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  • ¿Qué alcance tienen las supersticiones hoy día?
    ¡Despertad! 1999 | 22 de octubre
    • ¿Qué alcance tienen las supersticiones hoy día?

      OCURRE en todas partes: en el trabajo, en la escuela, en el transporte público y en la calle. Cuando estornudamos, gente desconocida, meros transeúntes, nos dicen: “Salud” o “Jesús”. Existen expresiones similares en muchos idiomas. Por ejemplo, en inglés se responde con “God bless you”, y en alemán, con “Gesundheit”. Los árabes dicen “Yarhamak Allah”, y algunos polinesios del Pacífico Sur, “Tihei mauri ora”.

      Quizás nunca se haya preguntado por qué existe esta costumbre, dando por sentado que se trata simplemente de una norma de cortesía del protocolo social. No obstante, el origen de tales expresiones es la superstición. Moira Smith, bibliotecaria del Instituto del Folclore de la Universidad de Indiana, en Bloomington (Indiana, E.U.A.), dice sobre la expresión inglesa “God bless you” (“Dios te bendiga”): “Proviene de la idea de que cuando alguien estornuda, echa afuera su alma”. Al decir “Dios te bendiga”, en realidad se está pidiendo a Dios que devuelva el alma a su lugar.

      Por supuesto, la mayoría de las personas concordarán en que es irracional creer que el alma sale del cuerpo al estornudar. No sorprende, por tanto, que la Gran Enciclopedia Larousse defina superstición como la “tendencia, derivada del temor o de la ignorancia, a atribuir carácter sobrenatural sagrado u oculto a determinados acontecimientos. [...] Creencia en vanos presagios producidos por acontecimientos puramente fortuitos”.

      Es comprensible por qué un médico del siglo XVII dijo que las supersticiones de su día eran los “vulgares errores” de los incultos. En los comienzos del siglo XX, caracterizado por sus avances científicos, The Encyclopædia Britannica de 1910 previó con optimismo el día en que “la civilización [sería] librada del último vestigio de la superstición”.

      Tan extendidas como siempre

      Aquel optimismo de hace ocho décadas era infundado, pues la superstición parece estar tan firmemente arraigada como siempre. Tal permanencia es característica de las supersticiones. La palabra superstición proviene del latín super, que significa “encima de”, y stare, “estar en pie”. Los guerreros que sobrevivían a la batalla recibían el nombre de superstites, puesto que literalmente quedaban “en pie” por encima de sus compañeros de armas caídos. Aludiendo al origen de esta palabra, el libro Superstitions señala: “Las supersticiones que todavía existen hoy se han mantenido en pie sobre los siglos que intentaron borrarlas”. Veamos algunos ejemplos que demuestran la persistencia de la superstición.

      ◻ Tras la repentina muerte del gobernador de una importante ciudad asiática, el desalentado personal de su residencia oficial aconsejó al gobernador entrante que consultara a un vidente. Este último propuso algunos cambios dentro del complejo y en los alrededores. Los trabajadores pensaron que dichos cambios neutralizarían el mal agüero.

      ◻ Una piedra especial es la compañera inseparable de la directora de una compañía multimillonaria de Estados Unidos. Desde su primera exposición comercial eficaz, ha rehusado salir de casa sin ella.

      ◻ Antes de cerrar importantes transacciones comerciales, los ejecutivos asiáticos a menudo buscan el consejo de un adivino.

      ◻ Un atleta, a pesar de su entrenamiento intenso, atribuye su victoria a una prenda de vestir, por lo que la sigue usando —sin haberla lavado— en todas las competiciones.

      ◻ Un estudiante utiliza cierto bolígrafo en un examen en el que recibe una calificación alta. Desde entonces piensa que el bolígrafo le trae “suerte”.

      ◻ El día de su boda, una novia prepara con cuidado su atuendo asegurándose de que incluya “algo usado, algo nuevo, algo prestado y algo azul”.

      ◻ Una persona abre su Biblia al azar y lee el primer texto que encuentra con la seguridad de que esas palabras le darán precisamente el consejo que necesita en ese momento.

      ◻ Cuando un jumbo rueda por la pista para realizar el despegue, varios pasajeros hacen la señal de la cruz. Otros acarician una medalla de “san” Cristóbal durante el vuelo.

