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  • ¿Es el don de lenguas parte del cristianismo verdadero?
    La Atalaya 1992 | 15 de agosto
    • La Biblia muestra que siempre que se transmitía un don milagroso del espíritu estaba presente o por lo menos uno de los 12 apóstoles o el apóstol Pablo. La primera de las tres ocasiones registradas en que se habló en lenguas sucedió cuando 120 discípulos de Jesús se reunieron en Jerusalén en el Pentecostés de 33 E.C. (Hechos 2:1-4.) Tres años y medio más tarde, un grupo de italianos incircuncisos que escuchaban a Pedro predicar recibieron el espíritu santo y empezaron a ‘hablar en lenguas y a engrandecer a Dios’. (Hechos 10:44-48.) Y 19 años después del Pentecostés, alrededor de 52 E.C., Pablo habló a un grupo en Éfeso e impuso las manos sobre 12 discípulos. Ellos también “empezaron a hablar en lenguas y a profetizar”. (Hechos 19:6.)

      ¿Por qué el don de lenguas?

      Poco antes de ascender al cielo, Jesús dijo a sus seguidores: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí [...] en Jerusalén [...] y hasta la parte más distante de la tierra”. (Hechos 1:8.) Note que Jesús indicó precisamente cómo se efectuaría esta testificación monumental: con la ayuda del espíritu santo.

      La telecomunicación moderna, que nos permite enviar mensajes por toda la Tierra en muchos idiomas, no existía en aquel tiempo. Las buenas nuevas por lo general se esparcían verbalmente, de modo que el don milagroso de hablar en lenguas extranjeras sería muy útil. Así fue cuando los cristianos del primer siglo predicaron a judíos y a prosélitos en Jerusalén en el Pentecostés de 33 E.C. Partos, medos, elamitas, cretenses, árabes, habitantes de Mesopotamia, de Judea, de Capadocia, de Ponto y del distrito de Asia, así como residentes temporales procedentes de Roma, oyeron “las cosas magníficas de Dios” en su propio idioma y entendieron lo que se dijo. Tres mil personas se hicieron creyentes enseguida. (Hechos 2:5-11, 41.)

      A menudo se pasa por alto el hecho de que el hablar en lenguas era solo una de las nueve funciones del espíritu santo que el apóstol Pablo mencionó en su carta a los cristianos de Corinto. Aunque Pablo consideraba que el hablar en lenguas era un don menor, este fue valioso para la congregación primitiva, pues permitió que se esparcieran las buenas nuevas acerca del Reino celestial de Dios. Fue uno de los “dones” que contribuyeron al crecimiento y la edificación de la congregación cristiana recién formada. (1 Corintios 12:7-11; 14:24-26.)

      Las diversas funciones del espíritu santo en el primer siglo, entre ellas el hablar en lenguas, también eran prueba visible de que la congregación de Israel —que tenía 1.500 años de existencia— ya no era el pueblo especial de Dios. Sin lugar a dudas, su aprobación entonces estaba sobre la nueva congregación cristiana que había establecido su Hijo unigénito. (Compárese con Hebreos 2:2-4.)

      Aquellas manifestaciones del espíritu fueron componentes clave en la fundación de la recién formada congregación cristiana y la ayudaron a crecer hacia la madurez. Pablo explicó que después que aquellos dones milagrosos cumplieran su propósito, cesarían: “Sea que haya dones de profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas, cesarán”. (1 Corintios 13:8.)

      Sí, la Biblia dice claramente que el don de lenguas cesaría. Pero ¿cuándo? Hechos 8:18 revela que los dones del espíritu se recibían “mediante la imposición de las manos de los apóstoles”. Por lo tanto, es obvio que la transmisión de los dones del espíritu, incluso el hablar en lenguas, cesaría cuando muriera el último apóstol. Por consiguiente, cuando las personas que habían recibido esos dones de los apóstoles también terminaran su derrotero terrestre, el don milagroso cesaría. Para ese tiempo la congregación cristiana estaría bien fundada y se habría extendido a muchos países.

  • ¿Es el don de lenguas parte del cristianismo verdadero?
    La Atalaya 1992 | 15 de agosto
    • D. A. Hayes mencionó en su libro The Gift of Tongues la ocasión en que un señor rehusó interpretar lo que decía una señora que hablaba en una lengua desconocida porque “el lenguaje era muy obsceno”. ¡Qué contraste con el don de hablar en lenguas del primer siglo, que verdaderamente edificaba a la congregación! (1 Corintios 14:4-6, 12, 18.)

  • ¿Es el don de lenguas parte del cristianismo verdadero?
    La Atalaya 1992 | 15 de agosto
    • Incluso en el primer siglo, el apóstol Pablo se vio impelido a escribir a la congregación de Corinto para corregir su punto de vista en cuanto a por qué se había dado el don de lenguas a los cristianos primitivos. Parece que a algunos de ellos les fascinaba el don de lenguas y se estaban comportando como niños, inmaduros en sentido espiritual. Estaban dando demasiada importancia a “hablar en lenguas”. (1 Corintios 14:1-39.) Pablo recalcó que no todos los cristianos del primer siglo hablaban en lenguas milagrosas. No era esencial para que alcanzaran la salvación. Hasta en el tiempo en que existía este don, era secundario al don milagroso de profetizar. El hablar en lenguas ni era ni es un requisito cristiano para alcanzar la vida eterna. (1 Corintios 12:29, 30; 14:4, 5.)

  • ¿Es el don de lenguas parte del cristianismo verdadero?
    La Atalaya 1992 | 15 de agosto
    • Hablar en lenguas... y el cristianismo verdadero

      Los cristianos del primer siglo que recibieron el don de hablar en lenguas lo utilizaron para explicar las cosas magníficas de Dios. Se dio énfasis a la necesidad de interpretar claramente el mensaje que se transmitía en lenguas para que todos lo entendieran y resultara en la edificación de muchos. (1 Corintios 14:26-33.) Pablo exhortó: “A menos que por la lengua profieran habla fácil de entender, ¿cómo se sabrá lo que se está hablando? En efecto, estarán hablando al aire”. (1 Corintios 14:9.)

      Aunque el espíritu de Dios otorgó el don de lenguas a los cristianos primitivos, no hizo que hablaran en una jerigonza ininteligible e intraducible. En conformidad con el consejo de Pablo, el espíritu santo proveyó habla que resultó en que las buenas nuevas se ‘predicaran con mayor prontitud en toda la creación que está bajo el cielo’. (Colosenses 1:23.)

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