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Se producen publicaciones bíblicas para uso en el ministerioLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Ahora bien, ¿deberían imprimir ellos mismos? Intentaron comprar una prensa rotativa para imprimir revistas, pero les dijeron que solo había unas cuantas en Estados Unidos y que sería imposible conseguir una en muchos meses. Sin embargo, estaban convencidos de que si esa era la voluntad del Señor, él les abriría el camino. ¡Y lo hizo!
Solo unos meses después de su regreso a Brooklyn, los hermanos lograron comprar una rotativa. Arrendaron tres pisos de un edificio situado a ocho manzanas del Hogar Betel, en el 35 de la avenida Myrtle. Hacia principios de 1920 la Sociedad poseía su propia imprenta, que era pequeña, pero estaba bien equipada. Algunos hermanos con suficiente experiencia en el manejo del equipo se ofrecieron para ayudar a hacer el trabajo.
El número de The Watch Tower del 1 de febrero de aquel año salió de la prensa de la Sociedad. Para abril también imprimían The Golden Age en su propia imprenta. A finales del año, gustosamente se anunció en The Watch Tower: “Durante la mayor parte del año todo el trabajo de impresión de THE WATCH TOWER, THE GOLDEN AGE y muchos de los folletos ha sido realizado por manos consagradas, con un solo motivo dirigiendo sus acciones: el amor al Señor y a su causa de justicia. [...] Cuando diferentes periódicos y publicaciones se vieron precisados a suspender su impresión por la escasez de papel o por problemas laborales, nuestras publicaciones siguieron saliendo normalmente”.
El espacio de la fábrica era bastante limitado, pero la cantidad de trabajo que se hacía era asombrosa. La tirada regular de The Watch Tower era de 60.000 ejemplares por número. The Golden Age se imprimía allí también, y durante su primer año de publicación hubo un número especial, el del 29 de septiembre. En él se desenmascaró detalladamente a los responsables de la persecución lanzada contra los Estudiantes de la Biblia entre 1917 y 1920. ¡Se imprimieron cuatro millones de ejemplares! Uno de los prensistas dijo después: ‘Todos, con excepción del cocinero, tuvimos que trabajar para sacar ese número’.
No llevaban un año utilizando la rotativa de las revistas cuando el hermano Rutherford preguntó a los hermanos si sería posible utilizarla también para imprimir folletos. Al principio la idea no pareció factible. Los fabricantes de la prensa dijeron que no se podía. Pero los hermanos lo intentaron, y lo lograron. Además, inventaron su propia plegadora y así redujeron de doce a dos el personal requerido para aquella operación. ¿Cuál fue la razón de su éxito? “La experiencia y la bendición del Señor”, dijo en resumen el director de la fábrica.
No obstante, Brooklyn no era el único lugar donde se imprimía. Desde una dependencia situada en Michigan se supervisaba la impresión de ediciones en algunos idiomas extranjeros. Para satisfacer las exigencias de dicho trabajo, en 1921 la Sociedad instaló una linotipia, varias prensas y demás equipo necesario en Detroit (Michigan). Allí se imprimía en polaco, ruso, ucraniano y en otros idiomas.
Aquel mismo año se publicó en inglés el libro El Arpa de Dios, escrito en un estilo a propósito para los que empezaban a estudiar la Biblia. Hasta 1921 la Sociedad no había intentado imprimir y encuadernar sus propios libros. ¿Deberían tratar de emprender aquella tarea también? Los hermanos buscaron de nuevo la dirección del Señor.
Hermanos dedicados imprimen y encuadernan
En 1920 The Watch Tower había informado que muchos repartidores se habían visto obligados a abandonar aquel servicio porque los impresores y encuadernadores no habían podido despachar los pedidos de la Sociedad. Los hermanos de la oficina central juzgaron que si lograban independizarse de los empresarios, con todos sus problemas laborales, estarían en mejores condiciones de dar un testimonio más extenso tocante al propósito de Dios para la humanidad. Si imprimían y encuadernaban sus propios libros, sería más difícil que los opositores obstaculizaran la obra. Y con el tiempo esperaban poder disminuir el costo de los libros para hacerlos más asequibles al público.
