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  • Jehová, el “Libertador”, protege a sus siervos de tiempos bíblicos
    La Atalaya 2008 | 15 de septiembre
    • Jehová, el “Libertador”, protege a sus siervos de tiempos bíblicos

      “Oh Dios, de veras obra rápidamente a favor de mí. Tú eres mi ayuda y el Proveedor de escape para mí.” (SAL. 70:5.)

      1, 2. a) ¿En qué situaciones acuden a Dios por ayuda muchos de sus siervos? b) ¿Qué pregunta surge, y dónde encontramos la respuesta?

      UN MATRIMONIO que se encuentra de vacaciones recibe la noticia de que su hija de 23 años ha desaparecido misteriosamente. Se sospecha que ha sido víctima de un crimen. Durante el trayecto de regreso a casa no dejan de suplicarle a Jehová que los ayude. A un Testigo de 20 años de edad le diagnostican una enfermedad que lo dejará completamente paralizado. El joven le ora a Jehová de inmediato. Una madre que cría sola a una niña de 12 años no consigue encontrar trabajo y ya no le queda dinero para comprar comida, de modo que le ora a Jehová con todas sus fuerzas. Como vemos, cuando los cristianos se enfrentan a situaciones muy difíciles, lo primero que hacen es acudir a Dios. ¿Ha implorado usted la ayuda divina en alguna situación desesperada?

      2 Pero tal vez nos preguntemos: “¿De verdad podemos esperar que Jehová responda nuestros ruegos?”. En el Salmo 70 encontramos una respuesta muy fortalecedora. Este conmovedor salmo fue escrito por David, un fiel siervo de Jehová que sufrió mucho. Esto es lo que dijo de Jehová: “Tú eres mi ayuda y el Proveedor de escape”, o “Libertador” (según la versión Nueva Reina-Valera, 1990) (Sal. 70:5). Un breve análisis del Salmo 70 nos convencerá de que también nosotros podemos acudir a Jehová en los malos momentos con la plena confianza de que será nuestro Libertador.

      Jehová, el Libertador

      3. a) ¿Qué súplicas contiene el Salmo 70? b) ¿De qué está convencido David?

      3 David comienza y termina el Salmo 70 suplicando con vehemencia la ayuda de Jehová, rogándole que se dé prisa, que lo libre rápidamente (léase Salmo 70:1-5). En los versículos 2 y 3 hay varias súplicas relacionadas con los enemigos de David. El salmista le pide a Dios que frustre los planes de aquellos que quieren matarlo y que los avergüence por su maldad. En el versículo 4, los ruegos se centran en los siervos de Dios. David pide que quienes buscan a Jehová se sientan impulsados a regocijarse y a engrandecer su nombre. Concluye dirigiéndole estas palabras a Jehová: “Tú eres mi ayuda y el Proveedor de escape”, o Libertador. Si nos fijamos bien, ahora David no expresa un deseo, sino una firme convicción: Dios es su ayuda, él lo salvará.

      4, 5. ¿Qué indica el Salmo 70 sobre David? ¿Y de qué podemos estar seguros nosotros también?

      4 ¿Qué indica el Salmo 70 sobre David? Muestra que cuando se enfrentó a sus enemigos, que deseaban verlo muerto, no quiso tomarse la justicia por su propia mano. Por el contrario, dejó que Jehová se encargara de ellos en el momento y de la manera que él quisiera (1 Sam. 26:10). David nunca dudó de que Jehová ayuda y libra a quienes lo buscan (Heb. 11:6). Además, siempre estuvo convencido de que los siervos de Dios tienen muchas razones para ser felices y para alabarlo hablándoles a los demás de su grandeza (Sal. 5:11; 35:27).

      5 Al igual que David, nosotros podemos estar totalmente seguros de que Jehová también es nuestro Libertador y de que podemos contar con su ayuda. Por eso, cuando nos enfrentemos a problemas angustiosos o nos sintamos desesperados, no está mal que le pidamos a Jehová que nos auxilie rápidamente (Sal. 71:12). Ahora bien, ¿de qué manera puede responder Jehová nuestras súplicas? Antes de contestar esta pregunta, analicemos tres formas en las que Dios libró a David, es decir, lo ayudó en momentos de necesidad.

