Se reconsideran las transfusiones de sangre

EN ESTOS sombríos tiempos del sida, el mayor peligro para la salud de un paciente en un hospital acecha en el quirófano. “No hay modo de esterilizar completamente la sangre”, dice el doctor Richard Spence, que dirige desde hace más de diez años el Centro de Cirugía sin Sangre del Hospital Cooper-Centro Médico Universitario, de Camden (Nueva Jersey, E.U.A.).

No sorprende que este Centro trate a muchos Testigos de Jehová, cuya negativa a las transfusiones de sangre, basada en la Biblia, es bien conocida. (Levítico 17:11; Hechos 15:28, 29.) Sin embargo, muchos pacientes no Testigos también acuden a este centro preocupados por los peligros potenciales de las transfusiones de sangre, entre ellos, enfermedades como la hepatitis, el sida y otras. “La propagación del sida hace necesario el análisis médico de la sangre —observa el Courier-Post Weekly Report on Science and Medicine—. Pero en algunos casos es posible que el virus esté latente y no se detecte en el análisis.”

Debido a estos peligros, el Centro de Cirugía sin Sangre utiliza otras terapias en vez de la transfusión, entre ellas, el uso de sangre autóloga, una técnica que algunos Testigos no consideran objetable en ciertas circunstanciasa. Otra terapia se vale de fármacos que estimulan la producción de sangre del paciente. En ocasiones se emplea también un sustitutivo sintético de la sangre para reforzar el transporte de oxígeno sin necesidad de recurrir a la transfusión sanguínea. “Los testigos de Jehová desean la mejor atención médica —dice el doctor Spence—, pero quieren tratamientos alternativos a la transfusión.”

Los testigos de Jehová agradecen la cooperación y atención de los médicos que respetan sus convicciones religiosas. Esa cooperación ha hecho posible que reciban “la mejor atención médica”, y también les ha permitido mantener una conciencia limpia ante Jehová Dios. (2 Timoteo 1:3.)

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