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“Mi reino no es parte de este mundo”La Atalaya (estudio) 2018 | junio
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“Mi reino no es parte de este mundo”
“Para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad” (JUAN 18:37).
1, 2. a) ¿Qué tendencia creciente existe en el mundo actual? b) ¿Qué preguntas responderemos en este estudio?
UNA hermana del sur de Europa dice reflexionando sobre su pasado: “Desde que era una niña, solo vi injusticias. Por eso, rechacé el sistema político de mi país y apoyé ideas que muchos consideraban radicales. De hecho, durante muchos años, fui novia de un terrorista”. Un hermano del sur de África también justificaba la violencia antes de hacerse testigo de Jehová. Dice: “Creía que mi tribu era superior a todas las demás, y me afilié a un partido político. En él, nos enseñaron a matar con lanzas a nuestros rivales políticos, incluso a los de nuestra propia tribu”. Y una hermana que vive en Europa central admite: “Tenía muchos prejuicios y odiaba a todos los que eran de otra nacionalidad o religión”.
2 Estos comentarios reflejan una tendencia creciente en el mundo actual: florecen los movimientos independentistas violentos, las cuestiones políticas dividen más y más a la gente y en muchos países a los extranjeros se les rechaza cada vez más. Como predijo la Biblia, las personas en estos últimos días no están dispuestas a llegar a ningún acuerdo (2 Tim. 3:1, 3). ¿Cómo podemos los cristianos proteger nuestra unidad en un mundo cada vez más dividido? Podemos aprender mucho de lo que Jesús hizo cuando estuvo en la Tierra, porque en la región donde vivía también había mucha agitación política. En este estudio, vamos a responder tres preguntas: ¿Por qué no quiso Jesús apoyar los movimientos separatistas? ¿Cómo demostró que los siervos de Dios no deben tomar partido en asuntos políticos? Y ¿cómo nos enseñó que nunca debemos recurrir a la violencia?
LA POSTURA DE JESÚS ANTE LOS MOVIMIENTOS INDEPENDENTISTAS
3, 4. a) ¿Qué expectativas políticas tenían los judíos en tiempos de Jesús? b) ¿Qué efecto tuvieron esas expectativas en los discípulos de Jesús?
3 Muchos de los judíos a los que Jesús predicó anhelaban independizarse de Roma. Los celotes eran un grupo nacionalista judío que fomentaba estos sentimientos. Un gran número de aquellos extremistas seguían las ideas de Judas el Galileo, un falso mesías del siglo primero que engañó a muchas personas. El historiador judío Josefo dice que este hombre “incitó a sublevarse a los habitantes del lugar, pues les reprochaba que soportasen el pagar tributos a los romanos”. Los romanos ejecutaron a Judas (Hech. 5:37). Algunos celotes llegaron a emplear la violencia para alcanzar sus fines.
4 En realidad, los judíos en general estaban deseando que llegara el Mesías, pues esperaban que fuera un líder político que los liberara del yugo de Roma y devolviera el esplendor a la nación judía (Luc. 2:38; 3:15). Muchos creían que el Mesías fundaría un reino terrestre en Israel. Cuando eso ocurriera, los millones de judíos que vivían dispersados por otros lugares regresarían a su patria. De hecho, Juan el Bautista le preguntó una vez a Jesús: “¿Eres tú Aquel Que Viene, o hemos de esperar a uno diferente?” (Mat. 11:2, 3). Es posible que él quisiera saber si sería otra persona la que hiciera realidad los sueños de los judíos. Tras la resurrección de Jesús, dos discípulos se lo encontraron de camino a Emaús y le dijeron que el Mesías no había hecho lo que ellos esperaban (lea Lucas 24:21). Y, poco después, los apóstoles le preguntaron a Jesús: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6).
5. a) ¿Por qué querían los galileos que Jesús fuera su rey? b) ¿Cómo los corrigió Jesús?
5 Sin duda, aquellas expectativas sobre el Mesías contribuyeron a que los galileos quisieran que Jesús fuera su rey. Seguro que lo veían como el gobernante perfecto: era un orador extraordinario y tenía poder para curar a los enfermos y hasta alimentar a los hambrientos. Después de dar de comer a unos cinco mil hombres, se dio cuenta de que “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, así que “se retiró otra vez a la montaña, él solo” (Juan 6:10-15). Al día siguiente, al otro lado del mar de Galilea, es posible que el entusiasmo se hubiera enfriado hasta cierto punto. Entonces, Jesús le explicó a la multitud que él había venido a la Tierra para ayudarlos en sentido espiritual, no material. Les dijo: “Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna” (Juan 6:25-27).