      Es evidente que, incluso en la actualidad, la superstición está muy extendida. De hecho, Stuart A. Vyse, profesor adjunto de Psicología del Colegio Universitario de Connecticut, afirma en su libro Believing in Magic—The Psychology of Superstition (Creer en la magia: la psicología de la superstición): “A pesar de que vivimos en una sociedad tecnológicamente avanzada, la superstición está tan extendida como siempre”.

      La superstición está tan arraigada hoy que los intentos de erradicarla han fracasado. ¿Por qué?

  • ¿Por qué perduran aún las supersticiones?
    ¡Despertad! 1999 | 22 de octubre
    • ¿Por qué perduran aún las supersticiones?

      COMO usted probablemente sepa, todavía hay muchas personas que interpretan como un mal augurio el que un gato negro se cruce en su camino, o que temen pasar por debajo de una escalera. Muchos son también los que piensan que el martes 13 trae mala suerte y que el decimotercer piso de los edificios es peligroso. Estas supersticiones perduran a pesar de ser irracionales.

      Piense en lo siguiente: ¿Por qué llevan algunas personas una pata de conejo o tocan madera cuando expresan su esperanza de que algo ocurra como desean? ¿No es porque creen, sin base sólida, que así tienen la buena suerte asegurada? El libro A Dictionary of Superstitions observa: “La mente supersticiosa cree que ciertos objetos, lugares, animales o acciones traen buena suerte (los buenos augurios o amuletos), mientras que otros traen mala suerte (los malos augurios o señales de mal agüero)” (véase Gálatas 5:19, 20).

      Intentos de erradicarlas en China

      Es evidente que las supersticiones han sobrevivido a los recientes intentos de eliminarlas. Por ejemplo, en 1995 el Congreso del Pueblo de Shanghai emitió un decreto oficial que prohibía la superstición por considerarla una caduca reliquia nacional. Dicho mandato tenía la finalidad de “erradicar la superstición feudal, reformar las costumbres funerarias y promover la formación de una capital más civilizada”. ¿Qué resultados se obtuvieron?

      Según un informe, los ciudadanos de Shanghai permanecieron leales a sus supersticiones. A pesar de la prohibición gubernamental del rito chino de quemar dinero falso sobre la sepultura de los antepasados, una persona que visitaba una tumba confesó: “Hemos quemado diecinueve mil millones de yuanes [unos tres mil millones de dólares]”. Y añadió: “Es lo que manda la tradición. Hace felices a los dioses”.

      El influyente periódico Guangming Daily subrayó la ineficacia de la prohibición puesto que, como indicó, posiblemente haya nada menos que “cinco millones de adivinos profesionales en China, mientras que el total de profesionales en el campo científico y tecnológico es de tan solo diez millones”. El rotativo señaló: “Parece que los adivinos son los que más prosperan”.

      The Encyclopedia Americana (edición internacional) dice en cuanto a la persistencia de las supersticiones: “En todas las culturas existen tradiciones antiguas que, además de conservarse, se reinterpretan otorgándoles nuevos significados”. Una edición reciente de The New Encyclopædia Britannica admitió: “Incluso en los denominados tiempos modernos, en los que se valoran tanto las pruebas objetivas, la mayoría de las personas reconocerían, si se les insistiera un poco, que conservan en secreto una o dos creencias irracionales o supersticiones”.

      Un doble criterio

      Según parece, muchas personas no admiten en público lo que practican en privado, tienen un doble criterio. Cierto escritor dice que actúan así por miedo de que los demás piensen que son tontas. De este modo, quizás prefieran llamar a sus supersticiones costumbres rutinarias o hábitos. Por ejemplo, puede que los deportistas hablen de su comportamiento antes del juego como de un ritual.

      Un periodista hizo recientemente un comentario medio en broma acerca de una carta de las que circulan en cadena. Estas cartas se envían a diferentes destinatarios, y en ellas se solicita que, a su vez, remitan una copia a muchas otras personas. Con frecuencia, dichas misivas prometen traer buena suerte a quienes las entregan y, supuestamente, consecuencias funestas a quienes no lo hacen. Tras convertirse en un nuevo eslabón de la cadena, el periodista dijo: “Comprenderán que no lo hago porque sea supersticioso. Tan solo quiero evitar la mala suerte”.

