Un tiempo señalado para cada cosa en Japón
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Japón
UN JOVEN de una zona rural de Japón se mudó a Tokio para asistir a la universidad. Allí conoció a una muchacha bonita e inteligente con la que hizo planes para casarse. Pero su familia se opuso tanto al noviazgo, que el joven se vio obligado a renunciar a su amor. ¿Por qué? Porque según el calendario tradicional japonés, sus respectivos años de nacimiento eran considerados incompatibles.
El 13 de junio de 1985, la sucursal japonesa de la Sociedad Watch Tower deseaba comenzar a trabajar con la estructura de acero de un nuevo edificio residencial ubicado en Ebina. Sin embargo, la compañía de construcción prefirió no comenzar ese día, porque según el calendario tradicional japonés, era “un día de mala suerte”.
No hay duda de que los japoneses son un pueblo inteligente, industrioso e instruido. No obstante, hay una tradición profundamente arraigada que establece un tiempo favorable para cada proyecto. En Japón hay un tiempo para hacer o no hacer cada cosa. ¿Cómo se originó un concepto tan estrictamente regulado y supersticioso del tiempo? ¿Hasta qué grado afecta la vida de la sociedad japonesa moderna? Y ¿cómo nos beneficiará un entendimiento del asunto?
El calendario tradicional japonés
Aunque el calendario occidental es de uso común en Japón, a menudo se emplea junto con un antiguo calendario lunar importado de China en 604 E.C. Este sistema de contar el tiempo se basa en un ciclo sexagesimal, o basado en el número sesenta, que se forma al permutar y combinar dos juegos de símbolos: los diez troncos celestiales y las doce ramas terrestres.
En la versión japonesa, los primeros (los diez troncos) se basan en el concepto japonés del universo, del que se dice que consiste en cinco elementos —madera, fuego, tierra, metal y agua—, cada uno de los cuales tiene dos aspectos: yang (masculino, o rasgos positivos como luminosidad, calor, sequedad y acción) y yin (femenino, o cualidades negativas como oscuridad, frío, humedad y pasividad). Las doce ramas terrestres están representadas por una secuencia de doce animales: rata, buey, tigre, liebre, dragón, serpiente, caballo, oveja, mono, gallo, perro y jabalí.
El ciclo comienza con la combinación del primer tronco con la primera rama, a saber: madera-yang-rata. El siguiente es la combinación del segundo tronco con la segunda rama, o madera-yin-buey. Después continúa con fuego-yang-tigre, fuego-yin-liebre y así sucesivamente. De esta manera se pueden hacer un total de sesenta combinaciones, de ahí que sea un ciclo sexagesimal. Tanto los días como los meses y los años se cuentan por el mismo ciclo de sesenta. El primer ciclo dio comienzo en el año 604 E.C., y a partir de entonces comienza uno nuevo cada sesenta años. El ciclo actual comenzó en 1984. Por lo tanto, ¿qué año sería 1988? Puesto que es el quinto año del ciclo, es un año tierra-yang-dragón.
El almanaque que “determina los tiempos”
Debido a su evidente conexión con la astrología, los símbolos del ciclo pronto llegaron a adquirir significados supersticiosos. Con el tiempo, estas diversas ideas y prácticas supersticiosas se incluyeron en un almanaque anual. Aun hoy en día, muchos japoneses todavía consultan el almanaque para intentar determinar la buena o mala suerte, el éxito o el fracaso en todo tipo de actividad cotidiana.
Por ejemplo: muchos japoneses todavía creen que una persona adquiere las características del animal representado en la combinación del año en que nace. De los que nacen bajo el signo de la rata, por ejemplo, se dice que son inquietos y mezquinos; de los que nacen bajo el signo del buey, que son pacientes y tranquilos; los del tigre, bruscos y ásperos; los de la serpiente, desconfiados e incapaces de llevarse bien con los demás. “¡Oh!, es que ha nacido en el año de la serpiente; por eso es así.” Expresiones como esta siguen siendo comunes en Japón.
