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  • Kenia y los países vecinos
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • Durante las dos décadas siguientes hubo decenas de detenciones y causas judiciales por toda Tanzania. A los Testigos no les sorprendió, pues Jesús había dicho: “Si el mundo los odia, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes. [...] El esclavo no es mayor que su amo. Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán”. (Juan 15:18, 20.) Así que aguantaron con gozo y sin quejarse.

      La naturaleza pacífica y cooperadora de los hermanos muchas veces favorecía los malignos designios de los acusadores. Los opositores se mostraban muy amables o fingían estar interesados, y los Testigos inocentemente los invitaban a pasar a su casa para enseñarles orgullosos su biblioteca teocrática. A veces hasta les prestaban alguna publicación bíblica, que después se presentaba en los tribunales como prueba en contra de los Testigos. Los hermanos admitían en seguida que eran miembros de la asociación de los testigos de Jehová, lo que según la ley equivalía a respaldar una sociedad ilegal. Algunos se reconocían culpables en la comisaría, por lo que no se les permitía prestar declaración en el juzgado. Tan dispuestos estaban a cooperar en todo, que permitían que la policía irrumpiera en sus casas y los detuviera aunque no llevara una orden judicial. Otros creían que estaban obligados a contestar a todas las preguntas que les hacían en los interrogatorios, con lo que se incriminaban a sí mismos.

      Se acusó a los Testigos de ser miembros de una sociedad ilegal por el mero hecho de asistir a reuniones de estudio de la Biblia, predicar las buenas nuevas o poseer literatura bíblica. Los tribunales impusieron multas y anunciaron sentencias de tres a nueve meses de prisión.

      El siguiente ejemplo muestra que el celo de los hermanos no pasó inadvertido, a pesar de que la proporción de Testigos por habitante en Tanzania no era muy elevada (1 por cada 10.000 durante el año de servicio de 1973). El 7 de septiembre de 1974 la policía de Dar es Salaam rodeó la casa de Isaack Siuluta, donde se estaba celebrando una reunión cristiana. Fueron detenidos 46 asistentes, incluidas dos precursoras, pero a las demás mujeres se las permitió marcharse a su casa. Todas las publicaciones de estudio bíblico que encontraron en los maletines o en las manos de los asistentes se utilizaron como pruebas en el proceso que se instruyó poco después.

      El tribunal vio el caso el 29 de noviembre. Los testimonios presentados mostraron que los Testigos eran personas pacíficas y observantes de la ley. No obstante, el juez decidió que todos eran culpables, pues ‘su aspecto religioso era pura fachada’. Se les impusieron multas o sentencias de seis meses de prisión por tenencia de publicaciones bíblicas o por asistencia a reuniones de una sociedad ilegal.

  • Kenia y los países vecinos
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • La ola de persecución contra los compañeros Testigos del vecino Malaui tuvo algunas repercusiones, en especial en la cercana región de Tukuyu. Sirvió de incentivo a los opositores, pero también hizo pensar a otros. Un guarda de prisión declaró: “En Malaui han perseguido y matado a esta gente en vano. Igual que aquí. Los Testigos jamás transigen, y, a pesar de todo, siguen aumentando”.

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