      Los antropólogos y los expertos en folclore piensan que hasta la palabra supersticioso es demasiado subjetiva; no saben si denominar así ciertos patrones de conducta. Prefieren términos o expresiones eufemísticas con un significado más “amplio”, tales como “costumbre o creencia folclórica”, “folclore” o “conjunto de creencias”. Dick Hyman, en su libro Lest Ill Luck Befall Thee—Superstitions of the Great and Small (Por si es víctima de la mala suerte: las supersticiones de los grandes hombres y de los pequeños), dice con franqueza: “Igual que el pecado y el resfriado común, las supersticiones tienen pocos defensores pero muchos practicantes”.

      No obstante, sin importar cómo se les llame, las supersticiones siguen existiendo. ¿Cómo es eso posible en esta era científica y de tecnología avanzada?

      Por qué perduran todavía

      Pues bien, algunas personas consideran normal que el ser humano sea supersticioso. Otras incluso dicen que la tendencia hacia la superstición está en nuestros genes. Sin embargo, se han realizado estudios que demuestran que no es así. La prueba es que la gente se hace supersticiosa como resultado de lo que se le enseña.

      El profesor Stuart A. Vyse señala: “La conducta supersticiosa, como la mayoría de las conductas, se adquiere a lo largo de la vida. No nacemos tocando madera, aprendemos a hacerlo”. Se afirma que las personas aprenden a creer en la magia durante la niñez y que aún conservan la inclinación hacia la superstición mucho después de haber “desarrollado la sensibilidad adulta”. ¿Y de dónde proceden muchas de las supersticiones que aprenden?

      Un buen número de ellas están relacionadas estrechamente con creencias religiosas muy apreciadas. Por ejemplo, la superstición formaba parte de la religión de los habitantes de la tierra de Canaán antes de la llegada de los israelitas. La Biblia dice que los cananeos tenían por costumbre emplear la adivinación, practicar la magia, confiar en los agüeros y la hechicería, atar a otros con maleficios, consultar a médium espiritistas y pronosticadores profesionales de sucesos, y preguntar a los muertos (Deuteronomio 18:9-12).

      También se conocía a los antiguos griegos por sus supersticiones religiosas. Creían en los oráculos, la adivinación y la magia, tanto como los cananeos. Los babilonios miraban en el hígado de los animales porque pensaban que este les revelaba cómo debían proceder (Ezequiel 21:21). Se les conocía, además, por su afición al juego y por buscar la ayuda de quien la Biblia llama “el dios de la Buena Suerte” (Isaías 65:11). Hasta el día de hoy, los jugadores tienen fama de supersticiosos.

      Es interesante que numerosas iglesias han fomentado en realidad la devoción al juego. Un ejemplo es la Iglesia Católica, que promueve actividades tales como el bingo. Un jugador dijo al respecto: “Estoy seguro de que la Iglesia Católica sabe que [los jugadores son muy supersticiosos] porque siempre había monjas cerca del hipódromo con sus botes de colecta. ¿Cómo podía un católico, que es lo que muchos de nosotros éramos, pasar junto a una ‘hermana’ sin contribuir, y después esperar ganar en las apuestas de caballos? Así que contribuíamos; y si ganábamos aquel día, entonces éramos especialmente generosos, con la esperanza de que así continuara la buena racha”.

      Algunos ejemplos que ponen de relieve el estrecho vínculo que hay entre la religión y la superstición son las supersticiones que acompañan a la Navidad, una celebración promovida por las iglesias de la cristiandad. Entre dichas supersticiones se encuentra la creencia de que besarse bajo el muérdago conduce al matrimonio, así como muchas otras relacionadas con Santa Claus.

      El libro Lest Ill Luck Befall Thee señala que la superstición surgió debido al afán del hombre por “averiguar el futuro”. De manera que en la actualidad, como en el pasado, tanto la gente común como los dirigentes mundiales consultan a adivinos y a otras personas que dicen tener poderes mágicos. El libro Don’t Sing Before Breakfast, Don’t Sleep in the Moonlight (No cantes antes del desayuno, no duermas a la luz de la luna) lo explica así: “La gente necesitaba creer que había amuletos y hechizos que luchaban contra el terror tanto a lo conocido como a lo desconocido”.

      De este modo, las prácticas supersticiosas han proporcionado a las personas la sensación de que controlan sus temores. El libro Cross Your Fingers, Spit in Your Hat (Cruza los dedos, escupe en tu sombrero) dice: “[El ser humano] confía en las supersticiones por las mismas razones de siempre. Cuando se enfrenta a situaciones que no puede controlar —que dependen de la ‘suerte’ o la ‘casualidad’—, las supersticiones hacen que se sienta más seguro”.

