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“Regocíjense las muchas islas”La Atalaya 2015 | 15 de agosto
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MIS PRIMEROS PASOS COMO TRADUCTOR
En 1980, la sucursal nos encargó que tradujéramos algunas publicaciones al tuvaluano, un trabajo para el que desde luego no nos sentíamos preparados (1 Cor. 1:28, 29). Le compramos una copiadora manual al gobierno y con ella imprimíamos las publicaciones para las reuniones. De hecho, tradujimos el libro La verdad que lleva a vida eterna y lo imprimimos en nuestra copiadora. Todavía recuerdo el fuerte olor a tinta y el gran esfuerzo que requería hacer aquellas impresiones en medio del calor tropical. Por si fuera poco, en aquella época no había electricidad.
La traducción era todo un desafío, pues teníamos muy pocas obras de consulta. Con todo, a veces recibíamos ayuda de donde menos esperábamos. Cierta mañana prediqué por error en la casa de un señor que no quería saber nada de nosotros; el señor ya era mayor y había sido maestro. En cuanto abrió, me dijo que no volviera a llamar a su puerta, pero antes de cerrar añadió: “Ya que ha venido, le diré algo: en sus traducciones usan demasiado la voz pasiva, pero aquí la gente no habla así”. Otras personas a las que les pregunté opinaban lo mismo, así que corregimos el problema. Me asombró mucho que aquel hombre leyera nuestras publicaciones y que Jehová lo hubiera utilizado para ayudarnos.
Noticias del Reino número 30 en tuvaluano
Lo primero que tradujimos para el público fue la invitación a la Conmemoración, seguida del tratado Noticias del Reino número 30, que se publicó al mismo tiempo que en inglés. ¡Qué alegría nos daba poder darle a la gente algo que leer en su propio idioma! Poco a poco fueron apareciendo folletos y libros en tuvaluano. En 1983, la sucursal de Australia comenzó a imprimir una edición trimestral de 24 páginas de La Atalaya, lo que nos permitía estudiar un promedio de siete párrafos cada semana. La respuesta de la comunidad no se hizo esperar. Como a los tuvaluanos les encanta leer, nuestras publicaciones se hicieron muy populares. Cada vez que salía una nueva, la estación de radio del gobierno daba un anuncio. A veces esa era la noticia más importante del día.a
¿Cómo era el proceso de traducción? Primero traducíamos todo a mano. Después pasábamos el texto a máquina una y otra vez hasta dejarlo sin errores. Entonces lo enviábamos por correo a Australia. Allí había dos hermanas que ingresaban la información en la computadora. Como ninguna de ellas hablaba el idioma, cada una introducía por separado el mismo texto, y luego se hacía una comparación. Aquel sistema permitía que se eliminaran casi todos los errores. Una vez que se combinaba el texto con las imágenes, nos enviaban las páginas para que las revisáramos, y nosotros las devolvíamos para que se imprimiera la publicación.
¡Cómo han cambiado las cosas! Ahora los traductores escriben el texto directamente en computadoras. En la mayoría de los casos, el texto se combina con las imágenes en el mismo lugar donde se traduce y los archivos se envían a las sucursales impresoras por internet. Ya no hace falta ir a toda prisa al correo para hacer los envíos.
RECIBIMOS NUEVAS ASIGNACIONES
Con el paso de los años, Jenny y yo recibimos varias asignaciones por todo el Pacífico sur. En 1985 nos enviaron de Tuvalu a la sucursal de Samoa. Allí apoyamos las labores de traducción al samoano, tongano y toquelao, además de seguir con el tuvaluano.b Luego, en 1996, recibimos una asignación parecida en la sucursal de Fiyi, donde ayudamos a traducir al fiyiano, kiribatiano, nauruano, rotumano y tuvaluano.
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“Regocíjense las muchas islas”La Atalaya 2015 | 15 de agosto
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Recuerdo que en cierta ocasión surgió la duda de si valía la pena tanto esfuerzo para traducir las publicaciones al tuvaluano. Cuando se consultó al Cuerpo Gobernante sobre el asunto, recibimos una respuesta que me animó mucho. La carta decía en parte: “No vemos absolutamente ninguna razón por la que deberían dejar de traducir al tuvaluano. Aunque es cierto que el idioma no tiene tantos hablantes como otros, la gente necesita escuchar las buenas nuevas en su lengua materna”.
Bautismo en una laguna
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