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Edifican juntos a escala mundialLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Se crean técnicas de construcción rápida
A comienzos de los años setenta, más de cincuenta Testigos de congregaciones vecinas se pusieron a trabajar en la construcción de un nuevo Salón del Reino en Carterville (Misuri) para el grupo que se reunía en Webb City. En un fin de semana levantaron la armazón principal y adelantaron bastante el trabajo del techo. Todavía quedaba mucho por hacer, y requirió meses completar la construcción, pero una parte importante se había terminado en muy poco tiempo.
Durante la década siguiente, al construir juntos unos sesenta salones, los hermanos superaron los obstáculos e idearon métodos más eficaces. Con el tiempo se dieron cuenta de que, una vez echados los cimientos, podían terminar casi todo un Salón del Reino en solo un fin de semana.
Varios superintendentes de congregaciones del mediooeste de Estados Unidos canalizaron sus esfuerzos hacia esa meta. Cuando las congregaciones pedían ayuda para construir un Salón del Reino, uno o más de estos hermanos examinaban el proyecto y les suministraban los detalles de los pasos preliminares que tenían que dar antes de que se pudiera efectuar el trabajo. Entre otras cosas, tenían que obtener los permisos de construcción, echar los cimientos y el piso de concreto, disponer de servicio eléctrico, instalar las cañerías subterráneas y concertar con proveedores confiables la entrega de los materiales de construcción. Después se podía fijar la fecha para erigir el Salón del Reino. El edificio no sería prefabricado; toda la construcción se efectuaría allí mismo.
¿Quiénes harían el trabajo de construcción propiamente dicho? Hasta donde era posible, lo hacían trabajadores voluntarios, mano de obra no remunerada. Por lo general participaban familias enteras. Los organizadores del programa se comunicaban con Testigos artesanos que hubieran expresado su deseo de colaborar en las obras. Otros Testigos que se enteraban del plan también deseaban ayudar; acudían centenares de ellos, tanto de la localidad como de lugares distantes, ansiosos de ofrecer sus servicios en todo lo que pudieran. La mayoría no eran constructores de profesión, pero sí encajaban muy bien con lo que dice Salmo 110:3 acerca de los que apoyarían al Rey Mesiánico de Jehová: “Tu pueblo se ofrecerá de buena gana”.
El jueves por la noche antes de dar el gran empujón a la obra, los supervisores se reunían para ultimar los detalles. La noche siguiente presentaban a los trabajadores un programa de diapositivas sobre el procedimiento, para que entendieran cómo se llevaría a cabo el trabajo. Se enfatizaba la importancia de las cualidades piadosas. Se animaba a los hermanos a trabajar juntos con amor, bondad, paciencia y consideración. Se estimulaba a todos a trabajar a paso regular, sin precipitarse, y a no vacilar en sacar unos minutos para relatar a alguien alguna experiencia animadora. Al día siguiente, muy de mañana, empezaba la obra.
El sábado por la mañana, a una hora ya fijada, todos interrumpían el trabajo para escuchar la explicación del texto bíblico del día. Luego se hacía una oración en la que se reconocía que el éxito de la empresa dependía de la bendición de Jehová. (Sal. 127:1.)
Una vez comenzado el trabajo, avanzaba velozmente. En una hora se levantaban las paredes. A continuación venía el entramado del techo. Las paredes se revestían de madera contrachapada que se fijaba con clavos. Los electricistas empezaban a tender los cables. Se instalaban los conductos del aire acondicionado y la calefacción. Se construían los diferentes armarios y se ponían en su lugar. Algunas veces llovía durante todo el fin de semana; otras veces o hacía un frío glacial o el calor era excesivo; pero el trabajo continuaba. No había competencia ni rivalidad entre los trabajadores.
Por lo general, antes del anochecer del segundo día ya había concluido la construcción del Salón del Reino, lo que incluía una agradable decoración del interior y quizás hasta jardines en el exterior. A veces resultaba más práctico programar el trabajo para más de tres días, o tal vez para dos fines de semana. Al final de la obra muchos de los trabajadores —cansados, pero muy contentos— se quedaban para disfrutar de la primera reunión regular de la congregación: el estudio de La Atalaya.
Algunos vecinos de Guymon (Oklahoma, E.U.A.), que dudaban de que se pudiera hacer trabajo de calidad tan rápidamente, llamaron al inspector de obras del municipio. “Les dije que si querían ver algo bien hecho debían visitar el salón —dijo el inspector más tarde al relatar el incidente a los Testigos—. Ustedes están haciendo correctamente hasta los detalles que van a estar escondidos y que no se verán.”
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Edifican juntos a escala mundialLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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[Fotografías en las páginas 320 y 321]
Trabajan juntos en la construcción rápida de Salones del Reino
Todos los años se forman miles de congregaciones. En la mayoría de los casos los Testigos construyen sus propios Salones del Reino. Estas fotografías se tomaron en 1991 durante la construcción de un Salón del Reino en Connecticut (E.U.A.)
Viernes, 7.40 de la mañana
Viernes, al mediodía
Sábado, 7.41 de la noche
Domingo, 6.10 de la tarde. Se ha terminado el trabajo principal
Piden a Jehová su bendición y sacan tiempo para analizar el consejo de su Palabra
Todos son voluntarios no remunerados que se alegran de cooperar unos con otros
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