6. ¿Cómo dejó claro Jesús que no buscaba poder político en la Tierra? (Vea el dibujo del principio).
6 Poco antes de morir, Jesús se dio cuenta de que algunos de sus seguidores esperaban que fundara un reino terrestre con su sede en Jerusalén. Para ayudarlos a entender que él no iba a hacer eso, les contó la parábola de las minas. En ella, se comparó a un “hombre de noble nacimiento” que tendría que irse durante mucho tiempo (Luc. 19:11-13, 15). En otra ocasión, Jesús también les explicó su postura neutral a las autoridades romanas. El gobernador Poncio Pilato le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” (Juan 18:33). Mientras estuvo en el cargo, una de las grandes preocupaciones de Pilato fueron las sublevaciones políticas. Así que quizás tenía miedo de que Jesús ocasionara una rebelión. Pero Jesús le respondió: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Él no se iba a meter en política, pues su Reino sería un gobierno celestial. Además, le aclaró que su labor en la Tierra era “dar testimonio acerca de la verdad” (lea Juan 18:37).
¿Nos centramos en los problemas del mundo o en el Reino de Dios? (Vea el párrafo 7).
7. ¿Por qué puede ser difícil no apoyar en el corazón los movimientos independentistas?
7 Jesús tenía muy claro qué obra debía hacer. Si nosotros también tenemos claro qué obra debemos hacer, no apoyaremos los movimientos políticos independentistas, ni siquiera en el corazón. Esto puede resultarnos difícil. Un superintendente viajante indica: “La gente en nuestra zona es cada vez más radical. Predomina un espíritu nacionalista, y muchos dan por sentado que la independencia política mejorará sus vidas. Afortunadamente, los hermanos han protegido su unidad cristiana al concentrarse en predicar las buenas nuevas del Reino. Confían en que Dios resolverá la injusticia y los demás problemas que afrontamos”.
¿CÓMO ACTUÓ JESÚS ANTE LAS CUESTIONES POLÍTICAS QUE DIVIDÍAN A LA GENTE?
8. ¿Qué injusticias soportaban los judíos en el siglo primero?
8 Por regla general, las injusticias encienden las pasiones políticas. En los días de Jesús, el pago de impuestos era una cuestión candente. De hecho, la chispa que prendió la rebelión de Judas el Galileo fue un censo ordenado por los romanos para garantizar el pago de los tributos. Los súbditos del Imperio romano, entre ellos las personas que escuchaban a Jesús, tenían que pagar muchos impuestos, como por ejemplo sobre los bienes, las tierras y las viviendas. Y, como los recaudadores de impuestos eran muy corruptos, la gente sentía que llevaba una carga muy pesada. A veces, los recaudadores les pagaban a los funcionarios para acceder a ciertos puestos y luego usaban su autoridad para enriquecerse. Zaqueo, el principal recaudador de impuestos de Jericó, se hizo rico extorsionando a los ciudadanos (Luc. 19:2, 8). Y lo más probable es que no fuera el único que se valiera de estas prácticas.
9, 10. a) ¿Cómo trataron de conseguir los enemigos de Jesús que él tomara partido en una cuestión política? b) ¿Qué aprendemos de la reacción de Jesús? (Vea el dibujo del principio).
9 Los enemigos de Jesús trataron de conseguir que él tomara partido en una cuestión relacionada con los impuestos. Para entramparlo, le preguntaron por “la capitación”, un impuesto de un denario que debían pagar todos los habitantes del Imperio romano (lea Mateo 22:16-18). Este era uno de los tributos que más molestaba a los judíos, porque representaba que estaban sometidos a Roma. La trampa de los “partidarios de Herodes” era la siguiente: si Jesús criticaba el impuesto, podría ser acusado de rebelión contra el Imperio, pero, si decía que había que pagarlo, sus seguidores tal vez lo abandonarían.
