué nos enseñan estas palabras? Que Dios no es indiferente al sufrimiento humano, sino todo lo contrario. Siglos después, el profeta Isaías escribió con respecto a los israelitas: “Durante el tiempo de toda la angustia de ellos le fue angustioso a él” (Isaías 63:9).

      “Todos sus caminos son justicia.” (Deuteronomio 32:4.) Dios es justo e imparcial en todos sus actos. “Él guardará el mismísimo camino de los que le son leales”, pero también “[pagará] con tribulación a los que les causan tribulación” a los rectos (Proverbios 2:8; 2 Tesalonicenses 1:6, 7). En su equidad, Dios “no se pone de parte de los gobernantes ni favorece más a los ricos que a los pobres, pues él es quien los hizo a todos” (Job 34:19, Versión Popular). Dios también sabe cuál es la mejor manera de sanar el sufrimiento de la humanidad. En cambio, las soluciones del hombre son como poner una curita sobre una herida de bala. Aunque oculte la lesión, no ataca el problema de fondo ni mucho menos pone fin al sufrimiento de la víctima.

      ¿Pondría un médico una simple curita en una herida de bala?

      Es “misericordioso y benévolo, [...] y abundante en bondad amorosa” (Éxodo 34:6). La palabra misericordia, tal como se emplea en la Biblia, transmite la idea de pena o compasión entrañable que mueve a una persona a ayudar a otra. La raíz del término hebreo traducido “benévolo” se define como “la reacción sincera del que tiene algo que dar a quien lo necesita”. Y el vocablo traducido “bondad amorosa” incluye en su significado “la intervención en favor de alguien que sufre infortunio o angustia” (Theological Dictionary of the Old Testament). Jehová Dios no solo siente dolor cuando un ser humano sufre, sino que su misericordia, benevolencia y bondad amorosa lo impulsan a ir en su ayuda. Por eso, podemos estar seguros de que él acabará con el sufrimiento.

      El artículo anterior reveló tres factores que contribuyen en gran manera al sufrimiento humano, ninguno de los cuales puede atribuírsele a Dios. Veamos ahora qué hay detrás de ellos.

      La elección personal

      Al principio, Adán estaba bajo la autoridad de Dios; sin embargo, cuando se le presentó la oportunidad, optó por independizarse y probar suerte. No hizo caso de la advertencia de Dios registrada en Génesis 2:17: “Positivamente morirás”. La rebelión contra el gobierno perfecto de Dios dio como resultado el pecado y la imperfección. “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”, explica la Biblia (Romanos 5:12). Pero Dios suprimirá los efectos del pecado.

      La casualidad

      Como ya vimos, el primer hombre, Adán, rechazó la guía divina, precisamente la guía que necesitaba el género humano para protegerse de todo daño, incluso del de los fenómenos naturales. Su decisión pudiera asemejarse a la del paciente que rechaza la atención de un buen especialista y decide quedarse en ignorancia de los riesgos que corre y de cómo evitar posibles complicaciones, cosas que el médico podría informarle. Seguro que su ignorancia intencional terminará causándole sufrimiento. De manera similar, muchas catástrofes naturales tienen su raíz en la mala administración de la Tierra, las prácticas de construcción inseguras y la ignorancia de las fuerzas naturales. Pero Dios no permitirá que la situación se prolongue indefinidamente.

      “El gobernante de este mundo”

      ¿Por qué dejó Dios que Satanás gobernara por tanto tiempo el mundo después de instigar la rebelión del hombre? Un libro sobre reformas económicas en los países en desarrollo dice que “todo régimen nuevo cuenta con un breve lapso inicial en el que puede achacarle los problemas al gobierno anterior”. Si se hubiera derrocado al “gobernante de este mundo” antes de tiempo, este podría haber atribuido sus fallos al Gobernante anterior, Jehová (Juan 12:31). Pero al habérsele concedido suficiente tiempo para ejercer plenamente su autoridad sobre el mundo, ha quedado demostrado que Satanás es un fracaso como gobernante. Ahora bien, todavía queda por responder la pregunta: ¿Qué garantía hay de que el sufrimiento realmente acabará?

  • La vida sin sufrimiento, una promesa fidedigna
    ¡Despertad! 2011 | julio
    • La vida sin sufrimiento, una promesa fidedigna

      “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación [Apocalipsis] 21:4)

      ¿PODEMOS confiar en esta reconfortante promesa? Reflexionemos en la advertencia hecha al hombre en un principio. Dios le dijo que si desobedecía, “positivamente [moriría]” (Génesis 2:17). Y murió, exactamente como Dios le había anunciado. Este hecho, así como la muerte y el sufrimiento heredados por la familia humana, es una prueba de que Dios cumple lo que dice. ¿Hay alguna razón para dudar de que también se haga realidad su promesa de restituir la perfección a la Tierra?

