-
Recordamos a nuestro Creador desde la juventudLa Atalaya 2000 | 1 de enero
-
-
Poco después los visitó William Evans, un Estudiante de la Biblia (en aquel entonces se llamaba así a los testigos de Jehová). Papá, que entonces tenía unos veinticinco años, y mamá, cinco años más joven, escucharon a aquel simpático galés y lo invitaron a comer. Al poco tiempo abrazaron las verdades bíblicas que estaban aprendiendo.
-
-
Recordamos a nuestro Creador desde la juventudLa Atalaya 2000 | 1 de enero
-
-
El hermano Evans y su esposa, Miriam, no tenían hijos, así que se convirtieron en unos padres y abuelos espirituales para nuestra familia. William siempre se dirigía a mi padre llamándolo “hijo”, y tanto él como Miriam infundieron en todos nosotros el espíritu de evangelizador. A principios del siglo XX, el hermano Evans había realizado algunos viajes a Gales para dar a conocer la verdad en los alrededores de Swansea, donde se le conocía como el predicador de América.
En 1928, el hermano Evans dejó su empleo y se puso a predicar en los montes de Virginia Occidental. Con él fueron mis dos hermanos mayores: Clarence, de 21 años, y Carl, de 19. Los cuatro varones pasamos muchos años en el ministerio de tiempo completo. De hecho, todos servimos de superintendentes viajantes de los testigos de Jehová cuando éramos jóvenes. No hace mucho, la hermana menor de mamá, Mary, que ya tiene bastante más de noventa años, me escribió: “¡Cuánto agradecemos todos que el hermano Evans tuviera celo por el ministerio y visitara Grove City!”. Tía Mary también se ha acordado del Creador desde su juventud.
-