10 A fin de mantenerse neutral, Jesús tuvo mucho cuidado con su respuesta. Dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios” (Mat. 22:21). Claro, sabía que muchos recaudadores eran corruptos. Pero no quería que estas cosas lo distrajeran de la cuestión más importante: que la verdadera solución para los problemas de la humanidad es el Reino de Dios. Así puso un modelo que todos debemos seguir. Aunque una causa parezca muy noble, nunca debemos meternos en temas políticos. En lugar de formarnos opiniones muy categóricas sobre las injusticias o hablar en contra de ellas, los cristianos buscamos el Reino y la justicia de Dios (Mat. 6:33).
11. ¿Cuál es la mejor manera de luchar contra las injusticias?
11 Muchos testigos de Jehová han logrado dejar atrás las ideas políticas que tenían arraigadas. Una hermana de Gran Bretaña cuenta: “Después de estudiar Sociología en la universidad, mis ideas se volvieron radicales. Quería defender los derechos de los negros, pues habíamos sufrido muchísimas injusticias. Casi siempre ganaba las discusiones, pero acababa frustrada. No me daba cuenta de que las causas de las injusticias raciales están en el corazón de la gente, y de allí hay que desarraigarlas. Pero, cuando comencé a estudiar la Biblia, comprendí que tenía que empezar arrancándolas de mi propio corazón. Y fue una hermana blanca muy paciente quien me ayudó a lograrlo. En la actualidad, soy precursora regular en una congregación de lenguaje de señas. Estoy aprendiendo a llegar a todo tipo de personas”.
“VUELVE TU ESPADA A SU LUGAR”
12. ¿Qué era “la levadura” que debían evitar los discípulos de Jesús?
12 En los días de Jesús, la religión estaba muy mezclada con la política. El libro La vida cotidiana en Palestina en tiempo de Jesús explica que “las sectas religiosas en que se dividían los judíos correspondían”, más o menos, “a lo que llamamos partidos políticos”. Por eso, Jesús les dio a sus discípulos esta advertencia: “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes” (Mar. 8:15). Al mencionar a Herodes, probablemente se refería a los partidarios de este. El otro grupo, los fariseos, estaba a favor de que los judíos se independizaran. Según el Evangelio de Mateo, Jesús también mencionó en esta conversación a los saduceos. Estos preferían continuar bajo el gobierno romano, pues muchos de ellos disfrutaban de poder político. Jesús les advirtió con firmeza a sus discípulos que no se contaminaran con “la levadura” de estos tres grupos, es decir, sus enseñanzas (Mat. 16:6, 12). Es digno de destacar que esta conversación tuvo lugar poco después de que los galileos quisieron hacer rey a Jesús.
13, 14. a) ¿Qué ocurre cuando la religión se mezcla en la política? b) ¿Por qué no podemos usar las injusticias como excusa para recurrir a la violencia? (Vea el dibujo del principio).
13 Cuando la religión se mezcla en la política, es fácil que estalle la violencia. Jesús les enseñó a sus discípulos que, en esas circunstancias, era imprescindible que se mantuvieran neutrales. Por eso, los sacerdotes principales y los fariseos tramaron asesinar a Jesús. Lo consideraban un rival político y religioso, una amenaza para su posición. Decían: “Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación” (Juan 11:48). Por eso, el sumo sacerdote Caifás encabezó el complot para acabar con la vida de Jesús (Juan 11:49-53; 18:14).
14 Caifás envió soldados para que detuvieran a Jesús al amparo de la noche. Jesús era consciente de este acto tan cobarde. Por eso, durante la última cena con sus apóstoles, les pidió que buscaran unas espadas. Con dos sería suficiente para enseñarles una lección fundamental (Luc. 22:36-38). Esa misma noche, Pedro se indignó tanto por lo injusto de la situación que atacó con una espada a uno de los que llegaron para detener a Jesús (Juan 18:10). Pero Cristo le dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mat. 26:52, 53). Aquella clara lección concordaba con lo que Jesús había dicho en oración un poco antes: que sus discípulos no debían ser parte del mundo (lea Juan 17:16). Tenían que dejar que fuera Dios quien luchara contra las injusticias.
15, 16. a) ¿Cómo ha ayudado la Palabra de Dios a los cristianos a evitar los conflictos? b) ¿Qué contraste observa Jehová hoy día?
