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  • Kenia y los países vecinos
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • Las buenas nuevas del Reino se habían predicado en Tanganica durante la década de los treinta, de modo que para 1948 había unos cuantos publicadores en el suroeste del país. ¿Quiénes eran y cómo habían conocido la verdad?

      Se trataba sobre todo de personas de la tribu nyakusa, originaria de las tierras altas que están cerca del extremo norte del lago Malaui, donde convergen los dos brazos de la gran hendidura (Great Rift Valley). Desde esta región los hombres se iban a trabajar a las minas de cobre de Rhodesia. Allí fue donde algunos miembros de esta tribu amigable y fácil de enseñar por naturaleza tuvieron su primer contacto con las verdades de la Palabra de Dios.

      Hosea Njabula, que nació en 1901 cerca de Tukuyu, era un fiel seguidor de la religión de los hermanos moravos. Llegó a ser diácono y enseñaba en la escuela dominical de muchos pueblos. Uno de sus estudiantes era Nehemiah Kalile. Un día de 1930, mientras trabajaba de cocinero en Vwawa para unos colonos europeos, Nehemiah se envolvió en una profunda conversación bíblica con otro cocinero.

      Nehemiah descubrió que este hombre sabía cosas asombrosas de la Biblia. ¡Esta era la verdad! En cuanto pudo cruzó la frontera en Mwenzo para bautizarse. Allí fue donde vio por primera vez, impresionado, los siete volúmenes de Estudios de las Escrituras.

      Nehemiah Kalile estaba entusiasmado. Ansiaba contar lo que había descubierto a su anterior maestro de la escuela dominical. Así que cuando un año después se volvió a encontrar con su viejo amigo Hosea Njabula, le habló de la verdad.

      Hoy, unos sesenta años más tarde, Hosea todavía recuerda aquel día: “Discutí mucho —dice—, pero cuando me mostró los versículos que hacían referencia al sábado, me di cuenta de que era la verdad. Sin pérdida de tiempo me puse a predicar a otros, entre ellos a Job Kibonde. Los tres empezamos a celebrar reuniones en mi casa. También fui a ver a mis otros alumnos de la escuela dominical, y los invité a nuestras reuniones. Varios dijeron que irían, como Joram Kajumba y Obeth Mwaisabila”.

      A pie por las tierras altas

      Después que el hermano Njabula se bautizó en 1932, estos hermanos, que no sabían lo que era un precursor, predicaron como tales. Caminaron 60 kilómetros en dirección al lago Malaui y testificaron en la región de Kyela, donde Hosea Njabula y Obeth Mwaisabila encontraron fuerte oposición. Aunque no sabían nadar, los tiraron a un río infestado de cocodrilos, pero de alguna manera, quizás con la ayuda de Jehová, escaparon con vida. Poco después de este incidente construyeron su primer Salón del Reino cerca del pueblo de Buyesi, en un lugar al que llamaron Belén.

      Mientras tanto, el interés creció en Vwawa, donde Nehemiah Kalile había escuchado el mensaje por primera vez, y varios hombres se pronunciaron a favor de la verdad, como Solomon Mwaibako, Yesaya Mulawa y Yohani Mwamboneke. Los hermanos de Buyesi acordaron que uno de ellos iría una vez al mes al pueblo de Ndolezi, próximo a Vwawa, para fortalecer a estos nuevos. Eso significaba andar 100 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. A veces hasta caminaban más de 200 kilómetros para llegar hasta Isoka (Rhodesia del Norte) a fin de entregar sus informes a la congregación local, desde donde se enviaban a la sucursal.

      Hoy, seis décadas después, Hosea Njabula, con noventa años de edad, sigue siendo un “diácono”, pero esta vez en el sentido auténtico de la palabra, un siervo ministerial de la congregación de Ndolezi. El hermano Njabula tiene la satisfacción de ver a su fiel esposa, Leya Nsile, continuar firme a su lado, así como de tener varios nietos activos en el servicio de precursor.

      También hubo otros que predicaron con celo por muchos años. Entre estos estaban Jimu Mwaikwaba, a quien encarcelaron por causa de las buenas nuevas; Joel Mwandembo, que tiempo después fue superintendente de circuito; Semu Mwasakuna, que predicaba en bicicleta y cantando; Ananiah Mwakisisya, y Timothy Kafuko.

      Otro hermano que dio un buen empuje a la testificación del Reino fue David Kipengere, que nació en 1922 y aprendió la verdad en Mbeya en 1935. Predicó por todas partes, y después fue enviado a iniciar la obra en Dar es Salaam. Fue precursor regular los dieciocho años anteriores a su muerte, que se produjo en 1983. Le detenían a menudo, pero nunca se desanimaba, sino que decía: “Jehová tiene mucho trabajo para mí en la prisión”. Su hermano, Barnabas Mwakahabala, que aprendió la verdad al mismo tiempo que él, todavía sirve de anciano. Estos hermanos hicieron cuanto les fue posible en su situación: aislados, sin literatura en su lengua materna y sin saber leer muy bien.

      La comunicación con la sucursal de Ciudad del Cabo era ocasional, y los informes, poco fiables. El Anuario de 1943 en inglés indica que en esta zona predicaban 158 personas, y en 1946 informaron 227 publicadores de siete congregaciones. Parece ser que durante los años anteriores la actividad de los Testigos de Tanganica se incluía en los informes de la congregación de Isoka (Rhodesia del Norte), y algunos informes probablemente se perdieron. Aún pasarían varios años antes de que la obra de recolección en el sur de Tanganica recibiera una mejor supervisión.

  • Kenia y los países vecinos
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • [Fotografía en la página 105]

      Hosea Njabula y su esposa, Leya, fueron dos de los primeros predicadores de las buenas nuevas de Tanzania

      [Fotografía en la página 107]

      Nueve hermanos que conocieron la verdad en el sur de Tanzania durante la década de los treinta. De izquierda a derecha: Andrew Chungu, Obeth Mwaisabila, Timothy y Ana Kafuko, Leya Nsile, Joram Kajumba, Jimu Mwaikwaba y Stela y Semu Mwasakuna

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