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Imitemos al Dios de la verdadLa Atalaya 2003 | 1 de agosto
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Los siervos de Jehová conocen la verdad
5. Según el profeta Daniel, ¿qué sucedería en “el tiempo del fin”, y cómo se ha cumplido esa profecía?
5 En una descripción del “tiempo del fin”, el profeta Daniel predijo que entre el pueblo de Dios se daría una situación totalmente diferente: un renacer de la verdad religiosa. Escribió: “Muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante” (Daniel 12:4). Los siervos de Jehová no están confundidos o cegados por el gran Engañador. Examinando las páginas de la Biblia han llegado a tener un conocimiento exacto. En el siglo primero, Jesús iluminó a sus discípulos. “Les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras.” (Lucas 24:45.) En nuestros días, Jehová ha hecho algo muy parecido, pues mediante su Palabra, su espíritu y su organización ha permitido que millones de personas de todo el planeta comprendan lo que él ya conoce: la verdad.
6. ¿Qué verdades bíblicas entiende el pueblo de Dios hoy día?
6 Por el hecho de ser siervos de Dios, entendemos muchas cosas que de otra forma no hubiéramos aprendido. Conocemos la respuesta a preguntas que intrigan a los sabios de este mundo desde hace milenios. Por ejemplo, sabemos por qué existe el sufrimiento, por qué muere la gente y por qué los seres humanos no pueden lograr la paz y unidad mundial. También se nos ha bendecido con una visión de lo que depara el futuro: el Reino de Dios, una Tierra paradisíaca y vida eterna en perfección. Hemos llegado a conocer a Jehová, el Ser Supremo. Nos hemos familiarizado con su atractiva personalidad y hemos aprendido lo que debemos hacer para obtener su aprobación. Al conocer la verdad podemos identificar lo que no es cierto. Y poner en práctica la verdad impide que nos fijemos objetivos vanos, nos permite sacar el máximo provecho de la vida y nos da una maravillosa esperanza.
7. ¿Para quiénes son comprensibles las verdades bíblicas, y para quiénes no lo son?
7 ¿Entiende usted la verdad bíblica? Si así es, ha recibido una gran bendición. Cuando alguien escribe un libro, normalmente lo hace pensando en un público determinado. Algunos libros están dirigidos a gente muy culta, otros a niños y otros a especialistas en cierta materia. Aunque la Biblia está al alcance de todo el mundo, se escribió de modo que la entendiera y la apreciara un grupo de personas en particular. Jehová la dirigió a los humildes, los mansos de la Tierra. Estos pueden captar el mensaje de la Biblia prescindiendo de su nivel educativo y cultural, posición social o antecedentes étnicos (1 Timoteo 2:3, 4). Por otra parte, a quienes no tienen la disposición correcta se les niega el entendimiento de la verdad bíblica, sin importar lo inteligentes o instruidos que sean. Los altivos y orgullosos no pueden comprender las preciosas verdades de la Palabra de Dios (Mateo 13:11-15; Lucas 10:21; Hechos 13:48). Solo Dios podía hacer un libro así.
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Imitemos al Dios de la verdadLa Atalaya 2003 | 1 de agosto
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Los siervos de Jehová revelan la verdad
14. ¿Por qué tienen los siervos de Dios una responsabilidad muy especial de sostener lo que es cierto?
14 Es obvio que los testigos de Jehová no somos los únicos que decimos la verdad e intentamos ser sinceros. Sin embargo, como siervos de Dios, tenemos una responsabilidad muy especial de sostener lo que es cierto. Se nos han confiado las verdades bíblicas, las cuales pueden llevar a la vida eterna. Por lo tanto, estamos obligados a difundir ese conocimiento. “A todo aquel a quien se dio mucho, mucho se le exigirá”, dijo Jesús (Lucas 12:48). Sin duda ‘se exige mucho’ de quienes han sido bendecidos con el valioso conocimiento de Dios.
15. ¿Le produce felicidad dar a conocer la verdad bíblica?
15 Dar a conocer la verdad bíblica produce felicidad. Al igual que los discípulos de Jesús del siglo primero, nosotros declaramos las buenas nuevas —un mensaje de esperanza— a personas que están “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor” y ciegas y confundidas por las “enseñanzas de demonios” (Mateo 9:36; 1 Timoteo 4:1). El apóstol Juan escribió: “No tengo mayor causa de sentir agradecimiento que estas cosas: que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad” (3 Juan 4). Así como la fidelidad de sus “hijos” —tal vez aquellos a quienes llevó la verdad— le produjo gran satisfacción al apóstol, a nosotros también nos hace muy felices ver que hay personas que responden con aprecio a la Palabra de Dios.
16, 17. a) ¿Por qué no acepta la verdad todo el mundo? b) ¿Qué satisfacción experimentamos al proclamar la verdad bíblica?
16 Es cierto que no todo el mundo aceptará la verdad. Pero Jesús hablaba de la verdad acerca de Dios aunque a la gente no le gustara. A los opositores judíos les dijo: “¿Por qué no me creen ustedes? El que procede de Dios escucha los dichos de Dios. Por esto no escuchan ustedes, porque no proceden de Dios” (Juan 8:46, 47).
17 Nosotros, tal como Jesús, no nos retraemos de hablar sobre la preciosa verdad acerca de Jehová. No esperamos que todo el mundo acepte lo que decimos, pues tampoco a Jesús lo escucharon todos. No obstante, tenemos la satisfacción de saber que estamos haciendo lo que debemos. Jehová, en su gran bondad amorosa, desea que la verdad se revele a la humanidad. Como poseedores de la verdad, los cristianos somos portadores de luz en un mundo en oscuridad. Al dejar que nuestras palabras y acciones reflejen la luz de la verdad, ayudamos a otras personas a dar gloria al Padre celestial (Mateo 5:14, 16). Damos a conocer públicamente que rechazamos la versión satánica falsificada de la verdad y defendemos la Palabra de Dios, pura y sin adulterar. La verdad que conocemos y difundimos otorga auténtica libertad a quienes la aceptan (Juan 8:32).
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