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  • ¿Puede usted ir a servir a donde se necesitan más publicadores del Reino?
    La Atalaya 2009 | 15 de abril
    • ¿Puede usted ir a servir a donde se necesitan más publicadores del Reino?

      “Llevábamos una vida cómoda en Estados Unidos. Sin embargo, nos preocupaba el efecto dañino que pudiera tener en nosotros y en nuestros dos hijos el entorno tan materialista en el que vivíamos. Mi esposa y yo habíamos sido misioneros y queríamos recuperar la vida sencilla y feliz que llevábamos entonces.”

      ESE deseo llevó a Ralph y a Pam a escribir en 1991 a diversas sucursales. Este matrimonio quería servir donde hicieran falta más publicadores del Reino. La sucursal de México les respondió y les dijo que se necesitaban con urgencia publicadores que pudieran predicar a la población anglohablante. De hecho, les dijeron que ese campo estaba listo para la cosecha (Juan 4:35). Al poco tiempo, Ralph, Pam y sus dos hijos (de 8 y 12 años) aceptaron la invitación y empezaron a preparar la mudanza.

      Un territorio enorme

      Ralph recuerda: “Antes de irnos de Estados Unidos, algunos hermanos bienintencionados nos dijeron: ‘Vivir en el extranjero es muy peligroso’. ‘¿Qué harán si se enferman?’ ‘¿Por qué van a otro país a predicarle a gente que habla inglés? Esa gente no está interesada en la verdad.’ Pero la decisión ya estaba tomada. Ahora bien, esa decisión no fue impulsiva; llevábamos años haciendo planes. Habíamos evitado incurrir en grandes deudas, habíamos ahorrado dinero y habíamos tenido muchas charlas en familia sobre los problemas que podríamos enfrentar”.

      Lo primero que hicieron Ralph y su familia fue visitar la sucursal de México. Allí, los hermanos les mostraron un mapa del país y les dijeron: “Todo esto es su territorio”. La familia se estableció en San Miguel de Allende, una población con bastantes extranjeros que está situada a 240 kilómetros (150 millas) al noroeste de la ciudad de México. Tres años después de su llegada se formó la primera congregación de habla inglesa del país, con diecinueve publicadores. Pero ese era solo el principio.

      En México hay un millón de ciudadanos estadounidenses. Además, hay una gran cantidad de estudiantes y profesionales mexicanos que saben inglés. Ralph explica: “Le pedimos a Jehová que nos enviara más obreros. Además, siempre teníamos una habitación disponible para recibir a los hermanos que venían a ‘espiar la tierra’, por así decirlo” (Núm. 13:2).

      Simplificaron su vida para aumentar su ministerio

      No tardaron en llegar más hermanos que querían ampliar su ministerio. Entre ellos estaban Bill y Kathy, de Estados Unidos, quienes llevaban veinticinco años en territorios con gran necesidad de publicadores. Ellos estaban pensando aprender español, pero cambiaron de idea al mudarse a Ajijic, una población a orillas del lago de Chapala donde viven muchísimos jubilados estadounidenses. Bill explica: “En Ajijic pasábamos cada vez más tiempo buscando personas de habla inglesa que quisieran aprender la verdad”. Dos años después de su llegada, Bill y Kathy vieron el nacimiento de la segunda congregación de habla inglesa en México.

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    La Atalaya 2009 | 15 de abril
    • Patrick y Roxanne, que vivían en Texas (Estados Unidos), se entusiasmaron al darse cuenta de que no muy lejos había un campo misional con personas de habla inglesa. “Cuando visitamos la ciudad de Monterrey, que está situada al noreste de México, nos sentimos como si Jehová nos estuviera guiando”, dice Patrick. Lograron vender su casa en cinco días y, por así decirlo, pasaron a Macedonia (Hech. 16:9). Ganarse la vida en México no ha sido fácil, pero el sacrificio ha valido la pena, pues al cabo de dos años, el pequeño grupo de diecisiete publicadores se convirtió en una congregación de cuarenta miembros.

      Jeff y Deb son otra pareja que también simplificó su vida para aumentar su ministerio. Tras vender la espaciosa casa que tenían en Estados Unidos, se mudaron a un pequeño apartamento en la ciudad de Cancún, en la costa del Caribe mexicano. Ellos estaban acostumbrados a las asambleas con aire acondicionado y a viajar poco para llegar a ellas. Pero ahora no solo tenían que viajar durante ocho horas para asistir a una asamblea en inglés, sino que esta se celebraba en un estadio al aire libre. Pero todo ese esfuerzo valió la pena, pues al final se formó una congregación de 50 publicadores en Cancún.

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