      Aunque la ciencia ha mejorado en muchos sentidos la vida del hombre, sus sentimientos de inseguridad persisten. Es más, su incertidumbre ha aumentado debido a los problemas que la ciencia ha originado. El profesor Vyse afirma: “La superstición y la creencia en lo paranormal son parte integrante de nuestra cultura [...] porque la sociedad contemporánea ha acentuado nuestro sentimiento de inseguridad”. The World Book Encyclopedia llega a la siguiente conclusión: “Las supersticiones probablemente sigan formando parte de la vida mientras la gente [...] no sepa con certeza lo que le depara el futuro”.

      En resumen, las supersticiones perduran porque están arraigadas en los temores comunes a la humanidad y porque las respaldan numerosas creencias religiosas muy apreciadas. ¿Debemos concluir, por lo tanto, que la superstición es beneficiosa porque ayuda a las personas a sobrellevar la incertidumbre? ¿Es inofensiva, o es algo peligroso que debería evitarse?

      [Ilustración de la página 5]

      Es posible que haya cinco millones de adivinos profesionales tan solo en China

      [Ilustración de la página 6]

      Muchas iglesias han fomentado la superstición organizando partidas de bingo

      [Ilustración de la página 7]

      Las tradiciones navideñas tales como besarse bajo el muérdago están arraigadas en la superstición

  • ¿Por qué son tan peligrosas las supersticiones?
    ¡Despertad! 1999 | 22 de octubre
    • ¿Por qué son tan peligrosas las supersticiones?

      ¿PUEDEN perjudicarnos las supersticiones? Algunas personas podrían descartar esta idea o minimizar el peligro que conllevan. Pero en su libro Believing in Magic—The Psychology of Superstition, el profesor Stuart A. Vyse advierte lo siguiente: “La superstición puede hacer que disminuya su calidad de vida si gasta cuantiosas sumas de dinero en videntes, adivinos, expertos en numerología o lectores de las cartas del tarot, o si los rituales supersticiosos que practica contribuyen a que siga enviciado con el juego”. Si permitimos que la superstición gobierne nuestra vida, podemos segar consecuencias aún más graves.

      Como hemos visto, muchas supersticiones disipan el temor al futuro. Sin embargo, es importante distinguir entre la superstición y el conocimiento fidedigno de lo que nos espera. Veamos un ejemplo.

      Un relato esclarecedor

      En 1503, tras meses de exploración a lo largo de la costa centroamericana, Cristóbal Colón hizo encallar sus dos últimos navíos en lo que se conoce hoy como la isla de Jamaica. Al principio, los isleños compartían generosamente el alimento con los exploradores en apuros. No obstante, con el tiempo, la mala conducta de los marineros hizo que los lugareños dejaran de suministrarles víveres. La situación era crítica porque aún faltaba algún tiempo para que llegara otro barco a rescatarlos.

      Según narra la historia, Colón consultó su almanaque y se dio cuenta de que el 29 de febrero de 1504 habría un eclipse total de Luna. Aprovechándose de la superstición de los nativos, les advirtió que una oscuridad cubriría la Luna si no suministraban alimento a su tripulación. Los isleños no hicieron caso de su advertencia hasta que comenzó el eclipse. Entonces, de todas partes “[vinieron] con grandes llantos, dando gritos” y se dirigieron “cargados de comida a los navíos”. De esa manera los exploradores obtuvieron provisiones para el resto de su estadía.

      Los isleños creyeron que Colón había realizado un poderoso acto de magia, pero llegaron a esa conclusión movidos por mera superstición. La “predicción” se basaba en realidad en el movimiento constante de la Tierra, la Luna y el Sol. Los astrónomos pueden predecir de forma fiable sucesos de ese tipo con mucho tiempo de antelación, y esa información aparece en algunos calendarios. Además, el movimiento preciso de los cuerpos celestes permite a los astrónomos determinar su posición exacta en cualquier momento. Por eso, cuando el periódico anuncia la hora de la salida del Sol y la de su puesta, lo aceptamos como un hecho.

      El Magnífico Creador de los cuerpos celestes es, en realidad, la fuente de la información que se publica sobre el horario de los eclipses, amaneceres y ocasos. No obstante, las predicciones de los adivinos, los médium, las bolas de cristal y las cartas del tarot proceden de una fuente diferente, que se opone al Dios Todopoderoso. Veamos lo que esto significa.

