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  • ¿Qué considera usted realmente valioso?
    La Atalaya 1986 | 15 de junio
    • ¿Qué considera usted realmente valioso?

      “Muchos de ellos llevan vidas vacías, no pueden retener un empleo, sus relaciones con otras personas no son duraderas y van sin rumbo de un lugar a otro como en una órbita aislada... y a nadie le importa. La razón: son sumamente ricos.”—The New York Times, 15 de mayo de 1984.

      USTED sabe bien que el dinero es necesario para obtener alimento, ropa, abrigo, transportación, atención médica y otras cosas esenciales para la vida. De hecho, usted probablemente reconoce que sería difícil vivir sin dinero en este mundo moderno, pues, la Biblia dice: “El dinero es lo que tiene buena acogida en todo”. (Eclesiastés 10:19.)

      No obstante, el artículo del periódico que se cita arriba considera los problemas emocionales de los ricos. Es patente que sería peligroso concentrar la vida de uno en adquirir dinero y posesiones materiales. Sin embargo, muchas personas lo hacen. A veces la ambición ávida causa la muerte. Hemos oído acerca de hombres que trabajan muy duro y que han muerto a los 30 ó 40 años de edad debido a un ataque cardíaco. Algunos de estos arriesgaron su salud, hasta su vida, para satisfacer sus ambiciones relacionadas con el dinero. No hay que ser muy religioso para reconocer que hubiera sido mejor que estas personas hubieran tomado a pecho las palabras de Jesucristo: “¿De qué provecho le será al hombre si gana todo el mundo, pero lo paga con perder su alma?, o ¿qué dará el hombre en cambio por su alma?”. (Mateo 16:26.)

      ¿Qué es realmente valioso?

      Usted de seguro sabe que no hay fin de las cosas que tal vez quisiéramos tener. En algunos países es posible que la gente se esfuerce por conseguir artículos como un vídeo, un hogar privado o algún equipo deportivo costoso. En otros lugares, la meta pudiera ser de valor más limitado. En cierto país una joven se hizo prostituta para obtener dinero y comprar mejor ropa.

      Aunque tal vez reconozcamos que el tener un punto de vista puramente materialista es peligroso, ¿cómo podemos protegernos? ¿Deberíamos dar la espalda a la sociedad y convertirnos en reclusos o ermitaños, tal como algunos lo han hecho? Además, al considerar lo que es verdaderamente valioso, deberíamos preguntarnos, ¿qué es lo que al fin y al cabo me proporcionará verdadera felicidad y contentamiento?

      Para ayudarnos en esto, consideremos el caso de un hombre a quien por siglos se le ha respetado y admirado como un ejemplo. Fue abogado rabínico y miembro de una secta judía del primer siglo que era notable por ser ‘amante del dinero’. (Lucas 16:14.) Su nombre era Pablo, y tenía la educación y el vigor necesarios para acumular riquezas y adquirir una posición más alta en la comunidad.

      Sin embargo, mediante una extraordinaria experiencia, él discernió que había algo muy diferente que era en realidad de óptimo valor en la vida. Sea que usted piense del mismo modo que él o no, vale la pena reflexionar sobre la conclusión a la que Pablo llegó.

      Él descubrió que lo que más valía en la vida era el tener la aprobación de Dios como discípulo de Jesús. Esto era tan valioso para él, como apóstol de Jesús, que estuvo dispuesto a aguantar dificultades y persecuciones. Fue igual que un famoso hombre que vivió antes que él, Moisés, quien “estimaba el vituperio del Cristo como riqueza más grande que los tesoros de Egipto”. (Hebreos 11:26; 2 Corintios 11:23-27.)

      También tenga presente que Pablo nunca sintió pesar por haber perdido la prominencia que tenía en la sociedad judía antes de llegar a ser apóstol cristiano. Después de haber disfrutado de unos 25 años como cristiano devoto, escribió: “Cuantas cosas eran para mí ganancias, éstas las he considerado pérdida a causa del Cristo. Pues, en cuanto a eso, de veras sí considero también que todas las cosas son pérdida a causa del sobresaliente valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he sufrido la pérdida de todas las cosas y las considero como un montón de basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en unión con él”. (Filipenses 3:7-9.) Sin duda, usted concordará en que Pablo estaba convencido de que había conseguido algo verdaderamente valioso.

