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  • Improvisar las palabras a partir del bosquejo
    Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
    • Si primero escribe el discurso y luego intenta convertirlo en un esquema, o bosquejo, posiblemente le resulte difícil improvisar a partir de lo que lleva escrito. ¿Por qué? Porque ha escogido las palabras exactas que piensa emplear. Aunque utilice el esquema en la exposición, intentará recordar las palabras de la versión original. El lenguaje escrito es más formal que el hablado, y la estructura de sus frases, más compleja. Su discurso reflejará esa realidad.

      En vez de escribir el contenido de su intervención con todo detalle, intente lo siguiente: 1) Seleccione un tema y los aspectos fundamentales de este que vaya a exponer. En el caso de una disertación corta quizá baste con dos puntos principales; una más larga puede tener hasta cuatro o cinco. 2) Bajo cada punto, anote los textos que va a emplear al desarrollarlo; incluya también las ilustraciones y argumentos clave. 3) Piense en la introducción que utilizará. Puede incluso escribir una o dos oraciones. Haga lo mismo con la conclusión.

      Si bien la preparación es muy importante, no repita la disertación palabra por palabra con la intención de memorizarla. Cuando se prepare para hablar a partir del bosquejo, no ponga el acento en las palabras, sino en las ideas. Repase estas en su mente hasta que una siga a la otra con facilidad. Si el discurso tiene un desarrollo lógico y está bien estructurado, no debe resultarle difícil. Así, las ideas le acudirán libre y fácilmente a la memoria durante la exposición.

  • Improvisar las palabras a partir del bosquejo
    Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
    • Qué clase de notas utilizar. Con el tiempo y con la práctica es posible reducir el bosquejo a unas cuantas palabras para cada punto del discurso. Estas pueden escribirse, junto con los textos oportunos, en una tarjeta o en una hoja de papel para consulta rápida. En el caso del ministerio del campo, suele ser más conveniente memorizar un esquema sencillo. Si ha buscado información sobre un tema para una revisita, puede anotar unas frases breves en un trozo de papel y guardarlo entre las páginas de la Biblia. Otra posibilidad es sencillamente basar su explicación en uno de los bosquejos de “Temas bíblicos para consideración” o en el libro Razonamiento a partir de las Escrituras.

      Sin embargo, si tiene que presentar varias asignaciones en el plazo de unas cuantas semanas y quizá también pronunciar algunos discursos públicos, le convendrá disponer de notas más extensas. ¿Por qué? Para refrescar la memoria antes de cada una de esas intervenciones. Aun así, si confía demasiado en los apuntes durante la exposición —mirándolos prácticamente en cada frase—, se perderán los beneficios del discurso en el que fluyen las palabras con espontaneidad. Si usa apuntes extensos, márquelos de modo que pueda consultar con facilidad solo los pocos términos y textos resaltados que constituyen el bosquejo.

      Aunque el orador con experiencia normalmente pronunciará la mayor parte del discurso improvisando las palabras a partir de un bosquejo bien preparado, puede haber algunas ventajas en incorporar otros tipos de exposición. Por ejemplo, tal vez sea provechoso memorizar unas cuantas frases para usarlas en la introducción y en la conclusión, donde hay que combinar un buen contacto con el auditorio con oraciones que tengan fuerza y estén bien construidas. Cuando se presentan datos, cifras, citas o textos bíblicos, es adecuado leerlos, pues se capta mejor la atención.

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