      Lo libra de sus enemigos

      6. ¿Qué relatos convencieron a David de que Jehová puede librar a los justos?

      6 Por lo que había leído en las Escrituras que estaban disponibles en su tiempo, David sabía que los justos pueden contar con la ayuda divina. Por ejemplo, cuando Jehová trajo un diluvio para destruir a la gente malvada, protegió a Noé y a su devota familia (Gén. 7:23). Cuando hizo que cayera del cielo fuego y azufre sobre los pervertidos habitantes de Sodoma y Gomorra, ayudó a escapar al justo Lot y a sus dos hijas (Gén. 19:12-26). Y cuando destruyó al orgulloso faraón y a su ejército en el mar Rojo, protegió a su pueblo y lo libró de un fin terrible (Éxo. 14:19-28). Con razón dijo David en otro salmo que Jehová es “un Dios de hechos salvadores” (Sal. 68:20).

      7-9. a) ¿Qué otra razón tenía David para confiar en Dios? b) ¿A quién atribuyó David el mérito por seguir con vida?

      7 Pero David tenía otra razón para confiar totalmente en que Jehová podía salvarlo: él mismo había comprobado cómo los “brazos eternos” de Jehová protegen a sus siervos (Deu. 33:27, Nueva Biblia Española). De hecho, en más de una ocasión, Jehová lo había librado de las garras de “enemigos encolerizados” (Sal. 18:17-19, 48). Veamos un ejemplo.

      8 Cuando las mujeres israelitas comenzaron a elogiar a David por sus hazañas militares, el rey Saúl sintió tantos celos que en dos ocasiones le arrojó una lanza (1 Sam. 18:6-9). En ambos casos, David logró esquivar el mortal ataque. ¿Qué lo ayudó a salir ileso? ¿Ser un ágil guerrero con buenos reflejos? No. La Biblia da la respuesta: “Jehová estaba con él” (léase 1 Samuel 18:11-14). Hasta el propio “Saúl llegó a ver y saber que Jehová estaba con David” cuando más adelante fracasó su plan de hacer que David muriera a manos de los filisteos (1 Sam. 18:17-28).

      9 ¿A quién atribuyó David el mérito por seguir con vida? La respuesta la encontramos en el Salmo 18, una canción que, según indica su encabezamiento, fue compuesta por David “el día en que Jehová lo hubo librado [...] de la mano de Saúl”. Él expresó esta convicción: “Jehová es mi peñasco y mi plaza fuerte y el Proveedor de escape para mí. Mi Dios es mi roca. En él me refugiaré” (Sal. 18:2). ¿Verdad que es muy animador saber que Jehová puede librar a sus siervos? (Sal. 35:10.)

      Lo sostiene durante su enfermedad

      10, 11. ¿Cuándo es probable que sufriera David la enfermedad mencionada en el Salmo 41, y cómo lo sabemos?

      10 Según el Salmo 41, en cierta ocasión el rey David enfermó gravemente y estuvo por un tiempo postrado en cama. Su estado era tan crítico que algunos de sus enemigos creyeron que no se recuperaría (versículos 7 y 8). ¿Cuándo sucedieron estos hechos? Por lo que dice el salmo, tal vez nos venga a la mente la turbulenta época en que su hijo Absalón trataba de arrebatarle el trono (2 Sam. 15:6, 13, 14).

      11 Por ejemplo, David habla de la traición de un amigo íntimo, de alguien que comía pan con él (versículo 9). Esto nos recuerda a Ahitofel, el consejero de confianza que lo traicionó y decidió sumarse a la rebelión de Absalón (2 Sam. 15:31; 16:15). ¿Podemos imaginarnos cómo se sentiría el rey David estando en cama, sin fuerzas para levantarse, rodeado de conspiradores que deseaban su muerte para llevar a cabo sus perversos planes? (Versículo 5.)

      12, 13. a) ¿De qué manera expresó David su confianza en Jehová? b) ¿Cómo fortaleció Dios a David?

