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Un rico legado me ayudó a florecer en sentido espiritualLa Atalaya (estudio) 2019 | febrero
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Mi padre, John Mills, se bautizó en 1913 en la ciudad de Nueva York, cuando tenía 25 años. El hermano Russell dio el discurso de bautismo. Poco después, papá se mudó a la isla de Trinidad, donde se casó con una ferviente estudiante de la Biblia llamada Constance Farmer. Allí ayudó a su amigo William Browna a presentar el “Foto-Drama de la Creación” hasta 1923, cuando el hermano Brown y su esposa fueron asignados a África Occidental. Mis padres, que tenían la esperanza de ir al cielo, se quedaron en Trinidad.
UNOS PADRES MUY AMOROSOS
Mis padres tuvieron nueve hijos. Al primero lo llamaron Rutherford por el entonces presidente de la Sociedad Watch Tower. Después nací yo, el 30 de diciembre de 1922. Me pusieron Woodworth (aunque cariñosamente me llamaban Worth) por Clayton Woodworth, el director de The Golden Age (lo que hoy es la revista ¡Despertad!). Nos dieron a todos una educación básica, pero sobre todo se centraron en inculcarnos metas espirituales. Mi madre tenía una habilidad extraordinaria para convencernos con razonamientos bíblicos. Y a papá le encantaba contarnos historias bíblicas haciendo todo tipo de gestos para que cobraran vida en nuestra imaginación.
Sus esfuerzos dieron fruto. Tres de los cinco varones asistimos a la Escuela de Galaad y tres de mis hermanas fueron precursoras muchos años en Trinidad y Tobago. Mediante sus enseñanzas y su buen ejemplo, nuestros padres nos plantaron “en la casa de Jehová”, como dice Salmo 92:13. Su ánimo nos ayudó a permanecer allí y florecer “en los patios de nuestro Dios”.
La predicación se organizaba desde nuestro hogar. Los precursores se reunían allí y hablaban con frecuencia del hermano George Young, un misionero canadiense que había visitado Trinidad. Además, mis padres hablaban con entusiasmo de sus excompañeros, los Brown, que en aquel momento estaban en África Occidental. Todo esto me motivó a empezar a predicar cuando tenía 10 años.
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Un rico legado me ayudó a florecer en sentido espiritualLa Atalaya (estudio) 2019 | febrero
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En 1961, en una reunión familiar en Trinidad, el hermano Brown nos contó algunas de sus emocionantes experiencias en África. Entonces, yo les hablé del crecimiento de la obra en Nigeria. El hermano Brown me rodeó cariñosamente con sus brazos y le dijo a papá: “Johnny, tú nunca fuiste a África, pero Woodworth sí”. A eso, mi padre dijo: “Sigue así, Worth, sigue así”. El ánimo que me dieron aquellos gigantes espirituales profundizó mi deseo de llevar a cabo mi ministerio plenamente.
William Brown (conocido como Brown el de la Biblia) y su esposa, Antonia, nos animaron mucho.
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