      La selección de Pablo no quiso decir que él ya no tenía posesiones materiales. Por ejemplo, reflexione sobre estas palabras que él expresó: “En toda cosa y en toda circunstancia he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de padecer necesidad”. (Filipenses 4:12.)

      Prescindiendo de cuál sea su parecer respecto al cristianismo, probablemente usted pueda ver los excelentes resultados que Pablo obtuvo. Lo que él escogió como valioso le proporcionó un contentamiento que hasta las personas más ricas del mundo no pueden alcanzar. El petrolero millonario Jean Paul Getty, confesó: “El dinero no tiene necesariamente relación con la felicidad. Quizás con la infelicidad”.

      Sin embargo, alguien pudiera afirmar que es cristiano y todavía no reconocer lo que es de mayor valor. Esto fue lo que ocurrió en el primer siglo, pues Pablo dijo respecto de cierto asociado: “Demas me ha abandonado porque ha amado el presente sistema de cosas”. (2 Timoteo 4:10.) En un tiempo en que pudo haber ayudado al apóstol Pablo, quien estaba preso, Demas se dio por vencido y prefirió ir tras lo que el sistema actual le ofrecía.

      Señalando el grave peligro en que pudiera encontrarse el cristiano que adopte un punto de vista materialista, Pablo declaró: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos [...] se han acribillado con muchos dolores”. (1 Timoteo 6:9, 10.)

      Entonces, usted tal vez se pregunte: ¿Qué papel debe desempeñar en mi vida el dinero o las posesiones materiales? Examinemos este asunto con mayor detenimiento para ver cómo usted puede llegar a poseer lo que realmente es valioso.

  • Su esperanza... ¿Dios, o las riquezas?
    La Atalaya 1986 | 15 de junio
    • Jesús sabiamente aconsejó: “Acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan”. (Mateo 6:20.) ¿Qué son estos “tesoros”? Estos consisten de nuestro registro personal de obras excelentes, de que seamos ricos para con Dios. Usted tal vez pregunte, ‘¿Qué exige eso de mí?’. En parte, la Biblia responde al decir “que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir”. (1 Timoteo 6:18.)

      Hoy día hay millones de testigos de Jehová alrededor de la Tierra que pueden testificar honradamente al hecho de que el compartir cosas espirituales y materiales con otras personas —principalmente al enseñarles sobre la esperanza del Reino por medio de participar en las actividades de predicar, enseñar y hacer discípulos— son obras excelentes que tienen la aprobación de Jehová y producen verdadera satisfacción. Ni siquiera la muerte puede robarle a uno las recompensas que trae dicha acumulación de tesoros en el cielo. ¿Por qué? Jesús prometió: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir”. (Juan 11:25.)

      Tesoros inestimables de que podemos disfrutar ahora

      Después de mencionar que debemos cifrar nuestra esperanza “en Dios”, Pablo continúa diciendo que es ‘Dios quien nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas’. (1 Timoteo 6:17.) Además de las necesidades diarias de la vida, el Altísimo amorosamente provee tesoros inestimables a las personas que tienen su aprobación. ¿Qué son esos tesoros?

      Note lo que dice Proverbios 3:13-18: “Feliz es el hombre que ha hallado sabiduría, y el hombre que consigue discernimiento, porque el tenerla como ganancia es mejor que tener la plata como ganancia; y el tenerla como producto, que el oro mismo. Es más preciosa que los corales, y todos tus otros deleites no pueden ser igualados a ella. Largura de días está en su diestra; en su siniestra hay riquezas y gloria. [...] Es árbol de vida a los que se asen de ella, y los que la mantienen firmemente asida han de ser llamados felices”. De modo que la “sabiduría” es un tesoro que sobrepasa el valor de todas las riquezas del mundo.

