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  • Una aventura extramatrimonial... ¿por qué no?
  • ¡Despertad! 1986
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¡Despertad! 1986
g86 8/7 págs. 7-10

Una aventura extramatrimonial... ¿por qué no?

“SOLO tú y solamente tú.” Estas palabras de una canción popular expresan bien el sentimiento mutuo de la mayoría de los hombres y las mujeres cuando se casan. Pero, ¿cuánto tiempo dura dicha fidelidad?

Las aventuras extramatrimoniales han llegado a ser tan comunes en la sociedad moderna que el no tener una es considerado casi anormal. Hay quienes aprueban tácitamente tal infidelidad, la defienden y hasta la recomiendan. Algunos alegan que mejora el matrimonio. El sicólogo Tony Lake y la periodista Ann Hills escribieron en su libro Affairs: The Anatomy of Extra-Marital Relationships (Aventuras amorosas: Estudio de las relaciones extramatrimoniales): “No hay duda de que la vida de una gran cantidad de hombres y mujeres casados está enriqueciéndose y haciéndose más significativa mediante las relaciones sexuales furtivas”.

En revistas populares dirigidas al público femenino se pregunta abiertamente: “¿Ayudará a conservar su matrimonio una aventura extramatrimonial?”. En respuesta, a menudo se alega que una aventura amorosa puede hacer que uno aprecie más a su cónyuge, o puede satisfacer su necesidad sexual. Hay quien afirma que así se adquiere más experiencia y que uno estará mejor preparado para tratar con su cónyuge e hijos y que, como resultado, uno será más feliz. La impresión que se comunica es que si uno no tiene una aventura amorosa, se está perdiendo algo. Pero, ¿será verdad?

¿Puede una aventura amorosa mejorar el matrimonio?

¿Pudiera esta publicidad que han recibido las aventuras extramatrimoniales tener algo que ver con el aumento en la cantidad de divorcios en nuestro día? En Suecia, casi tres de cada cinco matrimonios termina en divorcio. Y las cifras para otros países no se quedan muy atrás. (Véase el recuadro “Estadísticas de matrimonios y divorcios durante 1983”.)

¿Hasta qué grado es el adulterio la causa de esos divorcios? Al comentar sobre los datos correspondientes al Reino Unido, Lake y Hills afirman: “Más de la mitad de los hombres que se divorciaron con menos de cuarenta años de edad citaron el adulterio como la base para sus peticiones de divorcio presentadas ante los tribunales. Es razonable suponer que hubo adulterio en muchos más casos, aparte de estos, pero no se indicó como la razón principal de la petición. Además, sería muy sorprendente que no hubiera cada año muchas más aventuras extramatrimoniales que divorcios”.

Una encuesta realizada recientemente en China por el Instituto de Ciencias Sociales de Shanghai halló que la infidelidad es una de las principales causas de divorcio en ese país. El divorcio por infidelidad “se ha triplicado en los últimos dos años”, según el informe de Shanghai.

Sin duda alguna, las aventuras extramatrimoniales son una de las causas principales de fracaso en el matrimonio. Por lo tanto, ¿puede recomendarse una aventura amorosa como el remedio para un matrimonio en crisis? ¿Se pudiera recomendar jamás como medicina una droga que mata de un treinta a un cuarenta por ciento o más de sus consumidores? ¡Difícilmente!

Algunas personas alegan que es mejor mantener en secreto la aventura amorosa para que no se entere su propio cónyuge. Pero, ¿cómo? Lake y Hills explican: “Las aventuras generalmente están encubiertas por una red protectora de mentiras y engaño. Sea que la aventura se mantenga en secreto o no, que haya terminado o aún continúe, las mentiras por lo general tienen el fin de ‘proteger’ el matrimonio, o de salvaguardar ciertos aspectos de la relación marital. Muchas de estas mentiras son verdades a medias, porque la verdad completa pudiera ser demasiado dolorosa de soportar, o quizás también pudiera alterar radicalmente la relación entre marido y mujer”.

