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‘Jehová es mi Dios, en quien de veras confiaré’La Atalaya 1991 | 1 de noviembre
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Una visita con resultados sorprendentes
En el otoño de 1945 el hermano Knorr nos visitó. Un día entró en la fábrica mientras yo estaba sobre la rotativa. “¡Baje de ahí —dijo en voz alta—! ¿Quiere asistir a la Escuela de Galaad?” Quedé pasmado. “Si usted cree que puedo hacer eso, me encantaría asistir”, respondí. En la primavera de 1946 el hermano Fred Borys, la hermana Alice Berner y yo fuimos invitados a asistir a la Escuela de Galaad. Pero yo había nacido en el Sarre y no tenía ciudadanía, por lo cual tuve que escribir a Washington, D.C. (E.U.A.) para solicitar un visado especial.
El hermano Borys y la hermana Berner partieron hacia la escuela misional, pero yo tuve que esperar la respuesta a mi solicitud. El 4 de septiembre comenzaron los cursos, pero yo todavía estaba en Suiza, y poco a poco iba perdiendo toda esperanza. Entonces el consulado estadounidense me notificó la llegada de mi visado. Inmediatamente me preparé para el viaje, y por fin conseguí una cabina en un barco de tropas que iba desde Marsella hasta Nueva York. ¡Qué experiencia! El Athos II estaba atestado de gente. Me asignaron un sofá en un lugar que no era privado. El segundo día del viaje hubo una explosión en el cuarto de los motores y el barco se detuvo. Pasajeros y tripulación estaban nerviosos, pues temían que nos hundiríamos. Aquello me dio una magnífica oportunidad para testificar sobre la esperanza de la resurrección.
Tomó dos días reparar el barco, y entonces pudimos continuar el viaje, pero a menos velocidad. Llegamos a Nueva York 18 días después, pero tuvimos que permanecer en el barco porque en los muelles los trabajadores estaban en huelga. Después de unas negociaciones pudimos desembarcar. Yo había enviado a la Sociedad un telegrama explicando la situación, y cuando salí de la aduana y de la inmigración alguien me preguntó: “¿Es usted el señor Diehl?”. Era uno de los auxiliares del hermano Knorr, y me llevó al tren nocturno que iba a Ithaca, cerca de la Escuela de Galaad, y llegué allí poco después de las 8.00 de la mañana el día siguiente. ¡Qué gozo estar allí por fin y poder asistir a la primera clase internacional de Galaad!
Aguante a pesar de dificultades
La graduación de la octava clase de Galaad fue el 9 de febrero de 1947, y todos estábamos llenos de expectación.
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‘Jehová es mi Dios, en quien de veras confiaré’La Atalaya 1991 | 1 de noviembre
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Nuevas sorpresas
Fue una gran emoción para nosotros el que en 1964 mi esposa y yo fuéramos invitados a la clase número 40 de Galaad, la última clase con el curso largo de 10 meses, que ahora ha sido acortado a ocho. Marthe tuvo que aprender inglés rápidamente, pero lo logró muy bien. Entre los estudiantes había muchos comentarios sobre adónde se nos enviaría. Mi actitud era: ‘¡Con cualquier asignación estaré contento, con tal que no me pongan detrás de un escritorio!’.
¡Pero eso fue exactamente lo que sucedió! El 13 de septiembre de 1965, el día de la graduación, fui nombrado siervo de la sucursal de Suiza.
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