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Destrucción repentina: medidas de socorro¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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Se hace frente a los efectos del terremoto de California
El epicentro del terremoto ocurrido el 17 de octubre estaba a unos ciento diez kilómetros al sur de San Francisco, a unos dieciséis kilómetros al nordeste de Santa Cruz. En esta zona densamente poblada, donde son bastante comunes los pequeños temblores de tierra, millones de personas quedaron aterrorizadas por lo que parecía un interminable temblor de quince segundos o más.
“El edificio literalmente se tambaleaba —dijo Ray Vaden, un anciano cristiano de San José—. Me preguntaba si permanecería en pie. Al mirar por la ventana, pude ver que las carreteras estaban atascadas con el tráfico de las horas punta. Eran las 5.04 de la tarde.
”Por fin pudimos contactar con los hermanos de nuestra congregación. A los que no pudimos localizar por teléfono, les visitamos en sus casas. Tardamos varias horas en conseguirlo debido a lo congestionado que estaba el tráfico. A las 8.30 de la noche, ya sabíamos que ninguno de ellos había sufrido daño, aunque en muchas de las casas se habían roto objetos. Al día siguiente nos enteramos de que las casas de algunos de nuestros hermanos de aquella zona habían quedado tan dañadas que se tuvo que evacuar a sus ocupantes, a quienes recogieron en sus hogares otros Testigos.”
Cerca de Los Gatos, una cristiana que vivía en una casa de dos plantas, se estaba bañando en la segunda cuando toda la primera se hundió. Así que salió de la bañera al nivel de la primera planta, sorprendentemente sin sufrir daño alguno. Si se hubiese encontrado en la primera, seguramente habría muerto.
Los Testigos quisieron saber en seguida lo que podían hacer por las víctimas. El jueves, dos días después del terremoto, se formó un comité para atender a los damnificados. El sábado, grandes furgonetas y otros vehículos distribuyeron entre los necesitados tiendas de campaña, sacos de dormir, faroles y estufas, ropa, linternas, comida enlatada, agua potable y demás artículos necesarios. Tan solo durante aquella mañana, se donaron 41.000 dólares al fondo de socorro.
¡Qué contraste con la actitud manifestada por algunas personas del mundo! Un hombre se arrastró hasta donde se encontraba una mujer atrapada en su automóvil debajo de la sección colapsada de la interestatal 880. Prometió no hacerle daño, pero le quitó las sortijas, otras joyas y el bolso, y luego se dio a la fuga sin ayudarla. Al hundirse la autopista, murieron un total de más de cuarenta personas, entre ellas Mary Washington, una testigo de Jehová.
El Comité Regional de Construcción de los Testigos de Jehová en seguida comenzó a evaluar los daños. Dos Salones del Reino sufrieron daños de poca importancia. No obstante, las casas de varios Testigos quedaron en una situación tan precaria que hubo que derribarlas.
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Destrucción repentina: medidas de socorro¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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[Fotografías en la página 21]
Arriba: el nivel superior de la autopista interestatal 880 se desplomó sobre el nivel inferior
A la izquierda: Raim Manor en la segunda planta de su casa que quedó al nivel de la primera
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