      12 David nunca dejó de confiar en su Libertador. De hecho, él sabía lo que Jehová hace cuando uno de sus siervos enferma: “En el día de calamidad Jehová le proveerá escape. Jehová mismo lo sustentará sobre un diván de enfermedad; ciertamente cambiarás toda su cama durante su enfermedad” (versículos 1 y 3). Al decir que Jehová mismo sustentaría a su siervo, David expresa la gran confianza que tenía en que Dios lo iba a ayudar. Ahora bien, ¿cómo haría eso Jehová?

      13 Aunque David no esperaba que Jehová lo curara milagrosamente, tenía claro que lo sustentaría, es decir, que lo fortalecería y le daría todo su apoyo durante la enfermedad. Y lo cierto es que David necesitaba su ayuda, pues además de estar enfermo, estaba rodeado de enemigos que decían cosas muy crueles sobre él (versículos 5 y 6). Es posible que Jehová lo haya fortalecido ayudándolo a centrarse en pensamientos positivos. Fijémonos en lo que dijo el propio David: “A causa de mi integridad me has sostenido” (versículo 12). Puede que a David le haya animado pensar que pese a su mala salud y a todo lo que decían sus enemigos, Jehová lo consideraba un hombre íntegro. Al final David se recuperó. ¡Qué bueno es saber que Jehová puede sostener a los enfermos! (2 Cor. 1:3.)

      Satisface sus necesidades

      14, 15. ¿En qué aprieto se vieron David y sus hombres, y qué ayuda recibieron?

      14 Como rey de Israel, David disfrutaba de los mejores manjares. Incluso podía tener invitados a su mesa (2 Sam. 9:10). Sin embargo, también sabía lo que era vivir en escasez. Veamos un ejemplo. A causa de la rebelión que Absalón organizó en su contra, David y sus hombres tuvieron que abandonar Jerusalén y huir a Galaad, al este del río Jordán (2 Sam. 17:22, 24). Estos fugitivos se vieron enseguida necesitados de comida, bebida y descanso. Pero ¿cómo satisfarían sus necesidades en esta zona remota?

      15 Cuando David y sus hombres finalmente llegaron a la ciudad de Mahanaim, se encontraron con Sobí, Makir y Barzilai. Estos tres hombres valientes le dieron todo su apoyo a David, el rey elegido por Dios. Al hacerlo se jugaron la vida, pues si Absalón finalmente se quedaba con el trono, no dudaría en castigar severamente a cualquiera que hubiera apoyado a su padre. Al ver el aprieto en que se hallaban David y los suyos, estos tres súbditos leales les proporcionaron todo lo que necesitaban: trigo, cebada, grano tostado, habas, lentejas, miel, mantequilla, ovejas, y hasta camas para que pudieran descansar bien (léase 2 Samuel 17:27-29). Aquella impresionante muestra de hospitalidad y lealtad tuvo que haber conmovido a David. Seguro que jamás olvidó lo que hicieron por él.

      16. ¿Quién se encargó realmente de satisfacer las necesidades de David y sus hombres?

      16 Pero ¿quién se encargó realmente de satisfacer las necesidades de David y sus hombres? David estaba convencido de que Dios cuida de su pueblo. Si lo desea, Jehová puede hacer que sus siervos se sientan impulsados a socorrer a cualquier compañero necesitado. David siempre tuvo claro que la bondad de aquellos tres hombres fue en realidad una expresión del cariño de Jehová. Basándose en su propia experiencia, escribió hacia el final de su vida: “Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan” (Sal. 37:25). ¿Verdad que es muy reconfortante saber que Jehová siempre satisface las necesidades de sus siervos? (Pro. 10:3.)

      “Jehová sabe librar de la prueba”

      17. ¿Qué se ha demostrado una y otra vez?

      17 David fue solo uno de los muchos siervos de tiempos bíblicos que Jehová libró. La historia ha demostrado una y otra vez lo ciertas que son las palabras del apóstol Pedro: “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa” (2 Ped. 2:9). Veamos dos ejemplos.

      18. ¿Cómo salvó Jehová a su pueblo en el tiempo de Ezequías?

      18 En el siglo VIII antes de nuestra era, el poderoso ejército asirio invadió Judá y amenazó Jerusalén. Ante aquella situación, el rey Ezequías hizo el siguiente ruego: “Oh Jehová nuestro Dios, sálvanos [...] para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú solo” (Isa. 37:20). Es interesante notar que la principal preocupación del rey era el nombre y la reputación de Dios. Pues bien, Jehová respondió su ruego y envió un ángel, que derribó en una sola noche a 185.000 asirios, salvando así a sus siervos fieles (Isa. 37:32, 36).