15 Los hermanos mencionados en el primer párrafo aprendieron esa misma lección y cambiaron porque deseaban ser como Cristo. La hermana del sur de Europa explica: “He visto que la violencia no trae justicia. Los que recurren a ella a menudo mueren y muchos otros acaban amargados. Aprender en la Biblia que solo Dios puede traer justicia verdadera a la Tierra me hizo muy feliz. Este es el mensaje que he predicado durante los últimos veinticinco años”. El hermano del sur de África ha sustituido la lanza por “la espada del espíritu”, es decir, la Palabra de Dios (Efes. 6:17). Ahora les predica un mensaje de paz a todas las personas, no importa de qué tribu sean. En cuanto a la hermana de Europa central, después de hacerse Testigo se casó con un hermano de un grupo étnico que antes odiaba.
16 ¡Y qué importante es hacer estos cambios! La Biblia compara a la gente de este mundo con un mar revuelto, que nunca está en calma (Is. 17:12; 57:20, 21; Rev. 13:1). Las personas permiten que las cuestiones políticas causen división, enfrentamientos y violencia sin sentido. En cambio, nosotros mantenemos la paz y la unidad. Sin duda, a Jehová le alegra ver el contraste que existe entre la división de este mundo y la unidad de su pueblo (lea Sofonías 3:17).
17. a) ¿De qué tres maneras podemos fomentar la unidad? b) ¿Qué veremos en el siguiente artículo?
17 En este artículo, hemos visto tres maneras de fomentar la unidad cristiana. Primero, confiando en que el Reino celestial de Dios corregirá las injusticias. Segundo, no tomando partido en cuestiones políticas. Y, tercero, rechazando la violencia. Sin embargo, los prejuicios pueden a veces poner en peligro nuestra unidad. En el siguiente artículo, veremos cómo luchar contra los prejuicios, igual que hicieron los primeros cristianos.
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Que todos estemos unidos como lo están Jehová y JesúsLa Atalaya (estudio) 2018 | junio
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Que todos estemos unidos como lo están Jehová y Jesús
“Hago petición [...] para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo” (JUAN 17:20, 21).
1, 2. a) ¿Qué pidió Jesús en la última oración con sus apóstoles? b) ¿Por qué es posible que Jesús estuviera preocupado por la unidad?
DURANTE su última cena con los apóstoles, Jesús estaba preocupado por la unidad. Mientras oraba con ellos, expresó su deseo de que todos sus discípulos fueran uno, o estuvieran unidos, así como él y su Padre lo están (lea Juan 17:20, 21). La unidad de los discípulos demostraría con claridad que Jehová había enviado a Jesús a la Tierra. El amor los identificaría como los verdaderos seguidores de Jesús y contribuiría a su unidad (Juan 13:34, 35).
2 Es normal que Jesús recalcara esa noche la importancia de la unidad, porque había notado falta de armonía entre los apóstoles. Habían discutido “sobre quién de ellos parecía ser el mayor”, y no era la primera vez (Luc. 22:24-27; Mar. 9:33, 34). En otra ocasión, Santiago y Juan le habían pedido a Jesús que les concediera lugares importantes a su lado en su Reino (Mar. 10:35-40).
3. a) ¿Qué factores pudieron contribuir a que los discípulos de Cristo no estuvieran unidos? b) ¿Qué preguntas responderemos en este artículo?
3 Pero el deseo de ser importantes no era lo único que podía poner en peligro la unidad de los discípulos de Cristo. La gente que los rodeaba estaba dividida por el odio y los prejuicios. Así que ellos tendrían que combatir estos sentimientos. En este artículo, responderemos las siguientes preguntas: ¿Cómo luchó Jesús contra los prejuicios? ¿Cómo enseñó a sus seguidores a ser imparciales y a estar unidos? Y ¿cómo nos ayudan sus enseñanzas a conservar la unidad?
PREJUICIOS CONTRA JESÚS Y SUS DISCÍPULOS
4. Mencione algunos prejuicios que tuvo que soportar Jesús.
4 Jesús mismo tuvo que soportar prejuicios. Cuando Felipe le dijo a Natanael que había hallado al Mesías, este le respondió: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Juan 1:46). ¿Por qué dijo esto Natanael? Por lo visto, conocía la profecía de Miqueas 5:2 y sabía que el Mesías nacería en Belén. Así que tal vez pensó que Nazaret no era tan importante como para que el Mesías viniera de allí. De manera parecida, algunas personas prominentes de Judea menospreciaron a Jesús porque era de Galilea (Juan 7:52). Muchos habitantes de Judea se creían superiores a los galileos. Otros judíos usaron el término samaritano para tratar de insultar a Jesús (Juan 8:48). Los samaritanos y los judíos eran de diferente nación y religión. Tanto en Judea como en Galilea, los judíos despreciaban y evitaban a los samaritanos (Juan 4:9).
