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Jehová odia la traiciónLa Atalaya 2002 | 1 de mayo
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El versículo 7 da una indicación clara: “Los labios de un sacerdote son los que deben guardar el conocimiento, y la ley es lo que la gente debe buscar de su boca; porque es el mensajero de Jehová de los ejércitos”. Más de mil años antes, las leyes divinas que se dieron a Israel mediante Moisés decían que los sacerdotes tenían la obligación de “enseñar a los hijos de Israel todas las disposiciones reglamentarias que Jehová les ha[bía] hablado” (Levítico 10:11). Lamentablemente, como más adelante informó el escritor de 2 Crónicas 15:3, “muchos fueron los días en que Israel había estado sin Dios verdadero y sin sacerdote que enseñara y sin Ley”.
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Jehová odia la traiciónLa Atalaya 2002 | 1 de mayo
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Es probable que algunos sacerdotes guardaran las normas de Dios a título individual, y quien posteriormente lo hizo sin duda fue Jesús, el gran “sumo sacerdote” (Hebreos 3:1). De él podía decirse en realidad: “La ley misma de la verdad resultó estar en su boca, y no se halló injusticia en sus labios. En paz y rectitud anduvo conmigo, y muchos fueron aquellos a quienes hizo volver del error” (Malaquías 2:6).
9. ¿Quiénes han suministrado fielmente la verdad en nuestros días?
9 De manera similar, durante más de un siglo, los hermanos ungidos de Cristo, que abrigan la esperanza celestial, han desempeñado “un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios” (1 Pedro 2:5). Han sido los primeros en llevar las verdades bíblicas a otras personas. Al aprender las verdades que ellos han enseñado, ¿no hemos visto por experiencia que la ley misma de la verdad ha resultado estar en su boca? Han ayudado a muchos a volverse de su error religioso, de modo que hoy millones de personas de todo el mundo han aprendido la verdad bíblica y abrigan la esperanza de la vida eterna. Estas, a su vez, tienen el privilegio de enseñar la ley de la verdad a millones más (Juan 10:16; Revelación 7:9).
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