      19. ¿Qué advertencia salvó la vida de los cristianos del siglo primero?

      19 Unos días antes de morir, Jesús hizo una advertencia profética a sus discípulos de Judea (léase Lucas 21:20-22). Pero pasaron décadas hasta que se cumplieron aquellas palabras. En el año 66, el ejército romano sitió Jerusalén con el fin de aplastar la revuelta judía. Las legiones comandadas por Cestio Galo lograron socavar una sección de la muralla del templo, pero de repente se retiraron. Los cristianos fieles se dieron cuenta de que tenían ante sí la oportunidad de salvarse de la destrucción que había predicho Jesús, y huyeron a las montañas. Los romanos regresaron en el año 70, y esta vez destruyeron por completo a Jerusalén. Los discípulos que habían hecho caso de la advertencia de Jesús se libraron de aquella calamidad (Luc. 19:41-44).

      20. ¿Por qué podemos estar seguros de que Jehová será nuestro Libertador?

      20 Repasar ejemplos de la historia que nos muestran que Jehová siempre ayuda a su pueblo fortalece nuestra fe y confianza en él. Sin importar las circunstancias que podamos afrontar ahora o en el futuro, tenemos razones para confiar plenamente en nuestro Libertador. Ahora bien, ¿de qué manera nos libra Jehová en la actualidad? ¿Qué ocurrió con los cristianos mencionados al principio del artículo? Estas preguntas se contestarán en el siguiente artículo.

  • Jehová es nuestro Libertador
    La Atalaya 2008 | 15 de septiembre
    • Jehová es nuestro Libertador

      “Jehová los ayudará y les proveerá escape.” (SAL. 37:40.)

      1, 2. ¿Qué verdad fundamental resulta muy fortalecedora?

      A MEDIDA que la Tierra va girando, la sombra que proyecta el Sol sobre los objetos va cambiando de posición. Sin embargo, el Creador del Sol y la Tierra nunca cambia (Mal. 3:6). “Con él —dice la Biblia— no hay la variación del giro de la sombra.” (Sant. 1:17.) Esta verdad fundamental nos reconforta y fortalece, sobre todo cuando afrontamos dificultades. ¿Por qué?

      2 Como vimos en el artículo anterior, Jehová fue un “Libertador” para sus siervos de tiempos bíblicos (Sal. 70:5, Nueva Reina-Valera, 1990). Y puesto que él no cambia y siempre es fiel a su palabra, sus siervos de la actualidad podemos estar completamente seguros de que a nosotros también nos ayudará y protegerá (Sal. 37:40). Pues bien, ¿qué ha hecho Jehová para proteger a su pueblo hoy día? ¿Y cómo puede protegernos a cada uno de nosotros individualmente?

      Nos libra de los enemigos

      3. ¿Por qué podemos estar seguros de que los opositores no impedirán que el pueblo de Jehová siga predicando las buenas nuevas?

      3 Por mucho que se oponga Satanás, jamás podrá impedir que los testigos de Jehová le den a su Dios la adoración que se merece. La Palabra de Dios afirma: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito, y sea cual sea la lengua que se levante contra ti en el juicio, la condenarás” (Isa. 54:17). Los opositores han tratado de impedir que el pueblo de Dios cumpla con su comisión de predicar, pero han fracasado en el intento. Veamos dos ejemplos que así lo demuestran.

      4, 5. ¿A qué problemas se enfrentó el pueblo de Jehová en 1918, y cuál fue el resultado?

      4 En 1918 el clero lanzó una oleada de persecución contra el pueblo de Jehová para silenciar su predicación. El 7 de mayo el gobierno federal de Estados Unidos emitió órdenes de detención contra J. F. Rutherford, que estaba al frente de la obra mundial, y contra otros miembros de las oficinas centrales. Pesaban contra ellos cargos de conspiración. Menos de dos meses después y tras un injusto proceso judicial, al hermano Rutherford y a sus colaboradores se les declaró culpables y recibieron largas condenas de prisión. ¿Lograrían los enemigos paralizar para siempre la predicación? Por supuesto que no.

