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Página 2¡Despertad! 1996 | 8 de marzo
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Hay por lo menos 820 millones de personas desempleadas en el mundo. Si se toma en cuenta a sus familias, ¿se comprende la angustia y el sufrimiento que padecen?
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La epidemia del desempleo¡Despertad! 1996 | 8 de marzo
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La epidemia del desempleo
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN ITALIA
En las naciones industrializadas se ha convertido en una situación urgente, pero también aflige a los países en vías de desarrollo. Hace estragos donde antes era desconocido. Afecta a centenares de millones de personas, muchas de ellas padres de familia. Dos terceras partes de los italianos lo consideran “la amenaza número uno”. Alimenta los problemas sociales; constituye, en parte, la raíz de las dificultades que precipitan a muchos jóvenes a la drogadicción. Es culpable de que millones de personas no concilien el sueño y de que otros millones sientan que los espera agazapado a la vuelta de la esquina.
“EL DESEMPLEO probablemente es el fenómeno más perturbador de nuestros tiempos”, afirma la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). “Se conoce la magnitud y las consecuencias de este fenómeno”, escribe la Comisión de las Comunidades Europeas, pero “es difícil afrontarlo”. Un experto lo llama “el fantasma que ha vuelto a rondar las calles del viejo continente”. En la Unión Europea, el número de desempleados es de casi veinte millones, y tan solo en Italia, en octubre de 1994, se alcanzó la cifra de 2.726.000, según datos oficiales. Para Padraig Flynn, comisionado de la Unión Europea, “contener el desempleo es el principal reto social y económico al que nos enfrentamos”. Si usted está desempleado, o corre el peligro de perder su trabajo, conoce la angustia que causa.
Pero el desempleo no es un problema exclusivo de Europa. Aqueja también a todos los países americanos, y no perdona a África, Asia ni Oceanía. Incluso los países de Europa oriental han sentido su flagelo en los últimos años. Es cierto que no en todas partes azota con la misma intensidad, pero algunos economistas opinan que las tasas de desempleo en Europa y Norteamérica por mucho tiempo seguirán siendo más altas que en decenios pasados.a Además, la situación “se agrava por el aumento del subempleo y el deterioro general de la calidad de los trabajos disponibles”, señala el economista Renato Brunetta.
Avance implacable
El desempleo ha golpeado, uno tras otro, a todos los sectores de la economía: primero a la agricultura, pues la creciente mecanización disminuye la cantidad de puestos de trabajo; luego a la industria, afectada desde los años setenta por las crisis energéticas; y, finalmente, al ramo de servicios —comercio, educación—, que antes se consideraba invulnerable. Hace veinte años, una tasa de desempleo del 2 ó 3% habría provocado gran alarma. En la actualidad, una nación industrializada se considera afortunada si puede mantener dicha tasa por debajo del 5 ó 6%, pero muchas naciones desarrolladas tienen tasas mucho mayores.
Según la Organización Internacional del Trabajo, la persona desempleada es la que carece de ocupación, está preparada para desempeñarla y la busca activamente. Entonces, ¿en qué categoría se encuentra la persona que no tiene un empleo de tiempo completo o que trabaja sólo unas cuantas horas a la semana? El concepto de trabajo de tiempo parcial varía de un país a otro. En algunas naciones se contabiliza oficialmente como empleadas a personas que en realidad están desempleadas. Los casos que no pueden definirse claramente dificultan la categorización, y por ello las estadísticas solo dan un cuadro parcial de la realidad. “Ni siquiera el recuento oficial de 35.000.000 de desempleados [en los países representados en la OCDE] refleja fielmente la magnitud del desempleo”, afirma un estudio realizado en Europa.