Cuando un hombre y una mujer se casan, se comprometen el uno al otro. Quebrantar un compromiso constituye un engaño y una traición. ¿Han producido alguna vez felicidad duradera a un matrimonio las mentiras, el engaño y las verdades a medias? Por eso, antes de pensar en una aventura amorosa en secreto, conviene preguntarse: ¿Llegarán a ser más felices todas las personas implicadas? ¿Se podrán evitar los sentimientos de culpa y el constante temor de finalmente ser descubierto?

Otras personas alegan que el propósito primordial del matrimonio es traer hijos al mundo y que la importancia de adherirse uno a su cónyuge desaparece gradualmente cuando los hijos crecen y se van del hogar. Afirman que el interés en el sexo puede despertar de nuevo. Entonces, ¿qué hay de malo en tener una aventura amorosa?

El “despertar de nuevo” los deseos sexuales

Algunos sicólogos y consejeros familiares recomiendan que las personas de mediana edad tengan una aventura extramatrimonial a fin de reavivar aptitudes que se hallaban dormidas. Lake y Hills afirman: “Una aventura extramatrimonial durante esta etapa bien pudiera darle aún más estabilidad a un matrimonio estable, haciendo posible que uno de los cónyuges se sienta revivir ante experiencias nuevas sin que esto suponga una amenaza en absoluto para el otro cónyuge”.

En efecto, una aventura amorosa pudiera estimular el apetito sexual de una persona o satisfacer su anhelo egoísta por algún tiempo. Una señora de mediana edad lo expresó en estos términos: “Tener un amante parecía una idea muy atractiva”. Pero, ¿a qué precio?

Considere lo que le sucedió a un hombre de mediana edad después de una aventura amorosa con su secretaria, quien era 18 años más joven que él. Su matrimonio de 30 años se deshizo, él comenzó a beber con exceso y finalmente fue despedido de su empleo. Ahora se lamenta diciendo: “Lo hice sencillamente porque estaba muy orgulloso de mí mismo. Imagínese, a mi edad y conquistando a una joven atractiva. Creo que esta tendencia de jactarse y probar que uno es muy hombre es lo que explica el que los hombres incurran en tantas estupideces cuando tienen una oportunidad. Es una desgracia porque ese orgullo radica en un fundamento falso”.

¡Así es, “un fundamento falso”! Hace mucho la Biblia lo expresó de esta manera: “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse; y un espíritu altivo, antes del tropiezo”. (Proverbios 16:18.)

¿Son las relaciones sexuales lo más importante?

Algunas personas buscan relaciones sexuales fuera del matrimonio porque piensan que no reciben lo suficiente en el matrimonio. Tienden a opinar que la felicidad en la vida depende de llevar una vida sexual muy activa. Para ellos la relación tradicional con un único compañero para toda la vida está fuera de moda. Rita Liljeström, profesora auxiliar de sociología en Suecia, dijo: “En Suecia abunda la infidelidad. La fidelidad conyugal ha llegado a tomar un aspecto ridículo. ‘Queremos ser modernos’”.

Sin embargo, la Biblia tiene mucho que decir sobre el tema de las relaciones sexuales y presenta un punto de vista equilibrado en cuanto al asunto. Por ejemplo, considere lo que escribió el sabio rey Salomón:

“Bebe agua de tu propia cisterna, y chorrillos que salgan de en medio de tu propio pozo. ¿Deben esparcirse afuera tus manantiales, tus corrientes de agua en las plazas públicas mismas? Resulten ser para ti solo, y no para los extraños contigo. Resulte bendita tu fuente de aguas, y regocíjate con la esposa de tu juventud, una amable cierva y una encantadora cabra montesa. Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente. ¿Por qué, pues, debes tú, hijo mío, estar en un éxtasis con una extraña, o abrazar el seno de una extranjera?”. (Proverbios 5:15-20.)