      5 Recordemos la promesa de Jehová: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito”. Nueve meses después, el 26 de marzo de 1919, sucedió algo totalmente inesperado: el hermano Rutherford y sus colaboradores fueron puestos en libertad bajo fianza. Y al año siguiente, el 5 de mayo de 1920, se retiraron los cargos. Los hermanos utilizaron su libertad para seguir adelante con la obra del Reino. ¿Tuvieron buenos resultados? Solo hace falta fijarse en el increíble aumento que ha habido desde entonces. ¿Y a quién se debe el éxito? A nuestro Libertador (1 Cor. 3:7).

      6, 7. a) ¿Qué campaña se emprendió en la Alemania nazi contra los testigos de Jehová, y cuál fue el resultado? b) ¿Qué demuestra la historia moderna de los testigos de Jehová?

      6 Veamos ahora un segundo ejemplo. En 1934 Adolf Hitler afirmó que eliminaría a los testigos de Jehová de Alemania, y estaba hablando muy en serio. Después de aquella declaración se arrestó y encarceló a muchísimos hermanos. Miles fueron maltratados y más de doscientos cincuenta fueron asesinados en campos de concentración. ¿Logró Hitler exterminar a los Testigos? ¿Consiguió detener la predicación de las buenas nuevas en Alemania? ¡De ninguna manera! Durante la persecución, nuestros hermanos siguieron predicando clandestinamente. Y tras la caída del régimen nazi, aprovecharon su libertad para seguir predicando. Hoy hay más de ciento sesenta y cinco mil publicadores del Reino en Alemania. Así pues, nuestro Libertador ha cumplido su promesa: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito”.

      7 La historia moderna de los testigos de Jehová demuestra que Dios nunca permitirá que su pueblo sea exterminado (Sal. 116:15). Pero ¿qué podemos decir de cada uno de los siervos de Dios? ¿Cómo nos libra Jehová individualmente?

      ¿Deberíamos esperar protección física?

      8, 9. a) ¿Cómo sabemos que no se nos va a proteger de todo daño físico? b) ¿Qué debemos reconocer si somos realistas?

      8 Jehová no ha prometido protegernos a cada uno de sus siervos de todo daño físico en la actualidad. Por eso, tenemos la misma actitud que expresaron los tres fieles hebreos que se negaron a inclinarse ante la imagen de oro del rey Nabucodonosor. Aquellos jóvenes no dieron por sentado que Jehová haría un milagro para proteger su vida (léase Daniel 3:17, 18). De todos modos, Jehová los salvó de morir abrasados por las llamas de un horno ardiente (Dan. 3:21-27). Tengamos presente, sin embargo, que incluso en tiempos bíblicos, ese tipo de milagros eran la excepción, no la regla. Lo cierto es que muchos siervos fieles de Jehová murieron a manos de sus enemigos (Heb. 11:35-37).

      9 ¿Y hoy día? Pues bien, está claro que nuestro Libertador tiene el poder para salvar a quien él desee. Pero ¿podemos asegurar a ciencia cierta que Jehová ha intervenido en alguna situación en particular? La verdad es que no. Aun así, si alguien cree que Jehová lo ha protegido milagrosamente de algún peligro, sería atrevido de nuestra parte afirmar lo contrario. De todos modos, siendo realistas, hay que reconocer que muchos cristianos fieles han muerto en circunstancias trágicas o a consecuencia de la persecución, como sucedió bajo el régimen nazi (Ecl. 9:11). ¿Diríamos que Jehová no protegió a esos cristianos fieles? Por supuesto que no.

      10, 11. ¿Qué es incapaz de hacer el hombre ante la muerte? Pero ¿qué puede hacer Jehová?