El alto costo del desempleo
Las cifras, por otra parte, no indican toda la situación. “El costo económico y social de la desocupación laboral es enorme —explica la Comisión de Comunidades Europeas—. Se deriva no tan solo del gasto directo en subsidios de desempleo, sino también de la pérdida de ingresos fiscales que los desempleados pagarían si se hallaran activos.” En realidad, las prestaciones que reciben los desempleados están convirtiéndose en una carga insostenible, no únicamente para los gobiernos, sino para los trabajadores, quienes tienen que sufragarlos con mayores impuestos.
El desempleo no tiene que ver solamente con datos y estadísticas. Los golpes que esta epidemia inflige a hombres, mujeres y jóvenes de todos los estratos sociales, constituyen verdaderos dramas individuales. Aunado a los demás problemas que caracterizan a estos “últimos días”, el desempleo pudiera volverse una carga abrumadora. (2 Timoteo 3:1-5; Revelación [Apocalipsis] 6:5, 6.) Sobre todo a quienes se han visto afectados por el “desempleo de larga duración”, es decir, que han estado sin trabajar por mucho tiempo, les será mucho más difícil encontrar empleo. Y algunos, lamentablemente, nunca volverán a hallar colocación.b
Los psicólogos han notado que entre los desempleados de nuestro tiempo hay un aumento de problemas psiquiátricos y psicológicos, así como inestabilidad emocional, frustración, apatía progresiva y pérdida de autoestima. Para un padre de familia, la pérdida del empleo representa una tragedia terrible; siente que su mundo se derrumba, y su seguridad se desvanece. Los expertos en este campo se dan cuenta de que incluso existe una “ansiedad anticipada” por la posibilidad de perder el trabajo. Tal ansiedad puede afectar gravemente las relaciones familiares y provocar resultados más lamentables que la desocupación misma, como se desprende de los recientes suicidios de desempleados. Por otra parte, la dificultad para penetrar en el mercado laboral es una de las probables causas de la violencia y marginación social de los jóvenes.
‘Prisioneros de un sistema retorcido’
¡Despertad! entrevistó a personas que han perdido el empleo. Armando, de 50 años, comentó que para él “comenzar de nuevo” fue como ver “frustrados los esfuerzos de treinta años de trabajo” y que se sentía “prisionero de un sistema retorcido”. A Francesco ‘le pareció que el mundo se le venía encima’. Stefano se sintió “profundamente decepcionado del sistema de vida actual”.
Por su parte, Luciano, quien fue despedido después de trabajar por casi treinta años en la gerencia técnica de una importante industria automovilística italiana, “se sintió furioso y engañado al ver que todo el esfuerzo, la meticulosidad y la honradez que había manifestado durante tantos años de trabajo, eran tenidos en nada”.
Vaticinios y decepciones
Algunos economistas pronosticaron desenvolvimientos diferentes. En 1930, John Maynard Keynes vaticinó con optimismo que en los siguientes cincuenta años habría “trabajo para todos”, y durante décadas se pensó que la inclusión de todos en la fuerza laboral era una meta asequible. En 1945, la Carta de la Organización de las Naciones Unidas propuso como objetivo la consecución rápida de empleo para todos. Hasta hace poco se pensaba que el progreso traería trabajo para todos con horarios reducidos, pero no sucedió así. La grave recesión del último decenio ha provocado la “peor crisis global de desempleo desde la Gran Depresión de los años treinta”, afirma la OIT (Organización Internacional del Trabajo). En Sudáfrica hay por lo menos 3.600.000 personas sin empleo, entre ellas 3.000.000 de africanos negros. Hasta Japón —con más de 2.000.000 de desempleados el año pasado— atraviesa por una crisis.
¿Por qué está tan esparcida la epidemia del desempleo? ¿Qué remedios se han propuesto para combatirlo?
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[Mapa de las páginas 2 y 3]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Canadá 9,6%
Estados Unidos 5,7%
Colombia 9%
Irlanda 15,9%
España 23,9%
Finlandia 18,9%
Albania 32,5%
Sudáfrica 43%
Japón 3,2%
Filipinas 9,8%
Australia 8,9%
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