BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Los últimos días de Jesús en la Tierra
    La Atalaya 1998 | 15 de marzo
    • Jesús llega temprano al templo. Ayer, no pudo menos que indignarse al ver la flagrante comercialización de la adoración de su Padre, Jehová Dios. Con gran celo, pues, se pone a echar del templo a los que compran y venden en él. Luego vuelca las mesas de los avaros cambistas y los bancos de quienes venden palomas. “Está escrito —exclama Jesús—: ‘Mi casa será llamada casa de oración’, pero ustedes la hacen cueva de salteadores.” (Mateo 21:12, 13.)

      Los sacerdotes principales, los escribas y los hombres más prominentes no soportan las acciones y la enseñanza pública de Jesús. ¡Cómo ansían darle muerte! Pero se retienen a causa de la muchedumbre, pues el pueblo está atónito ante su enseñanza y sigue “colgándose de él para oírle” (Lucas 19:47, 48).

  • Los últimos días de Jesús en la Tierra
    La Atalaya 1998 | 15 de marzo
    • “UNA CUEVA DE SALTEADORES”

      A JESÚS le sobraban razones para decir que aquellos comerciantes avariciosos habían transformado el templo de Dios en “una cueva de salteadores” (Mateo 21:12, 13). A fin de pagar el tributo del templo en la moneda debida, los judíos y los prosélitos procedentes de otras tierras habían de cambiar su dinero extranjero. En su libro La vida y los tiempos de Jesús el Mesías, Alfred Edersheim explica que los cambistas solían abrir sus puestos por todo el país el 15 de Adar, un mes antes de la Pascua. A partir del 25 de Adar, se trasladaban al recinto del templo de Jerusalén para aprovecharse de la enorme afluencia de judíos y prosélitos. Los tratantes tenían un negocio floreciente, pues cobraban una comisión por cada moneda que cambiaban. El que Jesús los llamara salteadores deja entrever que sus comisiones eran tan cuantiosas que en la práctica estaban robando a los pobres.

      Algunos no podían llevar sus propios animales para sacrificio, y los que lo hacían tenían que presentarlos ante un inspector en el templo para que los examinara, pagando una cantidad. Para no arriesgarse a que se rechazara el animal tras haberlo acarreado desde lejos, muchos compraban a los comerciantes corruptos del templo uno “aprobado” levíticamente. “A más de un pobre aldeano lo desplumarían allí a conciencia”, dice un historiador.

      Existen pruebas de que en un tiempo el sumo sacerdote Anás y su familia tuvieron intereses creados en relación con los comerciantes del templo. Los escritos rabínicos hablan de “los bazares de los hijos de Anás” allí establecidos. Las sumas que percibían de los cambistas y de la venta de animales en los terrenos del templo eran una de sus principales fuentes de ingresos. Un biblista comenta que el acto de Jesús de desalojar a los comerciantes “fue no sólo dirigido contra el prestigio de los sacerdotes, sino también contra sus bolsillos”. Sea como fuere, sin duda sus enemigos deseaban eliminarlo (Lucas 19:45-48).

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir