-
SurinamAnuario de los testigos de Jehová 1990
-
-
Un acto de fe de una hermana necesitada
Cierto día de 1955, Stella Daulat caminaba a casa muy pensativa tras haber asistido a una reunión en el ruinoso Salón del Reino que había encima de la zapatería. Al llegar a su casita, rodeada de mangos y caimitos, ya se había decidido: ‘Voy a ofrecer mi terreno a la congregación para que tenga un lugar donde construir un Salón mejor’. Habló de esto con su madre, que también era Testigo, y las dos decidieron que lo regalarían. Lo único que pidió Stella fue que, en vista de que no tenía a donde ir, si era posible, los hermanos le trasladasen la casa a la parte posterior de la parcela, a lo que estos respondieron: “No hay ningún inconveniente. La trasladaremos”.
Ha de tenerse en cuenta, no obstante, que el terreno —una propiedad que la hermana Daulat había heredado de su bisabuela, quien a su vez la había recibido en 1863 tras ser libertada de la esclavitud— no solo era donde vivía, sino también una fuente de sustento, pues obtenía unos pequeños ingresos de vender la fruta de los árboles. Así que renunciar al terreno significaba renunciar a su sustento. “La decisión de Stella fue un acto de fe”, dice con admiración un hermano.
Aunque los hermanos aceptaron el regalo agradecidos, carecían de los fondos necesarios para construir. De todas formas, unos meses más tarde no tuvieron otra opción. ¿Por qué? Cierto día de diciembre de 1955 en que había más de cien personas sentadas en el viejo Salón del Reino, el edificio empezó a estremecerse porque la estructura ya no podía soportar tanto peso. “Estábamos muy preocupados, —recuerda Wim van Seijl—. Parecía que el suelo cedería de un momento a otro y acabaríamos todos entre los zapatos del piso de abajo.” Al final de la reunión, se anunció que los de la primera fila podían levantarse y bajar las escaleras mientras los demás permanecían sentados. Después salió la siguiente fila, y así sucesivamente, hasta que el Salón quedó vacío. “Aquel día —añade Wim— afrontamos el problema y dijimos: Con o sin dinero, vamos a construir otro Salón.”
El nuevo Salón augura una nueva era
El supervisor de las obras fue Willem Telgt, bautizado en 1919. “No te molestes en sacar los muebles —le dijo a Stella—. Trasladaremos la casa tal como está.” La gente que pasaba se quedaba mirando cómo los hermanos levantaban la frágil casa y la colocaban sobre troncos, con los que la llevaron rodando hasta la parte trasera. “¿Puede dar la ventana a la calle? —preguntó Stella—. Así tendré una vista mejor.” Ningún inconveniente. Giraron la casa un cuarto de vuelta. Hecho esto, Stella entró, enderezó los cuadros de la pared, puso su silla frente a la ventana y ya estaba lista para ver los trabajos del equipo de construcción.
-
-
SurinamAnuario de los testigos de Jehová 1990
-
-
[Fotografía en la página 218]
Stella Daulat donó su terreno para construir el primer Salón del Reino de la capital
-