5. ¿Qué prejuicios tuvieron que aguantar los discípulos de Jesús?
5 Los líderes religiosos judíos también despreciaban a los seguidores de Jesús. Para los fariseos, eran “unos malditos” (Juan 7:47-49). Así es, consideraban como comunes y despreciables a todos los que no hubieran estudiado en las escuelas rabínicas judías o no siguieran sus tradiciones (Hech. 4:13). Los prejuicios que aguantaron Jesús y sus discípulos tenían su origen en diferencias religiosas, sociales y étnicas. Los discípulos mismos también tenían prejuicios. Por eso, para estar unidos, tendrían que cambiar su manera de pensar.
6. Cuente algunos casos que ilustren cómo pueden afectarnos los prejuicios.
6 Hoy día, el mundo que nos rodea está lleno de prejuicios. Podemos ser víctimas de ellos o tenerlos nosotros mismos. Una precursora de Australia cuenta: “Mi odio por los blancos creció cuando me concentré en las injusticias que los aborígenes han sufrido y siguen sufriendo. Y el maltrato que yo misma recibí avivó el odio que sentía”. En Canadá, donde se habla francés e inglés, un hermano admite que antes tenía cierto prejuicio. Dice: “Pensaba que las personas de habla francesa eran superiores y no soportaba a la gente de habla inglesa”.
7. ¿Cómo luchó Jesús contra los prejuicios?
7 Igual que en tiempos de Jesús, los prejuicios hoy día pueden ser muy fuertes y difíciles de cambiar. ¿Cómo luchó Jesús contra ellos? Primero, él mismo nunca los tuvo y siempre fue totalmente imparcial. Les predicó a ricos y pobres, a fariseos y samaritanos, e incluso a recaudadores de impuestos y pecadores. Y, segundo, con sus enseñanzas y su ejemplo les mostró a los discípulos que debían vencer la desconfianza o la intolerancia hacia otras personas.
JESÚS ENSEÑÓ A VENCER LOS PREJUICIOS CON AMOR Y HUMILDAD
8. Explique en qué principio fundamental se basa la unidad cristiana.
8 Jesús enseñó un principio fundamental en el que se basa la unidad cristiana. Dijo: “Todos ustedes son hermanos” (lea Mateo 23:8, 9). ¿En qué sentido somos hermanos? Por un lado, claro está, en el sentido de que todos descendemos de Adán (Hech. 17:26). Por otro lado, como explicó Jesús, sus discípulos son hermanos porque ven a Jehová como su Padre celestial (Mat. 12:50). Además, han llegado a ser parte de una gran familia espiritual que está unida por el amor y la fe. Por eso, en sus cartas, los apóstoles a menudo se refirieron a sus compañeros cristianos como hermanos (Rom. 1:13; 1 Ped. 2:17; 1 Juan 3:13).
9, 10. a) ¿Por qué no tenían motivos los judíos para enorgullecerse de su raza? b) ¿Cómo enseñó Jesús que está mal sentir prejuicios raciales? (Vea el dibujo del principio).
9 Después de dejar claro que debemos vernos unos a otros como hermanos, Jesús recalcó la importancia de ser humildes (lea Mateo 23:11, 12). Como ya hemos visto, a veces el orgullo dividió a los apóstoles. Además, en los días de Jesús, la gente se enorgullecía de su raza. Muchos judíos se creían superiores porque eran descendientes de Abrahán. Pero ese no era motivo para sentirse así, pues Juan el Bautista les dijo: “Dios tiene poder para levantar de estas piedras hijos a Abrahán” (Luc. 3:8).
10 Jesús condenó el orgullo racial. Aprovechó para hacerlo cuando un escriba le preguntó: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”. Jesús le contestó contando la parábola del buen samaritano, un hombre que se apiadó de un viajero judío al que habían asaltado y golpeado unos ladrones. Antes, varios judíos habían pasado por su lado sin hacer nada. En cambio, el samaritano se detuvo y lo ayudó. Jesús terminó la parábola diciéndole al escriba que debía ser como el samaritano (Luc. 10:25-37). De esa manera, Jesús mostró que un samaritano podía enseñarles a los judíos lo que es el verdadero amor al prójimo.