Según el almanaque, se cree que las mujeres nacidas en el año fuego-yang-caballo (43 del ciclo) son especialmente tercas, con tendencia a matar a su marido. Por lo tanto, la gente, en especial en las zonas rurales de Japón, evita tener hijos en ese año. Esto ha resultado en una considerable mengua en el tamaño de algunas clases. Por eso, en octubre de 1985, el periódico Asahi Shimbun, bajo el titular “Aumentan los cierres de academias de preparación intensiva”, explicó que en 1966 (un año fuego-yang-caballo) la cantidad de nacimientos en Japón fue notablemente inferior a la normal, y que los niños nacidos en aquel año normalmente hubieran asistido a estas academias en 1984 y 1985.
Se considera que ciertos días del ciclo son especialmente propicios o afortunados, mientras que se cree que otros son todo lo contrario. Entre estos últimos están los Gomunichi, o días de las cinco tumbas, en los que no se debe molestar a la tierra ni removerla. Mucha gente evita celebrar un funeral en esos días, porque nadie quiere terminar con cinco tumbas, esto es, con cinco personas muertas. Solo para asegurarse, antes de cualquier proyecto importante, uno debe consultar el almanaque.
El calendario y el almanaque juegan un papel particularmente importante en los matrimonios. Aunque hoy en día seis de cada diez parejas dicen que el suyo es un “matrimonio por amor”, los matrimonios concertados todavía siguen siendo comunes en Japón, y se dedica mucha atención a vaticinar la compatibilidad. El almanaque no solo recomienda el tiempo más propicio para casarse, sino que también indica qué personas son compatibles. Por ejemplo: una persona nacida en el año de la rata (1948, 1960, 1972) sería especialmente compatible con alguien que haya nacido en el año del dragón (1952, 1964, 1976), del mono (1956, 1968, 1980) o del buey (1949, 1961, 1973). Incluso en los “matrimonios por amor” los familiares insisten en que uno se case solamente con una persona que haya nacido en un año “compatible”.
Los efectos de un sistema “prefijado”
El temor a lo desconocido y la búsqueda de la buena suerte controlaban estrictamente la manera de vivir de la antigua sociedad japonesa. Pero el fuerte dominio de la superstición apenas ha aflojado en el Japón del día moderno, a pesar de contar con un índice de alfabetización de casi un cien por cien y con su moderna tecnología.
Una encuesta llevada a cabo en 1950 por el Ministerio de Educación dio como resultado que de entre los 6.373 adultos que respondieron, el 33% consideraba las ideas sobre días favorables o desfavorables “definitivamente ciertas”, y el 44%, “posiblemente ciertas”. Sobre las predicciones de compatibilidad en el matrimonio, el 23% contestó “definitivamente ciertas”, mientras que el 36%, “posiblemente ciertas”. En lugar de ser algo del pasado, entre la mitad y las tres cuartas partes de las personas entrevistadas todavía se atienen a estas ideas supersticiosas. Según el libro Japanese Religion, “es parte de la vida de la gente”.
Pero, ¿cómo afectan estas creencias a las personas? Por un lado, al seguir mecánicamente los dictados arbitrarios de las ideas supersticiosas, una persona podría comenzar a perder su capacidad para pensar y razonar en asuntos personales. Los adagios, consejos, y directrices del almanaque, sin importar lo irrazonables o ilógicos que sean, llegan a dominar las decisiones que la persona debe tomar en la vida. En poco tiempo, es posible que sea incapaz de tomar una decisión sin consultar el almanaque.
Por otra parte, la creencia en “tiempos prefijados” y en la suerte promueve un punto de vista fatalista de la vida. Cuando un proyecto fracasa o algo sale mal, es muy fácil echar la culpa a la mala suerte o a un tiempo poco propicio. En vez de buscar la verdadera causa del fracaso, la persona sigue adelante, esperando tener mejor suerte. Cuando esto resulta en más desilusiones, entonces el individuo tal vez se resigne al hecho de que su destino no era tener éxito en la vida. Este círculo vicioso solo sirve para esclavizar a las personas aún más profundamente a la superstición y al temor.
¿Existe alguna esperanza? Ciertamente que sí. Ya más de ciento veinticinco mil testigos de Jehová japoneses han experimentado la promesa de la Biblia: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:32.) Esto abarca libertad de la esclavitud a la superstición. Su estudio de la Biblia les ha ayudado a obtener habilidad para pensar, a mejorar su confianza en sí mismos y a esperar un futuro feliz, todo lo cual resulta en gozo.
[Fotografía en la página 10]
Con frecuencia se consulta el almanaque para escoger el cónyuge y la fecha de la boda