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“Regocíjense las muchas islas”La Atalaya 2015 | 15 de agosto
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¿Cómo era el proceso de traducción? Primero traducíamos todo a mano. Después pasábamos el texto a máquina una y otra vez hasta dejarlo sin errores. Entonces lo enviábamos por correo a Australia. Allí había dos hermanas que ingresaban la información en la computadora. Como ninguna de ellas hablaba el idioma, cada una introducía por separado el mismo texto, y luego se hacía una comparación. Aquel sistema permitía que se eliminaran casi todos los errores. Una vez que se combinaba el texto con las imágenes, nos enviaban las páginas para que las revisáramos, y nosotros las devolvíamos para que se imprimiera la publicación.
¡Cómo han cambiado las cosas! Ahora los traductores escriben el texto directamente en computadoras. En la mayoría de los casos, el texto se combina con las imágenes en el mismo lugar donde se traduce y los archivos se envían a las sucursales impresoras por internet. Ya no hace falta ir a toda prisa al correo para hacer los envíos.
RECIBIMOS NUEVAS ASIGNACIONES
Con el paso de los años, Jenny y yo recibimos varias asignaciones por todo el Pacífico sur. En 1985 nos enviaron de Tuvalu a la sucursal de Samoa. Allí apoyamos las labores de traducción al samoano, tongano y toquelao, además de seguir con el tuvaluano.b Luego, en 1996, recibimos una asignación parecida en la sucursal de Fiyi, donde ayudamos a traducir al fiyiano, kiribatiano, nauruano, rotumano y tuvaluano.
Uso publicaciones en tuvaluano para enseñar a la gente
No deja de admirarme el esfuerzo y entusiasmo con el que siguen trabajando nuestros traductores. Aunque su labor no es fácil y puede ser agotadora, estos fieles hermanos la realizan con esmero, pues, tal como Jehová, desean que las buenas nuevas lleguen a gente de “toda nación y tribu y lengua y pueblo” (Rev. 14:6). Por ejemplo, cuando se estaba organizando el equipo para traducir por primera vez la revista La Atalaya al tongano, me reuní con todos los ancianos de Tonga para preguntarles quién podría encargarse de la labor. Uno de ellos, que era mecánico y tenía un empleo muy bueno, se ofreció a renunciar de inmediato para empezar al día siguiente. Su excelente disposición me conmovió, pues era padre de familia y no sabía cómo iba a mantenerla. Sin embargo, Jehová los cuidó y él fue traductor durante muchos años.
Nuestros traductores tienen la misma actitud que el Cuerpo Gobernante, el cual está muy interesado en atender las necesidades espirituales de los grupos lingüísticos con pocos hablantes. Recuerdo que en cierta ocasión surgió la duda de si valía la pena tanto esfuerzo para traducir las publicaciones al tuvaluano. Cuando se consultó al Cuerpo Gobernante sobre el asunto, recibimos una respuesta que me animó mucho. La carta decía en parte: “No vemos absolutamente ninguna razón por la que deberían dejar de traducir al tuvaluano. Aunque es cierto que el idioma no tiene tantos hablantes como otros, la gente necesita escuchar las buenas nuevas en su lengua materna”.
Bautismo en una laguna
En 2003, a Jenny y a mí nos trasladaron de la sucursal de Fiyi a Servicios de Traducción en Patterson, Nueva York. ¡Fue un sueño hecho realidad! Pasamos a formar parte de un departamento que ayuda a los equipos de traducción de todo el mundo. Por los siguientes dos años tuvimos el privilegio de capacitar a traductores de muchos países.
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“Regocíjense las muchas islas”La Atalaya 2015 | 15 de agosto
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¿Recuerda la reunión del año 2000 que mencioné al comienzo? El Cuerpo Gobernante se había dado cuenta de que era necesario preparar mejor a los traductores, pues la mayoría no había recibido ningún curso de formación. Después de reunirnos con el Comité de Redacción, el Cuerpo Gobernante decidió poner en marcha un programa mundial de capacitación que incluía, entre otras cosas, cursos de comprensión del inglés, técnicas de traducción y trabajo en equipo.
¿Qué resultados se han obtenido? Para empezar, ha mejorado la calidad de la traducción. Además ha aumentado muchísimo el número de idiomas en los que tenemos publicaciones. Por ejemplo, en 1979, cuando fuimos nombrados misioneros, la revista La Atalaya se publicaba en 82 idiomas y, en la mayoría de los casos, la revista aparecía varios meses después que en inglés. Ahora se publica en más de 240 idiomas y la mayoría aparece al mismo tiempo. Actualmente, nuestras publicaciones están disponibles en más de 700 idiomas, algo que hace tan solo unos años hubiera sido impensable.
En 2004, el Cuerpo Gobernante tomó otra decisión histórica: traducir la Biblia a más idiomas en el menor tiempo posible. Gracias a eso, muchas más personas pueden leer la Traducción del Nuevo Mundo en su lengua materna. En 2014, nuestra traducción de la Biblia se había impreso, completa o en parte, en 128 idiomas, incluidos varios de los que se hablan en el Pacífico sur.
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“Regocíjense las muchas islas”La Atalaya 2015 | 15 de agosto
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Al repasar mi vida, me emociona pensar en el cariño con el que nuestro Padre celestial cuida a gente de todos los idiomas, incluso de los menos hablados (Sal. 49:1-3). Es conmovedor ver cómo se les ilumina el rostro a quienes reciben por primera vez nuestras publicaciones en su lengua materna o cantan alabanzas a Jehová en el idioma de su corazón (Hech. 2:8, 11). Recuerdo como si fuera ayer las palabras de Saulo Teasi, un hermano mayor de Tuvalu. Después de cantar una canción del Reino por primera vez en su idioma, me dijo: “Deberías decirle al Cuerpo Gobernante que estas canciones suenan mucho mejor en tuvaluano que en inglés”.
En septiembre de 2005 tuve el inesperado privilegio de ser nombrado miembro del Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová. Aunque ya no traduzco publicaciones, le doy gracias a Dios porque puedo seguir colaborando con el trabajo de traducción que se realiza por todo el mundo.
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