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“Tenemos que prescindir de sus servicios”¡Despertad! 2010 | julio
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“Tenemos que prescindir de sus servicios”
SUS jefes lo apodaron “el increíble Alfredo”.a Gracias a sus ideas innovadoras, la empresa se había ahorrado muchísimo dinero durante los seis años que llevaba trabajando allí. Así que cuando lo llamaron al despacho de uno de los directivos, lo que Alfredo esperaba era un aumento de sueldo o un ascenso. Pero al llegar, el directivo le dijo sin rodeos: “Tenemos que prescindir de sus servicios”.
Alfredo no se lo podía creer. “Me pagaban bien y me encantaba mi trabajo, pero en un instante todo se derrumbó”, comenta. Su esposa, Adela, también se quedó atónita cuando él le contó lo ocurrido. Ella recuerda así su reacción: “La noticia me dejó helada. ‘¿Y ahora qué vamos a hacer?’, pensé”.
Lo que le ocurrió a Alfredo es lo mismo que les ha sucedido a millones de personas por todo el mundo, tal como se puede apreciar en el gráfico adjunto. No obstante, las frías estadísticas no reflejan el demoledor impacto emocional del desempleo. Veamos el caso de Raúl, un inmigrante peruano que fue despedido tras haber trabajado dieciocho años en un gran hotel de Nueva York. Estuvo buscando empleo, pero no encontró nada. Él explica: “Había mantenido a mi familia durante casi treinta años, pero de repente me sentí un fracasado”.
Lo que le ocurrió a Raúl ilustra un hecho que los desempleados conocen muy bien: que las tensiones causadas por la pérdida del empleo no son solo económicas. Por lo general, el problema ataca la propia dignidad de la persona. Rosa, cuyo esposo, Mateo, pasó más de tres años sin trabajo, lo expresa así: “Empecé a perder la autoestima. Si no tienes nada, la gente te trata como si no valieras nada, y no pasa mucho tiempo antes de que tú también te veas así”.
Por si no bastara con el desgaste emocional, toda persona que ingresa en las filas de los desempleados se enfrenta además al reto de arreglárselas para vivir con menos. Como dice Alfredo: “Cuando teníamos dinero nunca nos planteamos reducir nuestro nivel de vida, pero al estar sin trabajo y seguir con los mismos gastos, nos vimos obligados a simplificar”.
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“No se preocupen por el mañana”¡Despertad! 2010 | julio
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“No se preocupen por el mañana”
Rosa ya no podía más. Su esposo, Mateo, llevaba más de tres años sin empleo fijo. Ella recuerda: “Estaba a punto de explotar, y la incertidumbre me desmoralizaba”. Mateo intentaba tranquilizarla diciéndole que nunca les había faltado nada. “¡Pero sigues sin trabajo! ¡Necesitamos un sueldo!”, replicaba ella.
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“No se preocupen por el mañana”¡Despertad! 2010 | julio
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Rebeca, cuyo esposo perdió el empleo que había tenido por doce años, reconoce: “Cuando hay emociones tan intensas en juego, es difícil pensar con lógica. Pero tuvimos que hacerlo. Por ello, intenté mantenerme tranquila. Las cosas que más temía no llegaron a suceder, y entonces comprendí que preocuparse no sirve de nada. Decidimos concentrarnos en el presente y sus problemas, y así logramos eliminar todas las ansiedades”.
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“No se preocupen por el mañana”¡Despertad! 2010 | julio
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Una mirada realista a su situación ayudó a Rosa a conformarse. Ella dice: “Nunca nos hemos quedado sin luz o sin gas, y tampoco nos hemos visto en la calle. El auténtico problema era que no estábamos acostumbrados a vivir así, y mi deseo poco realista de mantener nuestro anterior nivel de vida tan solo aumentaba mi angustia”.
Rosa no tardó en comprender que era su punto de vista, y no sus circunstancias, lo que hacía insoportable la situación. “Tuve que afrontar la realidad en vez de pensar demasiado en cómo quería yo que fueran las cosas —reconoce—. Una vez que aprendí a conformarme con lo que Dios nos proporciona cada día, fui mucho más feliz.”
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“No se preocupen por el mañana”¡Despertad! 2010 | julio
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Por eso, cuando el esposo de Rosa perdió su trabajo, ella les recordó a sus hijos: “Muchos padres han abandonado a su familia. Pero papá sigue aquí con ustedes. Saben lo mucho que los quiere y los ha ayudado con todos sus problemas. No podrían haber tenido un padre mejor”.
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Cómo arreglárselas con menos¡Despertad! 2010 | julio
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Cuando Raúl se quedó sin trabajo, su esposa, Berta, cambió su forma de comprar. Ella explica: “Buscaba los cupones de descuento y las ofertas en las tiendas de comestibles que ofrecían dos artículos por el precio de uno”.
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Cómo arreglárselas con menos¡Despertad! 2010 | julio
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“Tuvimos que hacer un presupuesto —explica Alfredo—, así que guardé registro de todo lo que debíamos pagar de inmediato y de lo que necesitábamos tener a mano para el resto del mes.” Adela, su esposa, dice: “Cuando iba al mercado, sabía exactamente cuánto podía gastar. A veces, si necesitaba algo para los chicos o para la casa, le echaba un vistazo al presupuesto y me daba cuenta de que en ese momento no podíamos comprarlo, así que tendríamos que esperar hasta el mes siguiente. Llevar un registro por escrito fue clave”.
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Cómo arreglárselas con menos¡Despertad! 2010 | julio
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Para gastar menos en cosas no esenciales, ponga a trabajar su mente. Por ejemplo, Adela relata: “Teníamos dos automóviles, pero enseguida nos deshicimos de uno y compartimos viajes. Para ahorrar en gasolina, tratábamos de hacer la mayor cantidad posible de cosas en cada viaje. Redujimos los gastos a lo más básico”.
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