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  • El terrorismo... ¿cuál es la solución?
    ¡Despertad! 1987 | 8 de enero
    • Sin embargo, los gobiernos y las agencias encargadas de combatir el terrorismo están en realidad lidiando con los síntomas más bien que con las causas. Sus remedios no llegan a la raíz de la enfermedad, la cual penetra hasta lo más profundo de la sociedad moderna... una enfermedad cuya base es el odio y el egoísmo. Las injusticias y desigualdades abundan y se multiplican, sin importar cuál sea la ideología que prevalezca.

  • El terrorismo... ¿cuál es la solución?
    ¡Despertad! 1987 | 8 de enero
    • La religión no ha impedido que católicos derechistas en España formen su propio grupo terrorista, conocido como los Guerrilleros del Cristo Rey. De acuerdo con los autores del libro The Terrorists, los guerrilleros “deben su existencia tanto a la religión como a la política”.

      ¿Debería sorprendernos el que la religión no haya podido detener el terrorismo? El profesor C. E. Zoppo, del departamento de ciencias políticas de la Universidad de California, escribe: “Las religiones organizadas de Occidente, al encararse al uso de la violencia para fines políticos, han negado a sus enemigos religiosos los derechos morales que promueven entre sus seguidores [...] y hasta han permitido que se perpetren actos terroristas contra los ‘infieles’”. Él continúa por medio de hacer referencia a las santas cruzadas de los días del papa Urbano II. Declara: “Se esperaba que la cruzada sometiera permanentemente al islam y se consideraba como una ‘guerra para terminar con las guerras’. El islam era visto como la encarnación de todas las fuerzas del mal; por eso, aunque el matar a un enemigo costaba al soldado cristiano una penitencia de cuarenta días, el matar musulmanes llegó a ser el ‘epítome de todas las penitencias’”. (The Rationalization of Terrorism.)

      Otras religiones también atribuyen mérito al hecho de que se mate a una persona no creyente o infiel. Creen que es un pasaporte a su paraíso celestial. Por lo tanto, la fe religiosa de un terrorista puede en realidad intensificar sus motivos respecto a matar y para llevar a cabo ataques suicidas con bombas.

      ¿Hay una solución política?

      Los expertos políticos y militares de Occidente tienen sus propias soluciones para el terrorismo, aunque no estén siempre de acuerdo en cuanto a la aplicación de estas. La norma actual para las naciones que son víctimas del terrorismo es combatir el fuego con fuego. William Casey, director de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) declara: “No podemos y no nos abstendremos de emplear la fuerza para prevenir o responder a ataques terroristas en las situaciones que ameriten el uso de la fuerza. Muchos países, incluso los Estados Unidos, tienen el poder y la capacidad que se necesitan para llevar a cabo operaciones contra grupos terroristas”. (Hydra of Carnage.)

      El ataque que los Estados Unidos lanzaron contra Libia en abril de 1986, en represalia por un ataque terrorista con bomba en un club nocturno de Berlín, ilustra esa filosofía. Pero también exige un precio inmediato... la muerte de civiles libios, considerada como inevitable por las autoridades estadounidenses, y la pérdida de un avión norteamericano con su tripulación. El terrorismo y el antiterrorismo también tienen su precio oculto... el prestigio y la credibilidad.

      Los políticos y militaristas consideran esto como un sacrificio normal en esta forma de guerra en secreto. Como escribe Benjamin Netanyahu: “En una democracia amenazada por el terrorismo todos los ciudadanos deben considerarse, en cierto sentido, como soldados en una batalla común. No deben presionar a su gobierno para que capitule o se rinda ante el terrorismo. [...] Si queremos en realidad ganar la guerra contra el terrorismo, la gente debe estar preparada para aguantar el sacrificio y aun, si ocurriera la pérdida de una persona amada, dolor inconmensurable”. (Terrorism—How the West Can Win.)

      Entonces, ¿puede la política remover las causas fundamentales del terrorismo? ¿Puede terminar con las injusticias y hacer que se calme la situación? No, de acuerdo con los comentaristas políticos. ¿Por qué no? Porque, como hemos visto en el artículo anterior, ellos dicen que la mayor parte del terrorismo es solo otro instrumento en el conflicto entre los dos grandes sistemas políticos. Por lo tanto, la política fomenta el terrorismo.

      Por ejemplo, Jean-François Revel, escritor y periodista francés, escribió: “En sus manifiestos y libros los terroristas describen sus ataques contra las democracias como la ‘estrategia de la tensión’. La idea es que es más fácil pasar del fascismo al comunismo que de la democracia al comunismo. Por lo tanto, los ‘revolucionarios’ deben primero inducir a los gobiernos democráticos hacia un comportamiento fascista a fin de edificar, en la segunda fase, un socialismo a partir de las cenizas del fascismo”. Por eso en algunos países los terroristas asesinan a oficiales militares a fin de provocar un golpe militar de derecha.

      ¿Puede la ONU contener la marea?

      C. E. Zoppo, experto en ciencias políticas, explicó lo siguiente respecto al dilema en que se halla la ONU: “No es de sorprender [...] que las Naciones Unidas no hayan podido alcanzar ningún acuerdo en cuanto a lo que constituye el terrorismo internacional o lo que sería una respuesta adecuada por parte de los estados miembros”. Esto no debería sorprender a nadie cuando comprendemos que la ONU es una arena internacional en la que las grandes potencias, al igual que alces peleando, traban los cuernos en batalla y quedan inmovilizados por la semántica.

      Otro factor es que en la ONU las naciones democráticas víctimas del terrorismo son la minoría. Es como lo ilustra Zoppo: “En una resolución de la Asamblea General de la ONU sobre el terrorismo internacional [...] aunque ‘perturbada profundamente debido a los actos de terrorismo internacional’, reafirmó ‘el derecho inalienable a autodeterminación e independencia de todos los pueblos bajo regímenes coloniales y racistas y otras formas de dominación extranjera’”. Esta misma resolución condenó “la continuación de actos represivos y terroristas por parte de regímenes coloniales, racistas y extranjeros al negarles a los pueblos su derecho legítimo de autodeterminación e independencia”.

      Por lo tanto, de acuerdo con Zoppo, la ONU ha aprobado una norma doble sobre el terrorismo. Él añade: “Implícitamente se permite el terrorismo cuando es un medio de autodeterminación nacional y se condena cuando es terror por parte del estado para impedir la independencia. Naciones recién establecidas, que se han valido del terrorismo como medio para la liberación, hallan difícil condenar a otras por esto”. (The Rationalization of Terrorism.) Por lo tanto, queda obstaculizada la eficacia de la ONU como instrumento contra el terrorismo. La moralidad no prevalece porque, como concluye diciendo Zoppo: “Básicamente la política define lo que es moral”. Mientras tanto, las víctimas inocentes del terrorismo sufren y mueren.

      Una hermandad sin terror

      Jan Schreiber explica el dilema al que se encaran las naciones: “El hecho desconcertante es que esas naciones que desean eliminar el terrorismo del mundo —y que no parecen ser la mayoría— están forzadas a contentarse con medidas a medias. O las normas de castigo no impresionan a los terroristas que se dedican a hacer sacrificios por causa de una ideología, o provocan una respuesta violenta por parte de los que aún pueden pelear”. (The Ultimate Weapon—Terrorists and World Order.)

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