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El rey quedó encantadoLa Atalaya 2013 | 15 de agosto
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El rey quedó encantado
ERA agosto de 1936. Robert y George Nisbet se encontraban en la residencia del rey Sobhuza II de Suazilandia. Acababan de reproducir varias grabaciones musicales y discursos del hermano Joseph F. Rutherford en el gramófono del automóvil. El rey estaba encantado. George explicó: “Nos vimos en un aprieto cuando quiso comprarnos el gramófono, los discos y el altavoz del mensaje del Reino”.
Robert se disculpó diciendo que aquellas cosas no estaban en venta. ¿Por qué? Porque pertenecían a otra persona. El rey quiso saber quién era el dueño.
Robert contestó: “Todo esto es de otro rey”. Cuando Sobhuza le preguntó qué rey era ese, le respondió: “Es Jesucristo, el Rey del Reino de Dios”.
“¡Oh, ese es un gran Rey! —reconoció Sobhuza muy respetuosamente—. Yo no quiero nada que le pertenezca a él.”
Robert escribió: “La personalidad del jefe principal, el rey Sobhuza, me dejó muy impresionado. Hablaba un inglés perfecto sin ninguna vanidad ni orgullo, y era muy franco y accesible. Me senté con él en su despacho por unos cuarenta y cinco minutos mientras George ponía música fuera.
”Más tarde ese mismo día visitamos la Escuela Nacional Suazi, donde tuvimos la experiencia más interesante de todas. El director nos escuchó atentamente, y cuando mencionamos el gramófono y nos ofrecimos a ponerlo para que toda la escuela oyera los discos, accedió encantado y mandó a casi un centenar de alumnos que se sentaran en la hierba a escuchar. Se nos explicó que allí a los varones se les enseñaba agricultura, jardinería, carpintería, construcción, inglés y aritmética, mientras que las chicas aprendían nociones de enfermería y a realizar las labores del hogar y otras tareas útiles.” La abuela del jefe principal era quien había fundado la escuela.a
Estudiantes que asistieron a un discurso público en Suazilandia en 1936
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