11. a) ¿Por qué tenían que ser imparciales los discípulos de Cristo? b) ¿Cómo ayudó Jesús a los discípulos a entender que debían ser imparciales?
11 Antes de subir al cielo, Jesús mandó a sus discípulos que predicaran “en toda Judea, y en Samaria, y hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8). Para lograrlo, ellos tendrían que vencer los prejuicios y el orgullo. En ocasiones anteriores, Jesús les había hablado de las buenas cualidades de personas no judías, y así los preparó para predicar a todas las naciones. Por ejemplo, alabó la gran fe de un oficial militar que era extranjero (Mat. 8:5-10). Y en Nazaret explicó que Jehová había favorecido a no judíos, como la viuda de la población fenicia de Sarepta y el leproso sirio Naamán (Luc. 4:25-27). Además, Jesús no solo le predicó a una samaritana, sino que se quedó dos días en Samaria porque la gente mostró interés en su mensaje (Juan 4:21-24, 40).
LOS PRIMEROS CRISTIANOS LUCHARON CONTRA LOS PREJUICIOS
12, 13. a) ¿Cómo reaccionaron los apóstoles cuando Jesús le predicó a una samaritana? (Vea el dibujo del principio). b) ¿Cómo sabemos que Santiago y Juan no comprendieron del todo lo que Jesús quiso enseñarles?
12 Ahora bien, a los apóstoles no se les hizo fácil vencer los prejuicios. Por ejemplo, se sorprendieron al ver que Jesús le predicó a una samaritana (Juan 4:9, 27). Los líderes religiosos judíos no hablaban en público con las mujeres, y menos con una samaritana que tenía mala reputación. Cuando Jesús llevaba ya un rato hablando con la mujer, los apóstoles le dijeron que comiera algo. Pero él estaba tan absorto en la conversación que no le importaba si comía o no. Para él, su alimento era hacer la voluntad de su Padre y predicar, incluso a una samaritana (Juan 4:31-34).
13 Santiago y Juan no comprendieron lo que Jesús quiso enseñarles. Mientras los discípulos viajaban por Samaria con él, buscaron alojamiento en una aldea para pasar la noche. Los samaritanos se negaron a recibirlos, así que Santiago y Juan sugirieron pedir que bajara fuego del cielo y destruyera la aldea. Pero Jesús los reprendió seriamente (Luc. 9:51-56). ¿Se habrían enojado tanto Santiago y Juan si esto hubiera pasado en Galilea, que era su región de origen? Es probable que hayan reaccionado así por los prejuicios. Tiempo después, el apóstol Juan fue a predicar a los samaritanos, y muchos lo escucharon. Puede que se haya sentido avergonzado al recordar cómo reaccionó la vez anterior (Hech. 8:14, 25).
14. ¿Cómo se resolvió un problema que surgió entre dos grupos de diferente idioma?
14 Poco después del Pentecostés del año 33, surgió un problema de discriminación en la congregación cristiana. Durante el reparto de alimento a las viudas necesitadas, se pasó por alto a las de habla griega (Hech. 6:1). Puede que uno de los motivos hayan sido los prejuicios por el idioma. Los apóstoles enseguida atendieron la situación nombrando a varios hombres capacitados para que se encargaran de distribuir los alimentos. Todos ellos tenían nombres griegos, lo que pudo hacer que las cristianas viudas que se ofendieron se sintieran mejor.
15. ¿Cómo fue aprendiendo Pedro a ser más imparcial? (Vea el dibujo del principio).
15 En el año 36, la predicación se volvió mucho más internacional. El apóstol Pedro estaba acostumbrado a relacionarse solo con judíos. Pero, cuando Dios dejó claro que los cristianos deben ser imparciales, Pedro le predicó a un soldado romano llamado Cornelio (lea Hechos 10:28, 34, 35). A partir de entonces, empezó a comer y a pasar tiempo con creyentes gentiles, es decir, de origen no judío. Sin embargo, años después, dejó de comer con unos cristianos no judíos en la ciudad de Antioquía (Gál. 2:11-14). En aquella ocasión, Pablo lo reprendió, y Pedro aceptó la corrección. ¿Por qué lo sabemos? Porque, cuando les escribió su primera carta a los cristianos judíos y gentiles de Asia Menor, habló con cariño de “toda la asociación de hermanos” (1 Ped. 1:1; 2:17).
