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Exposición instructiva para el auditorioBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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Con frecuencia es útil definir con sencillez los términos. Para algunas personas es muy revelador aprender lo que significa el “reino” mencionado en Mateo 6:10. Hasta un cristiano que lleve muchos años en la verdad quizá entienda con más claridad un texto bíblico al recordársele la definición de cierto vocablo. Un caso claro es el pasaje de 2 Pedro 1:5-8, donde se mencionan diversos elementos que pudieran definirse tras su lectura, a saber, la fe, la virtud, el conocimiento, el autodominio, el aguante, la devoción piadosa, el cariño fraternal y el amor. Cuando en un mismo contexto aparecen palabras cuyos significados coinciden parcialmente, conviene definirlas para que se distingan mejor. Un ejemplo de ello son los términos sabiduría, conocimiento, discernimiento y entendimiento, que leemos en Proverbios 2:1-6.
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Si el orador menciona cuándo se escribió un libro bíblico o tuvo lugar cierto suceso, también debería describir las condiciones que reinaban en aquel momento. De ese modo, el auditorio captará mejor la importancia del libro o del suceso.
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¿Y si el discurso requiere hablar de algunas de “las cosas profundas de Dios”? (1 Cor. 2:10.) Empiece por mencionar y aclarar algunos puntos clave, y así se entenderán mejor los detalles que aporte después. Si además concluye con un resumen conciso del contenido del discurso, el auditorio probablemente se quedará con la agradable sensación de que ha aprendido algo.
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