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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1989 | 15 de febrero
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◼ Según la información sobre ser uno aprobado por Dios, ¿pueden los cristianos hablar con alguien a quien antes se hubiera considerado “asociado aprobado”, pero con quien después se evitara el trato porque hubiera cometido un mal?
Sí; así es. La Atalaya del 15 de noviembre de 1988 mostró por qué es bíblico que ajustemos nuestro punto de vista sobre la persona no bautizada que participa en el ministerio público con los testigos de Jehová. Antes se decía que esa persona era un “asociado aprobado”. Si después esa persona violaba las leyes de Dios y no se arrepentía, se daba a conocer esto a la congregación, y los miembros evitaban entonces la asociación y la conversación con tal persona.
Como lo ha mostrado la información reciente, la Biblia exige que tal acción disciplinaria se tome en el caso de los bautizados que son malhechores impenitentes. (1 Corintios 5:11-13; 2 Juan 9-11.) Sin embargo, la responsabilidad del no bautizado que comete un mal no es igual a la del bautizado. (Lucas 12:48.) Esa persona no se ha bautizado, y por lo tanto no ha alcanzado aprobación a la vista de Dios, y por eso no es apropiado expulsarla. Fundamentalmente es ahora una persona mundana, y se puede tratar con ella como se trata con el que está en tal condición.
Entonces, ¿qué se ha de hacer en el caso de alguien a quien se llamaba “asociado aprobado”, pero que ya no satisface los requisitos para el ministerio público debido a su mal proceder? Puesto que no está expulsado, se le debe tratar como lo que es, una persona del mundoa. Por supuesto, La Atalaya del 15 de noviembre señaló en la página 19 que los cristianos leales deben ejercer la cautela debida. Ellos se dan cuenta de que bien puede haber sucedido que el no bautizado haya participado en males a pesar de conocer los requisitos de Dios. Los cristianos maduros deben ejercer cautela en cuanto a asociarse con tal persona como se asocia uno con amigos. Si surgen dudas en cuanto al grado de contacto o asociación que se pueda tener con ella, la mayoría de estas pueden resolverse mediante seguir el consejo piadoso. Podemos reflexionar sobre consejos como el que se halla en 1 Corintios 15:33 y Proverbios 13:20, y preguntarnos: ‘¿Qué clase de asociación tendría yo apropiadamente con un mundano que no guiara su vida por las normas cristianas?’. Si los ancianos ven que tal persona mundana representa una amenaza, pueden dar consejo amonestador en privado a las personas de la congregación que parezcan estar en peligro.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1989 | 15 de febrero
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a Si alguien que se halla en tal situación no sabe de este ajuste en nuestro punto de vista, sería una bondad remitir a esa persona a estos artículos de La Atalaya.
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