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Cómo se aficionó el mundo¡Despertad! 1986 | 8 de abril
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Así que, en la misma década en que comenzó la guerra de Crimea, la industria del cigarrillo produjo un poderoso nuevo hábito. En el transcurso de 20 años los comerciantes de tabaco dieron con la idea de emplear anuncios publicitarios atractivos y basados en algún testimonio personal, con el fin de atraer a nuevos clientes. Una máquina patentada en 1880 producía cigarrillos en cantidades masivas con el fin de mantener los precios asequibles, mientras que láminas de héroes del deporte y mujeres sonrientes ofrecían la imagen publicitaria del cigarrillo al público masculino. Pero ¿qué hacía que cada vez lo compraran más? ¡La habituación a la nicotina! Como explicó Willian Bennet, M.D., un escritor sobre temas relacionados con la salud: “La mecanización, una publicidad inteligente y las técnicas de la comercialización han hecho su aportación, sin embargo, [sin la nicotina] nunca hubieran podido vender tanta paja seca”.
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La adicción entierra a la oposición¡Despertad! 1986 | 8 de abril
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Para estrechar más el cerco en el mercado norteamericano, los publicistas se fijaron como objetivo aficionar a la mujer. A este respecto, Jerome E. Brooks dijo: “En las postrimerías de la década de los veinte la publicidad sobre el tabaco se caracterizó por haberse ‘vuelto loca’”. La publicidad mantuvo a los norteamericanos comprando cigarrillos aun durante y después de la depresión económica de 1929. Presupuestos publicitarios altísimos (unos $75.000.000, E.U.A., en 1931) se dedicaban a presentar el cigarrillo como ayuda para mantener la línea y una alternativa a los dulces. Las películas en las que se glorificaba a estrellas cinematográficas que aparecían habitualmente fumando, como Marlene Dietrich, ayudaron a crear una imagen sofisticada. De esta manera, en 1939, ya en vísperas de una nueva guerra mundial, la mujer norteamericana se había sumado al hombre en fumar unos 180.000 millones de cigarrillos.
¡Vino otra guerra! De nuevo se les dieron cigarrillos gratuitos a los soldados hasta en sus raciones de campaña. Un conocido eslogan publicitario, aprovechando el espíritu patriótico de guerra, decía: “¡El cigarrillo Lucky Strike Green se va a la guerra!”. Con un consumo que, según los cálculos, hacia el final de la II Guerra Mundial llegaba en los Estados Unidos a los 400.000 millones de cigarrillos al año, ¿quién podía poner en duda el lugar que el tabaco había alcanzado en el mundo?
De hecho, ¿quién podía poner en duda la importancia que los cigarrillos habían alcanzado en la Europa de la posguerra, donde hubo un momento en que los cartones de cigarrillos reemplazaron en el mercado negro la moneda en circulación? Los soldados americanos destacados en Europa compraban las cajetillas de cigarrillos que el estado subvencionaba por tan solo cinco centavos, y con ellas se podía pagar luego cualquier cosa, desde unos zapatos nuevos hasta una amante. Las ventas de cigarrillos exentos de impuestos en el ejército, ascendieron de 5.400 per cápita en 1945 a 21.250 en tan solo dos años.
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