De modo que la Biblia no resta importancia al “éxtasis” y la satisfacción que tanto el hombre como la mujer derivan de las relaciones sexuales. Pero observe que debe ser dentro del matrimonio, ‘con el cónyuge de su juventud’.

Naturalmente, el deseo sexual difiere entre el hombre y la mujer. Como en muchas otras actividades de la vida, una relación feliz exige adaptabilidad y el estar dispuestos a compartir. Lo mismo sucede con las relaciones sexuales. La comunicación es indispensable. Ambos deben conocer las limitaciones y deseos de su cónyuge. El apóstol Pablo recomienda: “Que el esposo dé a su esposa lo que a ella es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a su esposo”. Y al hacer esto, hacen bien en seguir este principio relacionado: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona”. (1 Corintios 7:3; 10:24.)

Aunque las relaciones sexuales tienen su lugar en el matrimonio, esto no quiere decir que constituyen lo más importante, ni que el deseo sexual no deba ser controlado. Para ilustrar: La Biblia dice que el alcohol, con moderación, puede ‘regocijar el corazón del hombre mortal’. (Salmo 104:15.) Pero eso ciertamente no significa que podemos desarrollar un deseo inmoderado por el alcohol, o que no es necesario controlar cuándo, dónde y cómo lo bebemos. (Proverbios 20:1; 23:29-35.)

Una norma generosa

No, las relaciones sexuales no son ni la única ni la mejor base para un matrimonio feliz. La clase de amor que provee la base para la satisfacción duradera es un amor que combina la amistad, la ternura, el interés, la comprensión, la fidelidad y el sentido de responsabilidad. Este es el verdadero amor conyugal. Es el amor que perdura y ayuda a los cónyuges a aguantar cuando surgen problemas, cuando la enfermedad física o mental impiden las relaciones sexuales, o cuando la edad quita el vigor y la belleza.

En resumen, el mejor consejo es el que se halla en el Libro de Libros, la Biblia, la cual dice: “Sé fiel y sincero con tu propia esposa”. (Proverbios 5:15, La Biblia al Día.) El apóstol cristiano Pablo añadió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación”. (Hebreos 13:4.) En armonía con esto, Jesucristo recordó a ciertas personas de su día: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’?”. (Mateo 19:4, 5; Génesis 2:24.)

Un matrimonio estable, que se edifica sobre esa clase de amor abnegado y ese sentido de lealtad, acompañado de un amor inquebrantable a Dios y a su Palabra, es la base para la felicidad duradera, tanto para los cónyuges como para sus hijos, y para todas las demás personas implicadas.

[Comentario en la página 8]

Las aventuras extramatrimoniales han llegado a ser tan comunes en la sociedad moderna que el no tener una es considerado casi anormal

[Ilustración en la página 9]

Una relación feliz entre marido y mujer exige buena comunicación y el estar dispuestos a adaptarse

[Recuadro en la página 10]

Estadísticas de matrimonios y divorcios durante 1983:

Matrimonios Divorcios Proporción

E.U.A.: 2.444.000 1.179.000 Más de 1 de cada 2

U.R.S.S.: 2.834.000 946.000 1 de cada 3

Australia: 113.905 41.412a Más de 1 de cada 3

Cuba: 76.365 29.249 Unos 2 de cada 5

Países Bajos: 78.415 32.596 Unos 2 de cada 5

Reino Unido: 387.000 145.802b Unos 2 de cada 5

Hungría: 75.978 29.000 Unos 2 de cada 5

Dinamarca: 27.096 14.763 Más de 1 de cada 2

Suecia: 36.210 20.618 Casi 3 de cada 5

[Notas a pie de página]

a La cifra de divorcios en Australia corresponde a 1981; la cifra del Reino Unido corresponde a 1982.

b Según cifras tomadas del Demographic Yearbook 1983 (Anuario demográfico de 1983). Las cifras de Suecia y Dinamarca se tomaron del Yearbook of Nordic Statistics 1984 (Anuario de estadísticas nórdicas de 1984).

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