      10 Pensemos en lo siguiente: el hombre no puede escapar de las garras de la muerte, pues nadie puede “proveer a su alma escape de la mano del Seol”, el sepulcro común de la humanidad (Sal. 89:48). ¿Y Jehová? ¿Puede él librarnos de la muerte? Una hermana que sobrevivió al terror nazi recuerda lo que le dijo su madre, que era Testigo, para consolarla por la muerte de varios seres queridos en los campos de concentración: “Si la muerte mantuviera a la humanidad atada a perpetuidad, sería más fuerte que Dios, ¿verdad?”. Y es imposible que la muerte sea más fuerte que el Dios todopoderoso, la Fuente misma de la vida (Sal. 36:9). Todos los que se hallan en el Seol, o Hades, están en su memoria, y a todos ellos sin excepción él liberará de su cautiverio (Luc. 20:37, 38; Rev. 20:11-14).

      11 Pero aun hoy Jehová está actuando a favor de sus siervos fieles. Veamos tres maneras en las que demuestra ser un verdadero Libertador para nosotros.

      Nos protege espiritualmente

      12, 13. ¿Por qué es la protección espiritual la más importante, y cómo nos da Jehová dicha protección?

      12 Jehová nos da protección espiritual, que es la protección más importante. Los cristianos verdaderos comprendemos que hay algo más valioso que nuestra vida actual: nuestra amistad con Jehová (Sal. 25:14; 63:3). Sin ella, nuestra existencia no tendría sentido y perderíamos la esperanza de vivir para siempre.

      13 Jehová nos da todo lo necesario para conservar nuestra relación con él. Tenemos su Palabra, su espíritu santo y la congregación mundial. ¿Qué debemos hacer para aprovechar al máximo toda la ayuda que nos brinda? Si estudiamos su Palabra con regularidad y diligencia, se fortalecerán nuestra fe y nuestra esperanza (Rom. 15:4). Si le rogamos que nos dé su espíritu, tendremos las fuerzas necesarias para resistir las tentaciones de participar en conducta impropia para un cristiano (Luc. 11:13). Si seguimos la dirección que nos marca el esclavo fiel mediante las publicaciones bíblicas, las reuniones y las asambleas, estaremos bien nutridos con el “alimento” espiritual que nos da “al tiempo apropiado” (Mat. 24:45). Todo esto nos protege espiritualmente y nos ayuda a estar cerca de Dios (Sant. 4:8).

      14. Relate una experiencia que ponga de relieve la importancia de la protección espiritual.

      14 Veamos una experiencia que pone de relieve la importancia de la protección espiritual. Al principio del artículo anterior hablamos de unos padres angustiados por la desaparición de su hija, que se llamaba Theresa. A los pocos días recibieron una terrible noticia: había sido asesinada.a El padre relata: “Yo había pedido a Jehová que cuidara de Theresa [...]. He de reconocer que, cuando fue asesinada, me pregunté por qué no se habían contestado mis oraciones. Yo sé que Jehová no garantiza protección milagrosa a cada uno de sus siervos, pero seguí pidiéndole que me diera entendimiento. Me ha consolado comprender que Jehová protege a su pueblo espiritualmente, es decir, nos suministra lo necesario para salvaguardar nuestra relación con él. Esa es la protección más importante, puesto que incide en nuestro futuro eterno. Jehová sí protegió a Theresa en ese sentido, pues era una fiel sierva suya cuando murió. Me tranquiliza saber que sus perspectivas de vida futura yacen en las amorosas manos de Dios”.

      Nos sostiene durante la enfermedad

      15. ¿De qué maneras nos ayuda Jehová cuando nos aflige una enfermedad?

      15 Jehová nos puede sostener cuando estamos “sobre un diván de enfermedad”, tal como hizo con David (Sal. 41:3). Aunque no nos libra de las enfermedades mediante curaciones milagrosas, sí nos ayuda de otras maneras. Los principios que encontramos en su Palabra nos permiten tomar buenas decisiones sobre los tratamientos médicos y otros asuntos (Pro. 2:6). También tenemos a nuestra disposición mucha información y sugerencias prácticas sobre determinadas enfermedades, información que ha aparecido en artículos de La Atalaya y ¡Despertad! Mediante su espíritu, Jehová puede darnos “el poder que es más allá de lo normal” para afrontar nuestra mala salud y seguir siendo íntegros, pase lo que pase (2 Cor. 4:7). De esta manera no llegaremos a estar tan agobiados por nuestra enfermedad que perdamos el equilibrio espiritual.

