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Niños que sufren¡Despertad! 1992 | 8 de diciembre
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Sin dedicar mucho tiempo a considerar la desagradable pregunta de por qué ha alcanzado su estado actual la situación de los niños, los asistentes a la Cumbre Mundial en favor de la Infancia hablaron con confianza del futuro y votaron para que no se tolerara más la situación. Su “Plan de Acción” acordó, entre otras cosas, alcanzar los siguientes objetivos para el año 2000:
◻ Reducir la tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años en un tercio respecto a la de 1990.
◻ Reducir en la mitad la desnutrición grave y moderada de los niños menores de cinco años con respecto a los niveles de 1990.
◻ Acceso a agua potable y a medios de saneamiento para todo el mundo.
◻ Proteger a los niños en circunstancias difíciles, fundamentalmente en situaciones de conflictos armados.
El coste adicional de los programas para alcanzar los objetivos que impedirían la muerte de 50 millones de niños en la década de los noventa ha sido calculado en 2.500 millones de dólares (E.U.A.) anuales.
En términos globales esta suma no es una cantidad excesivamente elevada. Es equivalente al gasto anual en publicidad de las compañías tabaqueras estadounidenses. Equivale al gasto militar mundial diario.
Actualmente, los gastos militares —que según cálculos conservadores de las Naciones Unidas ascienden a más de un billón de dólares al año— superan los ingresos anuales conjuntos de la mitad más pobre de la humanidad. Si se destinara tan solo el 5% de esta enorme suma a favor de la infancia, sería suficiente para acelerar el avance hacia los objetivos de la cumbre. Por ejemplo, el precio de un solo caza F/A-18 (más de 30 millones de dólares [E.U.A.]) equivale al coste de las vacunas necesarias para proteger a 400 millones de niños contra enfermedades asesinas.
Las naciones pueden alcanzar los ambiciosos objetivos establecidos en la cumbre. Disponen del conocimiento, la tecnología y el dinero necesarios. Pero la pregunta que se plantea es: ¿Lo harán?
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Un futuro brillante para los niños¡Despertad! 1992 | 8 de diciembre
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Un futuro brillante para los niños
EN LA Cumbre Mundial en favor de la Infancia, los dirigentes de muchas naciones del mundo hablaron con confianza acerca del futuro. Predijeron “una nueva era” para los niños, “una nueva consagración a las necesidades del niño”. Hablaron de “‘una nueva solidaridad’ que daría ‘vida a una coalición mundial unida y determinada’” a ayudar a los niños.
Estas son nobles palabras. Pero queda por ver cuánto se van a esforzar las naciones por alcanzar sus metas. Es digno de notar que apenas cinco meses después de la cumbre, las naciones se enfrascaron en la guerra del golfo Pérsico, una de las más costosas —61.000 millones de dólares (E.U.A.)— y más destructivas del medio ambiente que se han conocido. Como consecuencia de dicha guerra, centenares de miles de iraquíes y kuwaitíes fueron expatriados. Miles perecieron —en cierta fase del conflicto, centenares por día— de hambre, de los efectos de la intemperie, de desnutrición y de enfermedad. Aproximadamente 8 de cada 10 de las víctimas eran mujeres y niños.
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