Pero aquello requiriría más espacio y maquinaria, y los hermanos tendrían que aprender nuevas técnicas. ¿Lo lograrían? Robert J. Martin, superintendente de la fábrica, recordó que, en los días de Moisés, Jehová había ‘llenado a Bezalel y Oholiab de sabiduría de corazón para hacer toda la obra’ necesaria para la construcción del tabernáculo sagrado. (Éxo. 35:30-35.) Pensando en aquel relato, el hermano Martin estaba seguro de que Jehová también haría lo que fuera necesario para que sus siervos publicaran libros que anunciaran el Reino.
Después de meditar y orar mucho los planes empezaron a concretarse de modo definitivo. Recordando lo ocurrido, el hermano Martin después escribió lo siguiente al hermano Rutherford: “El día en que nos preguntó si había alguna buena razón para que no imprimiéramos y encuadernáramos nuestros propios libros fue el más grande de todos. La idea nos dejó atónitos, pues implicaba la instalación de una planta completa de composición, galvanotipia, impresión y encuadernación; el manejo de más de una veintena de máquinas nuevas, la mayoría de las cuales ni siquiera sabíamos que existían, y la necesidad de aprender más de una docena de oficios. Pero parecía la mejor manera de afrontar los elevados precios de los libros después de la guerra.
”Usted arrendó el edificio de seis plantas del 18 de la calle Concord (con inquilinos en dos de los pisos), y el 1 de marzo de 1922 nos mudamos allí. Nos compró un equipo completo de máquinas de composición, galvanotipia, impresión y encuadernación, en su mayoría nuevas, y algunas de segunda mano; y comenzamos el trabajo.
”Una importante editorial que había estado realizando gran parte de nuestro trabajo se enteró de lo que estábamos haciendo y su gerente vino a vernos. Al ver el equipo nuevo dijo con tono pesimista: ‘Miren, ustedes tienen un establecimiento impresor de primera clase en sus manos, y no hay nadie en este lugar que sepa nada en cuanto a qué hacer con él. En seis meses todo esto será un montón de hierro viejo; y verán que los que deben imprimir para ustedes son los que siempre lo han hecho y que están en el oficio’.
”Sus palabras parecían lógicas, pero no tomaban en cuenta al Señor; y él ha estado siempre con nosotros. Cuando empezamos a encuadernar, nos envió a un hermano que [había] trabajado toda la vida en encuadernación. Nos fue de gran utilidad cuando más lo necesitábamos. Con su ayuda, y con el espíritu del Señor actuando en los hermanos que se esforzaban por aprender, en poco tiempo estábamos haciendo libros.”
La amplitud de la fábrica de la calle Concord permitió combinar los trabajos de impresión de Detroit con los de Brooklyn. En su segundo año en este lugar los hermanos producían el 70% de los libros y folletos necesarios, sin contar las revistas, los tratados y las hojas sueltas. Al año siguiente el trabajo había aumentado tanto que tuvieron que ocupar los dos pisos restantes de la fábrica.
¿Sería posible acelerar la producción de los libros? Especialmente con ese propósito los hermanos mandaron construir una prensa en Alemania, hicieron que fuera enviada a Estados Unidos y empezaron a utilizarla en 1926. Que ellos supieran, esa era la primera rotativa utilizada en Estados Unidos para imprimir libros.
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Luego, durante un período de intensa persecución en 1918 y mientras miembros de la directiva de la Sociedad se hallaban injustamente encarcelados, su oficina central (que se hallaba en Brooklyn [Nueva York]) fue desmantelada. Se destruyeron los clichés usados para la impresión. El personal, que había quedado bastante reducido, trasladó nuevamente las oficinas a Pittsburgh, al tercer piso de un edificio situado en el 119 de la calle Federal. ¿Pondría esto fin a su producción de literatura bíblica?
¿Deberían imprimir ellos mismos?
En 1919, cuando el presidente de la Sociedad, J. F. Rutherford, y sus compañeros salieron de prisión, los Estudiantes de la Biblia se reunieron en Cedar Point (Ohio). Analizaron lo que Dios había permitido que ocurriera durante el año anterior y lo que su Palabra indicaba que deberían hacer en los días venideros. Se anunció la publicación de una nueva revista titulada The Golden Age (La edad de oro), instrumento que serviría para señalar al Reino de Dios como la única esperanza de la humanidad.
La Sociedad encomendó la impresión de la revista a una firma comercial, como había hecho en el pasado. Pero los tiempos habían cambiado. Existían dificultades de tipo laboral en la industria tipográfica y problemas en el mercado del papel. Tenían que utilizar un sistema más seguro. Los hermanos oraron sobre el particular y esperaron la guía del Señor.
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