      Una fuente peligrosa

      Según el relato bíblico de Hechos 16:16-19, “cierta sirvienta” de la antigua ciudad de Filipos proporcionaba mucha ganancia a sus amos con su “arte de la predicción”. Sin embargo, el relato dice claramente que la fuente de sus predicciones era, no el Creador todopoderoso, sino “un demonio de adivinación”. Por lo tanto, cuando el apóstol Pablo expulsó al demonio, la sirvienta perdió sus poderes de predicción.

      Cuando aprendemos que tales vaticinios proceden de una fuente demoníaca, entendemos por qué la Ley que Dios dio a Israel decía: “No debería hallarse en ti [...] nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos [...]. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová” (Deuteronomio 18:10-12). De hecho, la Ley estipulaba que estas prácticas constituían un delito penado con la muerte (Levítico 19:31; 20:6).

      Quizás le sorprenda saber que detrás de muchas prácticas supersticiosas aparentemente inofensivas hay fuerzas malignas. Sin embargo, la Biblia dice que Satanás ‘se transforma en ángel de luz’ (2 Corintios 11:14). Satanás y los demonios bajo su mando pueden hacer que ciertas prácticas peligrosas parezcan inofensivas, incluso beneficiosas. A veces pueden inventar portentos presagiosos y hacer que se cumplan, engañando así a los observadores para que piensen que tales presagios provienen de Dios (compárese con Mateo 7:21-23; 2 Tesalonicenses 2:9-12). Esto explica por qué se hacen realidad de vez en cuando algunas predicciones de los que alegan tener poderes especiales.

      Por supuesto que muchos, si no la mayoría, de los que dicen tener poderes sobrenaturales son unos farsantes, meros charlatanes decididos a estafar dinero a los incautos. Ahora bien, sean farsantes o no, Satanás los utiliza eficazmente para poner a las personas en contra de Jehová, cegándolas a “las gloriosas buenas nuevas” (2 Corintios 4:3, 4).

      Los amuletos de la “buena suerte” y la idolatría

      ¿Y qué puede decirse de los amuletos de la “buena suerte” que emplea la gente y de las costumbres supersticiosas que sigue con tal de obtener cierta sensación de seguridad y control sobre los sucesos imprevisibles de la vida? Ambas cosas ocultan varios peligros. Por ejemplo, la persona supersticiosa, que en vez de seguir los dictados de la lógica y la razón cede al temor irracional, podría realmente estar dando el control de su vida a fuerzas invisibles.

      Un escritor cita otro peligro inherente. Dice: “Cuando alguien depende de la protección de un amuleto y este falla, quizás tienda a culpar de [su] fatalidad a otras personas, en vez de aceptar él mismo la responsabilidad” (compárese con Gálatas 6:7). Curiosamente, el ensayista Ralph Waldo Emerson declaró en una ocasión: “Los hombres superficiales creen en la suerte [...]. Los hombres enérgicos creen en la causa y el efecto”.

      Debido a la ley de causa y efecto que interviene en nuestra vida, a menudo se producen sucesos fortuitos: “el tiempo y el suceso imprevisto” que nos acaecen a todos (Eclesiastés 9:11). Dichos acontecimientos no son consecuencia de los antojos caprichosos de la “mala suerte”. Los cristianos saben que las costumbres supersticiosas y los amuletos mágicos no influyen en el resultado de estos fenómenos inesperados. Cuando surgen imprevistos recordamos la siguiente verdad bíblica: “Ustedes no saben lo que será su vida mañana. Porque son una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece” (Santiago 4:14).

      Además, los verdaderos cristianos se dan cuenta de que a menudo se concede una importancia reverencial tanto a los amuletos como a los rituales o costumbres supersticiosos. Por ello, opinan que todos estos elementos son formas de idolatría, práctica que la Palabra de Dios condena claramente (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan 5:21).

      Cómo conocer el futuro

      Lo hasta ahora expuesto no significa que a los cristianos no les interese el futuro. Al contrario, razonan con sensatez que es muy importante conocerlo. Si sabemos con antelación lo que va a pasar, podemos tomar las medidas pertinentes para beneficio nuestro y de las personas a quienes amamos.

