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Pilato y Herodes consideran inocente a JesúsJesús: el camino, la verdad y la vida
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Pilato se dirige de nuevo a la multitud que está esperando fuera del palacio. Al parecer, Jesús está junto a él. Entonces Pilato les dice a los sacerdotes principales y a los que están con ellos: “Yo a este hombre no lo encuentro culpable de ningún delito”.
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Pilato y Herodes consideran inocente a JesúsJesús: el camino, la verdad y la vida
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Cuando Jesús regresa, Pilato reúne a los sacerdotes principales, a los gobernantes judíos y al pueblo, y les dice: “Lo interrogué delante de ustedes y no encontré ninguna base para las acusaciones que presentan contra él. De hecho, Herodes tampoco, porque nos lo devolvió. Miren, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Por lo tanto, lo castigaré y lo pondré en libertad” (Lucas 23:14-16).
Pilato desea liberar a Jesús porque se da cuenta de que los sacerdotes lo han entregado solo por envidia. Además, encuentra otro motivo para hacerlo. Mientras está sentado en el tribunal, su esposa le envía este mensaje: “No tengas nada que ver con ese hombre justo. Hoy sufrí mucho en un sueño [aparentemente de origen divino] a causa de él” (Mateo 27:19).
Pilato sabe que debe liberar a este hombre inocente. Pero ¿lo logrará?
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Pilato declara: “¡Miren! ¡El hombre!”Jesús: el camino, la verdad y la vida
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A la multitud que está pidiendo la muerte de Jesús, Pilato ya le ha dicho: “No encontré ninguna base para las acusaciones que presentan contra él. De hecho, Herodes tampoco” (Lucas 23:14, 15). Ahora, busca otra manera de salvar a Jesús y le dice al pueblo: “Ustedes tienen la costumbre de que les ponga en libertad a un preso durante la Pascua. ¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?” (Juan 18:39).
Pilato sabe que en la cárcel está un hombre llamado Barrabás, que es un ladrón, un enemigo del gobierno y un asesino. Así que pregunta: “¿A quién quieren que les ponga en libertad: a Barrabás, o a Jesús, al que llaman Cristo?”. El pueblo, influenciado por los sacerdotes principales, pide que se libere a Barrabás y no a Jesús. Pero Pilato pregunta de nuevo: “¿A cuál de los dos quieren que les ponga en libertad?”. Y la gente responde: “¡A Barrabás!” (Mateo 27:17, 21).
Decepcionado, Pilato les pregunta: “Entonces, ¿qué hago con Jesús, al que llaman Cristo?”. Todos contestan: “¡Al madero con él!” (Mateo 27:22). Al pueblo le tendría que dar vergüenza pedir la muerte de un hombre inocente. Pilato protesta: “Pero ¿por qué? ¿Qué mal ha hecho este hombre? Yo no he encontrado en él nada que merezca la muerte. Por lo tanto, lo castigaré y lo pondré en libertad” (Lucas 23:22).
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Pilato declara: “¡Miren! ¡El hombre!”Jesús: el camino, la verdad y la vida
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La extraordinaria dignidad y fortaleza de Jesús ante este maltrato impresionan a Pilato, quien de nuevo intenta librarse de la responsabilidad de la muerte de Jesús. Por eso les dice: “¡Escuchen! Lo traigo aquí afuera para que sepan que no encuentro que sea culpable de nada”. Quizás Pilato piensa que el pueblo cambiará de opinión al ver a Jesús golpeado y cubierto de sangre. Mientras Jesús permanece de pie ante la cruel multitud, Pilato declara: “¡Miren! ¡El hombre!” (Juan 19:4, 5).
Aunque Jesús está golpeado y herido, demuestra una dignidad y serenidad que llaman la atención de Pilato, pues sus palabras reflejan una mezcla de respeto y lástima.
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Se llevan a Jesús al lugar de ejecuciónJesús: el camino, la verdad y la vida
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Impresionado por el comportamiento y las palabras de Jesús, y temiendo cada vez más que sea un dios, Pilato intenta de nuevo ponerlo en libertad. Sin embargo, los judíos presionan a Pilato con algo que también debe asustarlo: “¡Si lo pones en libertad, no eres amigo de César! ¡Todo el que se hace rey se opone a César!” (Juan 19:12).
El gobernador saca afuera a Jesús una vez más, se sienta en el tribunal y le dice al pueblo: “¡Miren! ¡Su rey!”. Pero los judíos no cambian de opinión y gritan: “¡Fuera! ¡Fuera! ¡Al madero con él!”. Pilato les pregunta: “¿Entonces ejecuto a su rey?”. Aunque los judíos llevan mucho tiempo sufriendo bajo el dominio romano, los sacerdotes principales se atreven a afirmar: “No tenemos más rey que César” (Juan 19:14, 15).
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