      Recordemos asimismo las cualidades de Dios analizadas en el artículo anterior. Nuestro deseo de acabar con el sufrimiento es tan solo un reflejo del suyo, que nace de su compasión, amor y justicia. Lo que es más, los sucesos mundiales y las actitudes imperantes en la actualidad prueban que está muy próximo el tiempo para que el Creador tome cartas en el asunto (véase el recuadro “¿Cuándo serán estas cosas?”).

      ¿Por qué es Jehová Dios la persona ideal para ponerle remedio al sufrimiento humano? Porque además de tener el poder, él se ha comprometido a eliminar —mediante su Hijo, Jesús— las causas fundamentales del sufrimiento.

      La elección personal.

      Nuestro padre Adán hizo una elección que tuvo graves repercusiones en sus descendientes. “Toda la creación sigue gimiendo [...] y estando en dolor”, escribió el apóstol Pablo (Romanos 8:22). El remedio que Dios ofrece es totalmente justo y misericordioso y de elegante sencillez. Romanos 6:23 explica: “El salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor”.

      El hombre perfecto Jesús vivió una vida sin pecado. Su muerte en un madero de tormento proporcionó la base para liberar a la humanidad obediente de la maldición del pecado y la muerte. Ahora tenemos la oportunidad de vivir eternamente en un mundo donde no existirá la tendencia a tomar malas decisiones por culpa del pecado. Allí tampoco habrá nadie que haga sufrir a otros adrede, pues “los malhechores mismos serán cortados” (Salmo 37:9).

      La casualidad y la imperfección.

      Jesucristo, el Rey designado por Dios, tiene el poder para controlar las fuerzas de la naturaleza. Un día que iba en una barca pesquera, “estalló una grande y violenta tempestad de viento, y las olas seguían lanzándose dentro de la barca, de modo que faltaba poco para que la barca se llenara”. Como se había dormido, sus apóstoles lo despertaron para que los ayudara. Jesús se levantó y “reprendió al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Calla!’. Y el viento se apaciguó, y sobrevino una gran calma”. Asombrados, los discípulos dijeron: “Hasta el viento y el mar le obedecen” (Marcos 4:37-41).

      Bajo el reinado de Jesús, toda persona obediente “residirá en seguridad y estará libre del disturbio”, como el que provocan las catástrofes naturales (Proverbios 1:33). Además, la mala administración de la Tierra, las prácticas de construcción inseguras y la ignorancia de las fuerzas naturales, así como todo otro error humano, serán cosa del pasado. Nadie volverá a sufrir por hallarse en el lugar equivocado en el momento equivocado.

      Jesús mencionó otra acción de su gobierno que reparará el peor de los daños causados por un suceso imprevisto. “Yo soy la resurrección y la vida”, afirmó (Juan 11:25). En efecto, él tiene tanto el poder como el deseo de hacer que millones de personas fallecidas en catástrofes naturales vuelvan a la vida. ¿Será una promesa vacía? En absoluto. Jesús demostró su confiabilidad al realizar varias resurrecciones mientras estuvo en la Tierra, tres de las cuales se narran en la Biblia (Marcos 5:38-43; Lucas 7:11-15; Juan 11:38-44).

      “El gobernante de este mundo.”

      Jesucristo ha sido nombrado por Dios para “reducir a [la] nada al que tiene el medio para causar la muerte, es decir, al Diablo” (Hebreos 2:14). Él declaró: “Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31). Jesús va a “desbaratar las obras del Diablo” y no va a dejar que intervenga otra vez en los asuntos del mundo (1 Juan 3:8). ¡Qué diferente será la sociedad humana cuando el espíritu de codicia, corrupción y egoísmo del Diablo haya sido quitado para siempre!

      “¿Cuándo serán estas cosas?”

      “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”, preguntaron los discípulos a Jesús (Mateo 24:3). La respuesta que él les dio, junto con otros escritos inspirados posteriores a su muerte, indica lo que ocurriría cuando se acercara el tiempo señalado por Dios para poner fin al sufrimiento.a Compare las siguientes profecías con las condiciones y actitudes que reinan hoy día:

      • Guerras entre naciones (Mateo 24:7; Revelación 6:4).

      • Hambrunas y enfermedades (Lucas 21:11; Revelación 6:5-8).

      • Destrucción de la Tierra (Revelación 11:18).

      • Amor al dinero (2 Timoteo 3:2).

      • Desobediencia a los padres (2 Timoteo 3:2).

      • Amor a los placeres más bien que a Dios (2 Timoteo 3:4).

      Para los testigos de Jehová será un placer ayudarle a ver que la vida sin sufrimiento está muy próxima. Póngase en comunicación con ellos, y con mucho gusto le darán clases bíblicas en su hogar o donde le resulte más conveniente.

      a Hallará más información en el capítulo 9, “¿Vivimos en ‘los últimos días’?”, del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

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