      Sin embargo, es verdaderamente necesario acudir a la fuente correcta en busca de esa información. El profeta Isaías dio esta advertencia: “La gente les dirá que consulten a los adivinos y los médium [...]. Tienen que contestarle: ‘Escuchen lo que el Señor les está enseñando. No escuchen a los médium: lo que les digan no les hará ningún bien’” (Isaías 8:19, 20, Today’s English Version).

      La única fuente que puede brindar información confiable sobre el futuro es el Autor de la Biblia (2 Pedro 1:19-21). Este libro inspirado contiene abundantes pruebas de que las profecías del Dios Todopoderoso Jehová son confiables, tan confiables, de hecho, como los movimientos de los cuerpos celestes “predichos” en incontables almanaques. Para ilustrar la detallada exactitud de las profecías bíblicas, examine este ejemplo. Supongamos que una persona importante predice hoy, en público y con doscientos años de antelación, algunos sucesos que tendrán lugar en el año 2199. Imaginemos que su predicción contiene los siguientes detalles:

      ◻ Se librará una gran batalla militar entre naciones que todavía no son potencias mundiales rivales, y el resultado cambiará la historia.

      ◻ Se empleará como estrategia una impresionante proeza de la ingeniería que alterará el curso de un caudaloso río.

      ◻ Se indica cuál será el nombre del conquistador muchos años antes de siquiera haber nacido.

      ◻ Se señala cuál será el destino final del perdedor, por lo que el cumplimiento de la predicción se extiende muchos siglos más hacia el futuro.

      Si se cumplieran todas estas predicciones, ¿no se interesaría la gente por lo que esta persona hubiese dicho acerca del futuro en otras ocasiones?

      Lo que acabamos de relatar ocurrió realmente. Unos doscientos años antes de que los medos y los persas derrocaran Babilonia, Jehová predijo por medio del profeta Isaías que:

      ◻ Se libraría una gran batalla entre Medopersia y Babilonia (Isaías 13:17, 19).

      ◻ La estrategia utilizada implicaría secar el río que, a modo de foso, defendía la ciudad fortificada, cuyas puertas, además, se habrían dejado abiertas (Isaías 44:27–45:2).

      ◻ El conquistador se llamaría Ciro (dato predicho unos ciento cincuenta años antes de que este naciera) (Isaías 45:1).

      ◻ Con el tiempo, Babilonia quedaría totalmente en ruinas (Isaías 13:17-22).

      Todas estas predicciones se cumplieron. ¿No vale la pena, por lo tanto, analizar otras profecías que Jehová ha dado en su Palabra escrita?

      El magnífico futuro que Dios promete

      ¿Qué predice la Biblia? Esta promete que en el nuevo mundo que Dios hará nadie sufrirá ante un futuro incierto. Observe lo que Él garantiza a las personas que vivan en ese tiempo: “No habrá nadie que [...] haga temblar [a mi pueblo]” (Miqueas 4:4).

      La Biblia promete, además, que Dios ‘abrirá su mano y satisfará el deseo de toda cosa viviente’ (Salmo 145:16). ¿Está muy lejos el cumplimiento de esa promesa? No. La Biblia predijo con mucha antelación que las mismísimas condiciones que hoy imperan en la Tierra demostrarían que estamos viviendo en “los últimos días” del malvado sistema actual (2 Timoteo 3:1-5).

      El amoroso Creador terminará pronto con estas terribles condiciones. Hará cesar todas las guerras, que originan inseguridad y sufrimiento en todo el mundo. Es más, el odio, el egoísmo, el delito y la violencia serán cosas del pasado. La Biblia promete: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:10, 11).

      La buena salud es una de las muchas bendiciones de las que disfrutarán las personas en ese nuevo mundo. Incluso la muerte y el sufrimiento que esta conlleva desaparecerán. Dios mismo dice: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas” (Revelación 21:4, 5).

      Entonces, nadie estará sujeto a los sucesos fortuitos que cambian y destrozan tantas vidas en la actualidad. También se habrán ido los maléficos demonios y Satanás, fuente de temores supersticiosos y viles mentiras. Estas emocionantes verdades se encuentran en la Biblia.

      [Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

      La superstición y las prácticas espiritistas están estrechamente ligadas

      [Reconocimiento]

      Con excepción de la mujer que aparece dentro de la bola de cristal: Les Wies/Tony Stone Images

      [Ilustración de la página 10]

      En el nuevo mundo de Dios no habrá supersticiones

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