16. ¿Qué reputación se ganaron los cristianos?
16 Está claro que, gracias al ejemplo de Jesús, los apóstoles aprendieron a amar “a hombres de toda clase” (Juan 12:32; 1 Tim. 4:10). Aunque les llevó algún tiempo, cambiaron su manera de pensar. De hecho, los primeros cristianos se ganaron la reputación de amarse unos a otros. Según el escritor del siglo segundo Tertuliano, los no cristianos afirmaban: “Mira cómo se aman unos a otros y cómo están dispuestos a morir el uno por el otro”. Al ponerse “la nueva personalidad”, los primeros cristianos llegaron a ver a todas las personas tal y como las ve Dios: como iguales (Col. 3:10, 11).
17. Explique con ejemplos cómo podemos desprendernos de los prejuicios.
17 Hoy día, puede que nosotros también necesitemos tiempo para desprendernos de algunos prejuicios. Una hermana de Francia describe cómo lucha contra ellos: “Jehová me ha enseñado lo que es amar, lo que es compartir, lo que significa amar a todo tipo de personas. Pero todavía estoy aprendiendo a vencer los prejuicios, y no siempre es fácil. Por eso sigo orando sobre ello”. Una hermana que vive en España está en una situación parecida. Dice: “Lucho contra sentimientos de odio hacia cierto grupo étnico. La mayoría de las veces logro superarlos, pero necesito seguir luchando. Me siento feliz de pertenecer a una familia unida, gracias a Jehová”. Cada uno de nosotros debe hacerse un autoanálisis sincero. ¿Necesitamos todavía desterrar algunos prejuicios, igual que estas hermanas?
CUANDO EL AMOR AUMENTA, LOS PREJUICIOS DISMINUYEN
18, 19. a) ¿Qué motivos tenemos para recibir con gusto a todo tipo de personas? b) ¿De qué maneras prácticas podemos hacer esto?
18 Nos conviene recordar que en el pasado todos estábamos muy lejos de Dios (Efes. 2:12). Pero Jehová nos atrajo “con las cuerdas del amor” (Os. 11:4; Juan 6:44). Y Cristo nos recibió con gusto. Nos abrió la puerta para que pudiéramos formar parte de la familia de Dios (lea Romanos 15:7). Si Jesús nos ha recibido así a nosotros aunque somos imperfectos, ¿cómo podríamos nosotros rechazar a alguien?
Como buscamos “la sabiduría de arriba”, los cristianos disfrutamos de amor y unidad. (Vea el párrafo 19).
19 Según se acerca el fin de este mundo malo, no cabe ninguna duda de que aumentarán las divisiones, los prejuicios y el odio (Gál. 5:19-21; 2 Tim. 3:13). Sin embargo, los siervos de Jehová buscamos “la sabiduría de arriba”, que es imparcial y fomenta la paz (Sant. 3:17, 18). Nos alegra hacernos amigos de personas procedentes de otros lugares, aceptar las diferencias culturales e incluso tal vez aprender el idioma que ellas hablan. Si lo hacemos, disfrutaremos de paz “como un río” y de justicia “como las olas del mar” (Is. 48:17, 18).
20. ¿Qué pasa cuando el amor moldea nuestra mente y corazón?
20 La hermana australiana mencionada en el párrafo 6 cuenta el efecto que tuvo en ella su estudio de la Biblia. Dice: “Se me abrieron las compuertas del verdadero conocimiento. En mi interior, tomaron forma un nuevo corazón y una nueva mente. Vi como se iban desvaneciendo el odio y los prejuicios que tenía tan arraigados”. Y el hermano canadiense dice que ahora se da cuenta de que “la ignorancia es a menudo la madre del racismo” y de que “las cualidades de las personas no dependen de su lugar de nacimiento”. De hecho, se casó con una hermana de habla inglesa. Estos cambios de actitud demuestran que el amor cristiano es un lazo de unión inquebrantable capaz de vencer cualquier prejuicio (Col. 3:14).
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