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NotasContinúe en el amor de Dios
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Procedimientos médicos. Los cristianos no donamos sangre. Tampoco permitimos que se almacene nuestra sangre antes de una operación. Pero hay otros procedimientos médicos en los que se usa la sangre del paciente. Cada cristiano debe decidir por sí mismo cómo se usará su sangre durante una intervención quirúrgica, una prueba médica o un tratamiento. Durante estos procedimientos, puede que la sangre se separe del paciente por completo durante un tiempo. (Si desea más información, vea La Atalaya del 15 de octubre de 2000, páginas 30 y 31).
Por ejemplo, existe un procedimiento llamado hemodilución, en el que justo antes de la operación se le extrae sangre al paciente y se sustituye con un expansor del volumen sanguíneo. Más tarde, durante la operación o poco después, se devuelve la sangre al paciente.
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NotasContinúe en el amor de Dios
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Es probable que cada médico realice estos procedimientos de una forma un poco distinta. Así que, antes de aceptar una intervención quirúrgica, una prueba médica o un tratamiento, debemos averiguar qué se hará exactamente con nuestra sangre.
Al tomar una decisión sobre procedimientos médicos en los que se use su propia sangre, pregúntese:
Si parte de mi sangre se desvía fuera del cuerpo y el flujo sanguíneo incluso se interrumpe por un tiempo, ¿me permitirá la conciencia considerar que esa sangre sigue siendo parte de mí y que por lo tanto no es necesario “derramarla en el suelo”? (Deuteronomio 12:23, 24).
¿Le molestaría a mi conciencia educada por la Biblia que, durante un procedimiento médico, me extrajeran sangre, la modificaran y la introdujeran de nuevo en mi cuerpo o me la aplicaran sobre él como tratamiento?
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