La pornografía llega hasta la universidad
EL “INFORME Matier y Ross”, publicado en el San Francisco Chronicle del 1 de noviembre de 1993, destacó una controvertida clase sobre la sexualidad humana que imparte el catedrático John DeCecco en la Universidad Estatal de San Francisco. Los autores comentaron lo siguiente:
“¡Vaya clase! Si usted está buscando tres créditos [puntos] ‘ardientes’ que le permitan obtener el grado universitario, déle tan solo un vistazo a los temas eróticos (y a veces políticamente correctos) que abarca el programa de la clase.”
El informe pasa a continuación a enumerar la masturbación, el travestismo, la homosexualidad, el lesbianismo, la bestialidad y el sadomasoquismo, entre otras prácticas. Algunas conferencias incluyen la presentación de videocintas.
Tales conductas pueden compararse con las “costumbres detestables” que Jehová odia, tal como aparecen en el capítulo 18 de Levítico del código mosaico. Tras reprobar el incesto, el adulterio y otras perversiones sexuales, los Le 18 versículos 22 y 23 declaran: “Y no debes acostarte con un varón igual a como te acuestas con una mujer. Es cosa detestable. Y no debes dar tu emisión a ninguna bestia para hacerte inmundo por ello, y la mujer no debe ponerse delante de una bestia para tener cópula con ella. Es una violación de lo que es natural”.
Estas formas de comportamiento acarrean la censura de Jehová: “No se hagan inmundos por medio de ninguna de estas cosas, porque por medio de todas estas cosas se han hecho inmundas las naciones que voy a enviar de delante de ustedes. En consecuencia la tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error, y la tierra vomitará a sus habitantes. En caso de que alguno haga cualquiera de todas estas cosas detestables, entonces las almas que las hagan tienen que ser cortadas de entre su pueblo”. (Levítico 18:24, 25, 29.)
Un estudiante alabó la clase del profesor DeCecco por considerar que ‘acaba con las opiniones estereotipadas y muestra que estas personas son como las demás’. ¿Como las demás? La generalidad de las personas no participan en comportamientos sexuales depravados, como la homosexualidad, el lesbianismo y el sadomasoquismo, ni copulan con animales. Hay que reconocer que en nuestra sociedad existe un deterioro moral de proporciones alarmantes; con todo y con eso, las actividades de que trata esta clase constituyen pornografía descarada bajo un disfraz de erudición.