      16. ¿Cómo logra cierto hermano sobrellevar su enfermedad?

      16 En el primer párrafo del artículo anterior hablamos de un hermano joven gravemente enfermo. En 1998 le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que con el tiempo lo dejó totalmente paralizado.b ¿Cómo logra sobrellevar su enfermedad? Él explica: “A veces, el dolor y la frustración han sido tan grandes que he pensado que la muerte sería mi única salida. Pero cuando ya no puedo más, le pido a Jehová que me dé calma, paciencia y aguante. Y estoy convencido de que Jehová contesta mis oraciones. Cuando estoy en calma, puedo pensar en cosas animadoras, como el nuevo mundo, en el que podré caminar, disfrutar de una buena comida y volver a conversar con mi familia. La paciencia es necesaria para soportar los inconvenientes y desafíos de la parálisis. Y el aguante me ayuda a mantenerme fiel y a no perder el equilibrio espiritual. Me identifico plenamente con David, pues yo también creo que Jehová me ha sostenido en mi diván de enfermedad” (Isa. 35:5, 6).

      Satisface nuestras necesidades

      17. ¿Qué promesa nos ha hecho Jehová, y qué significa?

      17 Jehová ha prometido atender nuestras necesidades materiales (léase Mateo 6:33, 34 y Hebreos 13:5, 6). Claro, eso no quiere decir que tales necesidades vayan a satisfacerse milagrosamente, como por arte de magia, o que ya no hace falta que sigamos trabajando (2 Tes. 3:10). Lo que Jehová en realidad nos garantiza es que si ponemos el Reino en primer lugar en nuestra vida y estamos dispuestos a trabajar para ganarnos el sustento, podemos estar seguros de que él nos ayudará a conseguir lo que necesitamos para vivir (1 Tes. 4:11, 12; 1 Tim. 5:8). Él puede acudir en nuestro auxilio de una forma que no esperamos, por ejemplo, haciendo que un hermano nos ofrezca trabajo o nos ayude de otra manera.

      18. Relate una experiencia que muestre que Jehová atiende nuestras necesidades.

      18 ¿Recordamos a la madre que mencionamos en la introducción del artículo anterior? Cuando ella y su hija se mudaron, se le hizo muy difícil encontrar empleo. Ella cuenta: “Salía al servicio del campo por la mañana y me pasaba toda la tarde buscando trabajo. Recuerdo el día que fui a una tienda de comestibles a comprar leche. Me quedé mirando las cajas de verduras, pero no tenía dinero para comprar nada más. Jamás me había sentido tan deprimida. Pero cuando llegué a casa, me llevé una sorpresa: tenía el patio repleto de bolsas con toda clase de verduras. Había tantas que nos podían durar meses. Con lágrimas en los ojos, le di gracias a Jehová”. Esta hermana supo luego que las bolsas se las había dejado un hermano de la congregación que tenía un huerto. Posteriormente le envió una nota que decía en parte: “Te estoy muy agradecida por lo que hiciste aquel día, pero también le estoy muy agradecida a Jehová por usar tu bondad para recordarme lo mucho que me quiere” (Pro. 19:17).

      19. ¿De qué estaremos seguros los siervos de Jehová cuando venga la gran tribulación, y qué determinación debemos tomar ahora?

      19 Lo que Jehová hizo en tiempos bíblicos y hace en la actualidad nos anima a confiar en que nunca nos fallará. Dentro de poco vendrá una gran tribulación sobre el mundo de Satanás y necesitaremos la ayuda de Dios como nunca antes. Sus siervos podremos acudir a él con total confianza y podremos levantar la cabeza felices, pues sabremos que nuestra liberación se acerca (Luc. 21:28). Mientras llega ese día, tomemos la firme determinación de confiar en Jehová pase lo que pase. Jamás olvidemos que Jehová no ha cambiado y que también será nuestro gran Libertador.

      [Notas]

      a Véase el artículo “Seguimos adelante tras una horrible tragedia”, publicado en la revista ¡Despertad! del 22 de julio de 2001, págs. 19-23.

      b Véase el artículo “La fe me ayuda a soportar la esclerosis lateral amiotrófica”, publicado en el número de enero de 2006 de la revista ¡Despertad!, págs. 25-29.

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