      Sabiduría es la aplicación correcta del conocimiento. Es la capacidad de usar con éxito el conocimiento y entendimiento para resolver problemas, evitar o esquivar peligros y alcanzar ciertas metas, o ayudar a otras personas al respecto. ¿No concuerda usted en que hoy día necesitamos tal sabiduría para enfrentarnos con éxito a los problemas de la vida y mantener una buena posición ante Dios?

      Al describir la sabiduría, Proverbios 3:13-18 destaca la felicidad. ¿No es cierto que la felicidad es un tesoro que todos deseamos? La sabiduría divina nos la proporciona, pues la verdadera felicidad solo proviene de su Fuente, Jehová Dios. La experiencia ha demostrado que no podemos alcanzar la felicidad verdadera si no obedecemos al Altísimo y cedemos a la guía de su espíritu. Las felicidades que se prometen en la Biblia dependen de que tengamos una buena relación con nuestro Padre celestial, o la aprobación de él. (Mateo 5:3-10.) Por eso, al aplicar lo que aprendemos de nuestro estudio de la Biblia, desplegamos “la sabiduría de arriba” que nos proporciona la felicidad que ni siquiera todas las riquezas del mundo pueden proporcionarnos.

      No obstante, recuerde también que Proverbios 3:16 declara: “Largura de días está en su diestra”. Se entiende que esto se refiere a la diestra o mano derecha de la protección, la mano que está lista para ayudar y proteger a uno durante tiempos críticos. Hoy día, muchas personas viven de manera licenciosa, practicando inmoralidad sexual, abusando de las drogas y haciendo cosas por el estilo. Probablemente usted haya leído que el SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se relaciona con tales prácticas. Según lo que usted ha observado, ¿son verdaderamente felices las personas que practican estas cosas? ¿O se acarrean, y causan a otras personas, mucho sufrimiento y dolor, y hasta la muerte?

      En contraste, la aplicación del sabio consejo de la Palabra de Dios siempre está a nuestra “diestra” para protegernos de tales peligros. Por consiguiente, la sabiduría puede alargar nuestra vida y guardarnos de un derrotero que podría resultar en muerte prematura. Por eso, la sabiduría divina hace que nuestra vida actual sea más placentera.

      Ande sabiamente ahora

      Toda la evidencia a nuestro alrededor indica que estamos viviendo en “los últimos días” de este sistema de cosas. (2 Timoteo 3:1-5.) Por lo tanto, es vital que estemos en guardia para no sucumbir al espíritu del mundo. Este espíritu promueve la búsqueda de cosas materiales por medio de despertar deseos egoístas. Job, un hombre fiel de quien se habla en la Biblia, fue acusado de servir a Dios por razones egoístas, por ganancia material. (Job 1:9-11.) ¿Podría alguien acusarnos con razón por eso mismo?

      Si nuestra respuesta es no, probablemente estamos resistiendo con éxito al materialismo de hoy día. Pero este peligro, el materialismo, es uno de los más sutiles que encaramos. Jesucristo dijo que “la inquietud de este sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas ahogan la palabra”. (Mateo 13:22.) Es obvio que constantemente tenemos que estar en guardia contra “el poder engañoso de las riquezas”, pues estas no tienen verdadero valor.

      Es preciso que tengamos presente que las posesiones materiales tienen un valor relativo. La Palabra de Dios dice: “Las cosas valiosas del rico son su pueblo fuerte, y son como un muro protector en su imaginación”. (Proverbios 18:11.) En realidad, la seguridad que las riquezas pueden proveer es pura imaginación, un engaño. Esto no significa que el tener posesiones materiales sea malo en sí. Lo que es incorrecto es concentrar nuestra vida en tales posesiones en vez de concentrarnos en obtener la aprobación de Dios. Jesús, reconocido como uno de los maestros más sabios de la historia, dijo claramente: “Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. (Lucas 12:15.)

      Por eso, sigamos un derrotero en la vida que nos haga ‘ricos para con Dios’. (Lucas 12:21.) No hay nada más valioso que el tener la aprobación del Creador. Todo esfuerzo que hagamos por mantener esta posición contribuye a que ‘atesoremos para nosotros mismos un fundamento excelente para el futuro, para que logremos asirnos firmemente de la vida que realmente lo es’. (1 Timoteo 6:19.)

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