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  • ¿Desaprueba la Biblia la libertad de pensamiento?
  • ¡Despertad! 1994
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¡Despertad! 1994
g94 8/6 págs. 20-21

El punto de vista bíblico

¿Desaprueba la Biblia la libertad de pensamiento?

LAS llamas se elevan al cielo mientras el fuego devora los preciosos libros con los que los oficiales alemanes alimentan la hoguera. ¿Una escena de la Alemania nazi? Sí, pero también podría reflejar lo que sucedió en el año 1199, cuando un arzobispo católico romano ordenó que se quemaran todas las Biblias en alemán.

De hecho, las quemas de libros —símbolo universal de la supresión de la libertad de pensamiento y expresión— han ocurrido en muchos sitios y en diferentes épocas. A menudo eran instigadas por líderes religiosos temerosos del efecto que la libertad de pensamiento podría tener en el hombre de la calle.

No sorprende que muchas personas crean hoy que la Biblia está en contra de la búsqueda intelectual. ¿Es eso cierto? ¿Coarta la Biblia la libertad de pensamiento?

‘Amar a Jehová con toda la mente’

La Biblia no se opone a que usemos la mente. De hecho, Jesús nos instó a ‘amar a Jehová con toda nuestra mente’. (Marcos 12:30.) Su ministerio muestra el profundo interés que tenía en los sucesos de su tiempo (Lucas 13:1-5), en la biología (Mateo 6:26, 28; Marcos 7:18, 19), en la agricultura (Mateo 13:31, 32) y en la naturaleza humana (Mateo 5:28; 6:22-24). Sus ilustraciones reflejan una clara comprensión de los principios que aparecen en la Palabra de Dios y de los antecedentes y el modo de pensar de sus oyentes, y reflejan que él meditó en la manera de hacerlos confluir.

Pablo pidió a los cristianos que rindieran un servicio a Dios con su “facultad de raciocinio”. (Romanos 12:1.) Animó a los tesalonicenses a que no se dejaran ‘sacudir prontamente de su razón mediante una expresión inspirada’ engañosa. (2 Tesalonicenses 2:2.) Tenía ciertos conocimientos de poesía griega y cretense (Hechos 17:28; Tito 1:12), así como de equipamiento y procedimientos militares (Efesios 6:14-17; 2 Corintios 2:14-16). Además, tuvo presente las costumbres locales. (Hechos 17:22, 23.)

Aunque Jesús y Pablo disfrutaron de amplia libertad de pensamiento, no se vieron a sí mismos como la autoridad suprema sobre lo correcto y lo incorrecto. En vez de anteponer sus propias ideas a las de la Biblia, Jesús citó de las Escrituras en repetidas ocasiones. Cuando Pedro le instó a pensar en una alternativa distinta a la muerte sacrificatoria que la voluntad de Dios requería de él, la rapidez y severidad de su respuesta demostró que ni siquiera daría cabida a un pensamiento como ese. (Mateo 16:22, 23.) Pablo se expresó en términos similares al dirigirse a los corintios: “Al venir a vosotros a anunciaros el testimonio de Dios no vine con ostentación de elocuencia o de filosofía”. (1 Corintios 2:1, Franquesa-Solé, 1980.) Al igual que Jesús, sus razonamientos se basaron firmemente en las Escrituras. (Hechos 17:2.)

La Biblia recomienda la plena utilización de las facultades mentales, pero no sin límites. No obstante, es el cristiano, no la congregación, quien tiene la responsabilidad de conformar su pensamiento al de Jehová. Así, cuando un nutrido grupo de efesios renunció públicamente a sus prácticas espiritistas y abrazó el cristianismo, Pablo no asumió la responsabilidad de quemar sus libros. Más bien, un “buen número de los que habían practicado artes mágicas juntaron sus libros y los quemaron delante de todos”. (Hechos 19:19.) ¿Por qué se sintieron impulsados estos cristianos a quemar sus propios libros?

La primera línea defensiva

Analice la siguiente ilustración. Una defensa militar eficaz por lo común está formada de varias líneas sucesivas de baluartes defensivos. Ningún buen general pensaría que alguna de ellas carece de importancia y la entregaría sin pelear. En la lucha de un cristiano contra el pecado también existen diferentes líneas defensivas.

Santiago 1:14, 15 afirma que “cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”. El primer paso hacia el pecado es cultivar en la mente un deseo incorrecto. Por consiguiente, la primera línea defensiva consiste en reprimir el afloramiento de ese deseo: controlar los pensamientos.

Debido a la relación que existe entre los pensamientos y las acciones, la Biblia nos advierte: “Mantengan la mente fija en las cosas de arriba, no en las cosas sobre la tierra”. (Colosenses 3:2.) Cuando los cristianos rehúsan entretener la mente en pensamientos inmorales, alusivos al espiritismo o a las ideas apóstatas, no lo hacen por temor a que estas ideas puedan ser superiores a las verdades bíblicas, sino por evitar cualquier cosa que les conduzca a un derrotero pecaminoso.

‘Todas las cosas están abiertamente expuestas’

Otra razón importante para controlar nuestros pensamientos es el amor que le tenemos a Jehová y el respeto que nos inspira su poder para conocerlos. Imagínese que un buen amigo suyo o un pariente cercano es especialmente sensible al polvo o a la suciedad. ¿Dejaría de invitar a su amigo por no realizar la limpieza suplementaria que su hogar necesita? ¿No le movería el amor a efectuar el esfuerzo que fuera necesario para mantener su casa limpia? Salmo 44:21 muestra la percepción que Jehová tiene de nuestros pensamientos más recónditos. Dice: “Él está enterado de los secretos del corazón”. Además, Pablo dijo que rendiríamos cuentas de tales pensamientos: “No hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. (Hebreos 4:13; Salmo 10:4; Proverbios 6:16, 18.)

Job reconoció que el hombre es responsable de sus pensamientos ante Dios. “Job [...] ofrecía sacrificios quemados [...]; porque, decía Job, ‘quizás mis hijos hayan pecado y hayan maldecido a Dios en su corazón’.” (Job 1:5.) Jehová puede considerar pecaminosa la simple contemplación voluntaria de un derrotero incorrecto. (Compare con Éxodo 20:17.)

La verdadera libertad de pensamiento

La Biblia insta a los cristianos a fijarse la meta de poner “bajo cautiverio todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo”. (2 Corintios 10:5.) Esto no se consigue con la imposición de restricciones por parte de los guías religiosos, sino ejerciendo autodominio en el plano individual y amando y conociendo a Jehová y sus justos principios. Con la consecución de estos objetivos, se obtiene la verdadera libertad de pensamiento, una libertad que solo las normas piadosas de Dios pueden limitar y que se ve realzada por el gozo de saber que podemos agradar a Jehová incluso con nuestros pensamientos.

[Reconocimiento en la página 20]

Del libro Bildersaal deutscher Geschichte

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