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UgandaAnuario de los testigos de Jehová 2010
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En cierta ocasión, a mediados de la década de 1970, Peter Gyabi se hallaba predicando en compañía de un adolescente llamado Fred Nyende. La madre del joven había conocido la verdad en 1962, cuando él era muy pequeño. Pero Fred había crecido, y su madurez estaba a punto de verse sometida a prueba.
En una casa salió un señor muy enojado —al parecer un policía vestido de civil— que se dio cuenta de que Peter y Fred eran testigos de Jehová. Así que los arrestó y los obligó a subir a su vehículo. Como es natural, ellos se pusieron nerviosos, pues miles de personas detenidas de esa forma habían desaparecido sin dejar rastro. Además, era habitual que se torturara a la gente con cualquier pretexto, o sin él. De camino a la comisaría, Peter y Fred tuvieron tiempo de pedirle a Jehová que les diera fuerzas para mantenerse calmados y fieles. El hombre los condujo ante su superior, hostigándolos con acusaciones y preguntas. No obstante, Peter y Fred comprobaron la veracidad de las palabras de Proverbios 25:15: “Por paciencia se induce a un comandante, y una lengua apacible misma puede quebrar un hueso”. Afortunadamente, aquella tarde no se quebró ningún hueso literal. La serenidad con que Peter explicó nuestra postura de obediencia a las leyes seglares y a los principios bíblicos, así como el respeto que ambos hermanos mostraron mediante su conducta y sus respuestas, acabaron con los prejuicios del jefe de policía. ¿Con qué resultado?
Aquel hombre no solo dejó en libertad a Peter y a Fred, sino que ordenó al policía que los había arrestado llevarlos de vuelta al territorio. El humillado “escolta” aceptó a regañadientes, y los hermanos dieron gracias a Jehová por haberlos salvado.
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[Ilustración de la página 95]
Fred Nyende
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