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Triunfo y tragedia¡Despertad! 1997 | 22 de diciembre
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Prevención y cura
¿Qué medidas se están adoptando para hacer frente a esta emergencia mundial? El mejor modo de controlar la enfermedad consiste en detectar y curar los casos infecciosos en una fase temprana. De esta forma se ayuda a los que ya están enfermos y se evita la transmisión a otras personas.
Cuando la tuberculosis se deja sin tratar, mata a más de la mitad de sus víctimas. Pero si se trata adecuadamente, es curable en prácticamente todos los casos, con tal de que no la haya causado una cepa resistente a varios fármacos.
Como hemos visto, para que el tratamiento sea efectivo los pacientes deben tomar toda la medicación prescrita. Pero a menudo no lo hacen. ¿Por qué? La tos, la fiebre y otros síntomas normalmente desaparecen unas cuantas semanas después de iniciar el tratamiento, de manera que muchos pacientes concluyen que ya están curados y dejan de tomar los medicamentos.
Para afrontar este problema, la OMS fomenta un programa llamado DOTS (siglas inglesas de “tratamiento breve bajo vigilancia directa”). Como lo indica su nombre, el método exige que los trabajadores de la salud supervisen a los pacientes para cerciorarse de que ingieran todas las dosis prescritas, al menos durante los primeros dos meses del tratamiento. No obstante, esto no siempre es fácil, pues muchos tuberculosos viven al margen de la sociedad. Puesto que a menudo llevan vidas desorganizadas y problemáticas —algunos ni siquiera tienen casa— es muy difícil comprobar que toman la medicación regularmente.
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Una solución mundial: ¿es posible?¡Despertad! 1997 | 22 de diciembre
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LOS especialistas coinciden en señalar que la tuberculosis es un problema mundial que requiere una solución mundial. Ningún país puede controlarla por sí solo, ya que millones de personas cruzan las fronteras internacionales todas las semanas.
Para muchos, la cooperación internacional exige que las naciones ricas ayuden a las pobres, que son las más azotadas por la tuberculosis. Como indicó el doctor Arata Kochi, “por su propio interés, los países ricos deberían ayudar a los menos desarrollados en la lucha antituberculosa, antes de que sus propios territorios se conviertan en campo de batalla”.
Pero las naciones ricas, agobiadas con problemas que consideran más urgentes, no han acudido en su auxilio. Algunos países pobres descuidan ellos mismos la atención sanitaria en muchas ocasiones, pues los recursos que deberían destinar a este fin los gastan en armamento. A mediados de 1996, solo el 10% de los tuberculosos del mundo recibían tratamiento con el método DOTS, muy pocos para evitar el recrudecimiento de la epidemia.
La OMS observa: “Hace décadas que disponemos de los conocimientos necesarios y de medicamentos asequibles para curar la tuberculosis. Lo que el mundo necesita ahora es gente compasiva con poder e influencia, que tomen la iniciativa y se aseguren de que estos medicamentos se están utilizando eficazmente en todo el mundo”.
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