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  • Se lo llevan a Anás y después a Caifás
    Jesús: el camino, la verdad y la vida
    • Luego Anás hace que se lleven a Jesús ante su yerno Caifás.

      A estas alturas ya están reunidos en la casa de Caifás todos los miembros del Sanedrín: el sumo sacerdote actual, los ancianos del pueblo y los escribas. Llevar a cabo un juicio como este en la noche de la Pascua va contra la ley, pero eso no los detiene; siguen adelante con su malvado plan.

      Es muy difícil que este grupo tome una decisión imparcial. Después que resucitó a Lázaro, decidieron que Jesús debía morir (Juan 11:47-53). Y, pocos días antes, las autoridades religiosas tramaron un plan para atrapar a Jesús y matarlo (Mateo 26:3, 4). Está claro, Jesús ya está prácticamente condenado a muerte aun antes de que empiece el juicio.

      Además de llevar a cabo esta reunión de manera ilegal, los sacerdotes principales y otros miembros del Sanedrín están buscando testigos que aporten pruebas falsas para montar una acusación contra Jesús. Encuentran a muchos, pero sus testimonios no coinciden. Al final, se presentan dos testigos que afirman: “Nosotros le oímos decir: ‘Yo derribaré este templo que fue hecho por la mano del hombre y en tres días levantaré otro que no estará hecho por la mano del hombre’” (Marcos 14:58). Sin embargo, ni siquiera las historias de estos dos testigos concuerdan del todo.

      Caifás le pregunta a Jesús: “¿No respondes nada? ¿Qué hay de lo que estos hombres testifican contra ti?” (Marcos 14:60). Jesús se queda callado ante la acusación falsa montada con testimonios que no concuerdan. Entonces Caifás cambia de estrategia.

      Él sabe que a los judíos les irrita que alguien afirme ser el Hijo de Dios. En ocasiones anteriores, cuando Jesús ha expresado que Dios es su Padre, los judíos han querido matarlo, alegando que estaba “haciéndose igual a Dios” (Juan 5:17, 18; 10:31-39). Caifás, consciente de lo que piensan, actúa con astucia y le manda a Jesús: “¡Te ordeno que nos digas bajo juramento delante del Dios vivo si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!” (Mateo 26:63). Por supuesto, Jesús ha reconocido antes que su Padre es Dios (Juan 3:18; 5:25; 11:4). Y, si no lo admitiera ahora, podría dar a entender que él niega ser el Cristo y el Hijo de Dios. Así que responde: “Lo soy. Y ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del poder y viniendo con las nubes del cielo” (Marcos 14:62).

      Al oír eso, Caifás se rasga la ropa con un gesto dramático y exclama: “¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes acaban de oír la blasfemia! ¿Cuál es su opinión?”. Entonces el Sanedrín dicta la injusta sentencia: “¡Merece morir!” (Mateo 26:65, 66).

      Ahora comienzan a burlarse de Jesús y a darle puñetazos. Otros le escupen en la cara y le dan bofetadas. Luego le cubren el rostro, lo abofetean de nuevo y le preguntan con sarcasmo: “¡Profetiza! ¿Quién es el que te pegó?” (Lucas 22:64). ¡Ahí está el propio Hijo de Dios sufriendo maltratos en un juicio nocturno completamente ilegal!

  • Pedro niega conocer a Jesús
    Jesús: el camino, la verdad y la vida
    • Mientras tanto, el juicio contra Jesús sigue adelante, quizás en una parte de la casa de Caifás más alta que el patio. Puede ser que Pedro y los demás que esperan abajo vean entrar y salir a los testigos que pasan a declarar.

  • Pedro niega conocer a Jesús
    Jesús: el camino, la verdad y la vida
    • Luego, cuando Anás envía a Jesús al sumo sacerdote, Caifás, los dos apóstoles lo siguen de lejos. Probablemente tengan una mezcla de sentimientos: por un lado, temor por su propia vida y, por otro, preocupación por lo que le sucederá a su Maestro.

      Juan conoce al sumo sacerdote y por eso logra entrar en el patio de la casa de Caifás.

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