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UgandaAnuario de los testigos de Jehová 2010
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Pronto los Smith les hablaron de la verdad a Peter Gyabi, funcionario de la administración pública, y a Esther, su esposa. Peter ya tenía el libro ¿Qué ha hecho la religión para la humanidad?b Pero no lo había leído porque estaba demasiado ocupado en el trabajo, y lo transferían de un lugar a otro continuamente. Cierto día, Peter tuvo que atender un complicado caso en el que dos tribus estaban disputándose un terreno. Oró diciendo: “Dios, si me ayudas con esto, prometo buscarte”. Cuando la situación se resolvió pacíficamente, recordó su promesa y comenzó a leer el libro. Entonces se dio cuenta de que lo que estaba leyendo era la verdad y buscó a los Testigos. Sintió una gran felicidad cuando conoció a Frank Smith, quien acordó darles clases bíblicas a él y a su esposa. Como resultado, esta encantadora pareja se bautizó, y hoy, después de cuatro décadas, ambos siguen siendo fieles proclamadores del Reino.
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UgandaAnuario de los testigos de Jehová 2010
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[Ilustración y recuadro de la página 77]
El amor genuino conmueve el corazón
PETER GYABI
AÑO DE NACIMIENTO 1932
AÑO DE BAUTISMO 1965
OTROS DATOS Sirve de anciano, y durante la proscripción ayudó a traducir publicaciones. Crió a cuatro hijos con su esposa, Esther.
◼ CUANDO los primeros misioneros arribaron a Uganda, había un marcado prejuicio racial, por lo que muchos blancos guardaban las distancias con los africanos de raza negra. Pero el amor genuino de los misioneros nos conmovió el corazón, y llegamos a quererlos de verdad.
En la década de 1970, nuestra familia disfrutó de la compañía de los misioneros, que vivían en Mbarara, a unos 65 kilómetros [40 millas]. También nos gustaba acompañarlos a predicar. Cierto día, mientras íbamos a visitarlos, unos soldados nos detuvieron. “Si quieren morir, sigan adelante”, nos dijo uno de ellos. De modo que nos pareció conveniente volver a casa. Pero a medida que pasaban los días, crecía nuestra preocupación por los hermanos. ¡Cuánto deseábamos ir lo antes posible al hogar misional para ver cómo estaban! Había mucha vigilancia en esa zona. Así que para pasar los controles de carretera, hice referencia a mi posición como autoridad administrativa del hospital y mostré la etiqueta del automóvil que me identificaba como tal. Finalmente logramos reunirnos con los hermanos, y fue un alivio ver que estaban a salvo. Les llevamos suministros de comida y pasamos unos días con ellos. Después seguimos visitándolos cada semana hasta que les fue posible mudarse a Kampala sin correr riesgos. Mientras más difíciles fueron las circunstancias, más pudo sentirse el vínculo amoroso de nuestra valiosa hermandad.
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