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SurinamAnuario de los testigos de Jehová 1990
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Un ávido estudiante se instala con los misioneros
Otro precursor de entonces, el joven de diecinueve años Cecyl Pinas, trabajó incansablemente en Wageningen, un pueblo que está a unos 190 kilómetros al oeste de la capital. Allí conoció a Adolf Gefferie, Jef, un mecánico de veintiún años que absorbió la verdad en cuanto la oyó.
Los estudios bíblicos con él duraban tres o cuatro horas. Cierto día, tras acabar un estudio, Cecyl y su compañero le dijeron: “Jef, estamos cansados. Nos vamos a casa”, a lo que este respondió: “Les acompañaré hasta la mitad del camino”. A mitad de camino los precursores se detuvieron, pero como el joven seguía haciendo preguntas bíblicas, continuaron andando con él pegado a ellos. Al llegar a casa, le dieron las buenas noches, pero él siguió haciendo preguntas. “Mira, Jef —dijo Cecyl—, puedes seguir con las preguntas, pero yo me voy a la cama, así que si no te contesto, es que estoy dormido.” Jef pensó que era una buena idea, así que se acostó en el suelo, y la conversación continuó hasta que Cecyl se quedó en silencio.
Al día siguiente se fue con sus efectos personales al hogar de los precursores. “Antes de que nos diéramos cuenta —dice Cecyl riéndose—, se había instalado en nuestra casa y estábamos estudiando siempre que teníamos libre. A los tres meses se bautizó y dos años después ya era precursor especial.”
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SurinamAnuario de los testigos de Jehová 1990
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El libro Paraíso prepara el camino
Concluidas las obras de la sucursal, los hermanos se concentraron en la predicación a lo largo de tres ríos: el Saramacca, el Surinam y el Tapanahoni. Nel Pinas, hermano de Cecyl, y Baya Misdyan, viajaron hasta donde habita la tribu bush de los aucanes, las orillas del lejano río Tapanahoni, una zona que todavía ningún Testigo había visitado, aunque sí había llegado el mensaje del Reino. El libro De paraíso perdido a paraíso recobrado había preparado el camino. ¿Cómo?
En 1959, Nel Pinas estuvo explicando los dibujos del libro a Edwina Apason, una aucana analfabeta que conoció en Albina, un pueblo del nordeste de Surinam. A Edwina le encantó lo que aprendió, pero a los siete meses regresó al Tapanahoni, así que se perdió el contacto.
Ocho años después, Nel volvió a encontrarse en la capital con Edwina, quien le dijo que todo aquel tiempo había estado predicando a los de su tribu mediante los dibujos del libro Paraíso. Al enterarse de que la semana siguiente Nel iría al Tapanahoni, le rogó que buscara a dos jóvenes que tenían interés: Yabu y Tyoni.
Una respuesta alentadora
A los dos días de alcanzar el Tapanahoni, los hermanos lograron hallar el poblado de Yabu: Yawsa. Aunque en aquel momento Yabu no estaba, al día siguiente por la tarde fue a ver a los hermanos y les dijo que había roto con el demonismo y que quería servir a Dios. Tomó cinco días libres del trabajo y estudió con los hermanos ocho horas diarias. Concluido ese período, estaba deseoso de servir al Dios verdadero, Jehová.
A continuación, los hermanos iniciaron la búsqueda de Tyoni, una bush de veinte años que ya predicaba en su poblado, Granbori, valiéndose de los dibujos del libro Paraíso. Cuando su hermano, un hechicero, le quitó el libro, se echó a llorar y pidió en oración: “Jehová, por favor, dame otro libro Paraíso”. No es de extrañar que los dos hermanos se vieran obligados a encontrarla.
Un día la joven oyó que habían llegado Testigos a un poblado cercano, así que rápidamente se fue en su canoa hacia allí, solo para sufrir la profunda desilusión de ver que se habían ido. Los hermanos, sin embargo, regresaron más tarde y estudiaron con ella durante tres días, en el transcurso de los cuales les contó que cuando no tenía comida, sus familiares le ofrecían carne de caza sin desangrar, pero que siempre la rechazaba, y que pese a que su padre la había amenazado con golpearla si no abandonaba sus creencias, había declarado: “No cederé aunque me amenacen con matarme”. ¡Y eso que era analfabeta y había conocido la verdad por medio de dibujos! Conmovidos por su fe, los hermanos le dieron su último ejemplar del libro Paraíso. Tyoni abrazó el libro y, rebosante de alegría, dio gracias a Jehová por haber contestado su oración.
Los hermanos regresaron a Paramaribo dos meses después. Más adelante, Nel y su esposa, Gerda, fueron de precursores especiales al Tapanahoni y así edificaron sobre aquella base colocada en la selva tropical.
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