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Puerto Rico, riquezas bajo el sol¡Despertad! 2008 | octubre
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Una visita al Viejo San Juan
La ciudad amurallada, que desde el aire parece un barco en medio del mar, se denomina el Viejo San Juan y contrasta con la moderna y bulliciosa metrópolis que se extiende en sus alrededores. Circundado prácticamente por las aguas, un estratégico promontorio se proyecta desafiante en el Atlántico. Justo en este cabo, que parece la proa de un barco, se sitúa El Morro, el fuerte español que guardaba la entrada de la bahía y cuyas murallas bordean esta estrecha lengua de tierra. A poco más de un kilómetro en dirección este se yergue otro enorme bastión: el fuerte de San Cristóbal, que defendía la “popa”, o retaguardia, de posibles ataques por tierra. Entre estas dos fortificaciones se alza el Viejo San Juan, ciudad declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1983.
La antigua ciudad ha sido restaurada a conciencia. Las fachadas de las casas lucen alegres tonos pastel, los balcones de hierro forjado exhiben bellas flores y los patios rebosan de plantas tropicales. Los adoquines de color azul plomizo que cubren sus callejuelas son originarios de España. Fueron fabricados con la escoria de minas de hierro y se utilizaron como lastre en las naves que se dirigían a Puerto Rico.
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Puerto Rico, riquezas bajo el sol¡Despertad! 2008 | octubre
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[Ilustración de la página 15]
El Morro
[Ilustración de la página 15]
Vista del casco antiguo desde el fuerte de San Cristóbal
[Ilustración de la página 15]
El Viejo San Juan
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