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Las naciones “tendrán que saber que yo soy Jehová”La adoración pura de Jehová: ¡por fin restaurada!
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21, 22. ¿Qué le pasó a Tiro, y por qué?
21 Por medio de Ezequiel, Jehová le dijo a esta ciudad opositora: “Oh, Tiro, aquí estoy contra ti, y levantaré muchas naciones contra ti como el mar levanta sus olas. Estas destruirán las murallas de Tiro y demolerán sus torres; yo rasparé su suelo y la dejaré como una roca brillante y pelada” (Ezeq. 26:1-5). Los tirios consideraban que sus riquezas eran una protección. Para ellos, eran tan seguras como las murallas de la isla de Tiro, que tenían 46 metros (150 pies) de altura. Tendrían que haberle hecho caso a la advertencia de Salomón: “La riqueza del rico es su ciudad fortificada; en su imaginación, es como una muralla protectora” (Prov. 18:11).
22 Cuando los babilonios, y más tarde los griegos, cumplieron las profecías de Ezequiel, los habitantes de Tiro descubrieron que la seguridad que ofrecían las riquezas de la ciudad y sus murallas solo estaba en su imaginación. Después de destruir Jerusalén, los babilonios cercaron Tiro durante trece años (Ezeq. 29:17, 18). Luego, en el año 332 antes de nuestra era, Alejandro Magno cumplió una parte sorprendente de las profecías que transmitió Ezequiel.c Sus tropas juntaron los escombros —piedra, madera y tierra— de la parte continental de Tiro y los fueron arrojando al mar hasta formar un paso que les permitiera llegar a la parte insular de la ciudad (Ezeq. 26:4, 12). Alejandro derribó parte de las murallas, saqueó la ciudad, mató a miles de soldados y civiles, y vendió a miles y miles como esclavos. Los tirios no tuvieron más remedio que saber quién es Jehová cuando aprendieron por las malas que la protección que daban sus “abundantes riquezas” no era permanente (Ezeq. 27:33, 34).
Aunque la ciudad de Tiro parecía muy segura, fue arrasada, tal como Ezequiel había predicho. (Vea el párrafo 22).
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