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¿Tenemos miedo de confiar en otros?La Atalaya 1997 | 1 de marzo
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En las más de ochenta mil congregaciones de los testigos de Jehová distribuidas por toda la Tierra, hay hombres humildes que son ‘colaboradores para nuestro gozo’. (2 Corintios 1:24.) Se trata de los ancianos. “Cada uno —indicó Isaías— tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada.” Eso es lo que procuran ser los ancianos. (Isaías 32:2; 50:4; 1 Tesalonicenses 5:14.)
Los ancianos llenan los requisitos bíblicos antes de ser ‘nombrados por espíritu santo’. Conocer este hecho refuerza nuestra confianza en ellos. (Hechos 20:28; 1 Timoteo 3:2-7; Tito 1:5-9.) Los ancianos mantendrán en la más estricta confidencialidad lo que hablemos con ellos. Uno de los requisitos que han de llenar es ser dignos de confianza. (Compárese con Éxodo 18:21; Nehemías 7:2.)
Los ancianos de congregación ‘están velando por nuestras almas como los que han de rendir cuenta’. (Hebreos 13:17.) ¿No nos impulsa este hecho a depositar en ellos nuestra confianza? Claro está, no todos los ancianos destacan en las mismas cualidades. Algunos quizá parezcan más accesibles, amables o comprensivos que otros. (2 Corintios 12:15; 1 Tesalonicenses 2:7, 8, 11.) ¿Por qué no nos confiamos a algún anciano con el que nos sintamos cómodos?
Estos hombres no son profesionales asalariados, sino que son “dones en forma de hombres” que Jehová proporciona para ayudarnos. (Efesios 4:8, 11-13; Gálatas 6:1.) ¿Cómo? Utilizando con sabiduría la Biblia para aplicar su poder curativo a nuestra situación personal. (Salmo 107:20; Proverbios 12:18; Hebreos 4:12, 13.) Orarán con nosotros y por nosotros. (Filipenses 1:9; Santiago 5:13-18.) La ayuda de tales consejeros puede hacer mucho para curar un espíritu quebrantado y devolver la tranquilidad de ánimo.
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¿Tenemos miedo de confiar en otros?La Atalaya 1997 | 1 de marzo
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Ahora bien, ¿cómo podemos aprender a confiar en los ancianos y en otras personas de la congregación? En primer lugar, examinémonos nosotros mismos. ¿Están plenamente justificados nuestros temores? ¿Sospechamos de los motivos de los demás? (1 Corintios 13:4, 7.) ¿Hay alguna manera de reducir el riesgo de salir lastimados? Sí. ¿Cómo? Intentemos familiarizarnos con los demás personalmente en un ambiente espiritual. Hablemos con ellos en las reuniones de la congregación. Salgamos juntos a la obra de casa en casa. La confianza, al igual que el respeto, debe ganarse. Así que seamos pacientes. Por ejemplo, cuando lleguemos a conocer a un pastor espiritual, nuestra confianza en él aumentará. Revelemos nuestras inquietudes poco a poco. Si responde de un modo apropiado, comprensivo y discreto, entonces podemos revelar otros asuntos.
Quienes adoran a Jehová con nosotros, sobre todo los ancianos cristianos, se esfuerzan por imitar las atractivas cualidades de Dios en su relación con los demás. (Mateo 5:48.) El resultado es un ambiente de confianza en la congregación. Un anciano de muchos años dice: “Los hermanos deben saber algo: independientemente de lo que haga una persona, los ancianos no dejan de amarla. Quizá no les guste lo que hizo, pero siguen amando a su hermano y quieren ayudarlo”.
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