-
Me he esforzado por seguir buenos ejemplosLa Atalaya (estudio) 2016 | octubre
-
-
Con mis padres, de camino a una asamblea en Wichita, en los años cuarenta.
Yo tenía ocho años cuando mis padres vendieron su casa y sus negocios, construyeron una pequeña casa móvil y nos fuimos a vivir a Colorado, donde se necesitaban más publicadores. Nos establecimos cerca de Grand Junction; allí mis padres trabajaban de media jornada en granjas y ranchos, y servían de precursores. Gracias a su esfuerzo y a la bendición de Jehová, se formó una congregación. El 20 de junio de 1948, mi padre me bautizó en un riachuelo junto con otras personas que habían aceptado las verdades bíblicas, entre ellas Billie Nichols y su esposa. Más adelante, ellos comenzaron a servir en la obra de circuito, como también lo hicieron su hijo y su nuera.
-
-
Me he esforzado por seguir buenos ejemplosLa Atalaya (estudio) 2016 | octubre
-
-
ME MUDO DE NUEVO
Cuando yo tenía 19 años, Bud Hasty, un amigo de la familia, me invitó a servir de precursor con él en el sur de Estados Unidos. El superintendente de circuito nos dijo que nos mudáramos a Ruston (Luisiana), donde había varios Testigos inactivos. Nos pidió que celebráramos todas las reuniones cada semana sin importar cuántos acudieran, y así lo hicimos. Encontramos un lugar apropiado y lo preparamos. Como al principio solo asistíamos nosotros, nos repartíamos las asignaciones: cuando uno dirigía la reunión, el otro comentaba. Si había alguna demostración, los dos la hacíamos desde la plataforma aunque no hubiera nadie en el auditorio. Una hermana mayor empezó a ir a las reuniones y, con el tiempo, también lo hicieron otros hermanos inactivos y algunos estudiantes. Poco después, llegamos a ser una próspera congregación.
Un día Bud y yo hablamos con un pastor protestante que usó textos bíblicos que yo no conocía bien. Me sentí frustrado y me puse a pensar seriamente en mis creencias. Durante una semana, me quedé estudiando hasta tarde en la noche para encontrar respuesta a las preguntas que nos había hecho, lo que me ayudó a hacer mía la verdad. Ahora estaba deseando encontrarme con otro predicador.
Poco después, el superintendente de circuito nos pidió que nos mudáramos a El Dorado (Arkansas) para ayudar a la congregación. En aquel tiempo, viajaba a menudo a Colorado para presentarme en la oficina de reclutamiento. En uno de esos viajes, acompañado de otros precursores, tuvimos un accidente en Texas y mi automóvil quedó inservible. Así que llamamos a un hermano, que vino a recogernos, nos llevó a su casa y después a la reunión, donde anunciaron que habíamos sufrido un percance. La congregación fue muy generosa y nos dio algo de dinero; además, el hermano vendió mi auto por 25 dólares.
Logramos que alguien nos llevara a Wichita para visitar a un buen amigo de mi familia, Everidge McCartney —o Doc, como solíamos llamarle—, que servía allí de precursor. Sus hijos gemelos, Frank y Francis, siguen siendo dos de mis mejores amigos. Tenían un auto viejo que me vendieron por 25 dólares, exactamente lo que había obtenido por el mío. Fue la primera vez que vi claramente que, cuando ponía el Reino en primer lugar, Jehová me daba justo lo que necesitaba. La familia McCartney me presentó a Bethel Crane, una hermana encantadora y espiritual. Su madre, Ruth, vivía en Wellington (Kansas) y era una Testigo entusiasta que siguió siendo precursora incluso con más de 90 años. Bethel y yo nos casamos en 1958, menos de un año después de conocernos, y ella comenzó a servir de precursora conmigo en El Dorado.
-