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  • ¿Es malo vengarse?
    La Atalaya 1991 | 1 de noviembre
    • La Biblia dice que no debemos cultivar un ánimo vengativo. Proverbios 24:29 aconseja: “No digas: ‘Tal como me hizo, así voy a hacerle a él’”. ¿Por qué no? En primer lugar, ese ánimo es dañino tanto emocional como físicamente. Los pensamientos de venganza le roban a uno la tranquilidad mental y estorban el razonamiento lógico. Considere la siguiente noticia: “Dos granjeros se mataron a tiros desde sus camionetas en un estacionamiento, y terminaron así una enemistad de 40 años que comenzó cuando eran niños”. ¡Imagínese eso! ¡Aquellos dos hombres se habían envenenado el pensamiento durante toda la vida con un enconado espíritu de venganza! (Proverbios 14:29, 30.)

      Otra razón para no cultivar un espíritu vengativo es que las personas que han errado —hasta cuando hayan errado gravemente— pueden cambiar. Por ejemplo, hubo un tiempo en que el apóstol Pablo ‘aprobó el asesinato’ del discípulo Esteban y ‘estuvo respirando amenaza y asesinato contra los discípulos del Señor’. Pero cambió. Años después el apóstol Pedro —quien había estado en peligro de perder la vida debido a Pablo durante aquel tiempo— lo llamó “nuestro amado hermano Pablo”. (Hechos 8:1; 9:1; 2 Pedro 3:15.) Los cristianos pudieron haberse vengado de Pablo, particularmente cuando por un tiempo estuvo esperando, ciego, en Damasco. (Hechos 9:3-15.) ¡Qué grave error habrían cometido!

      Por eso Pablo bien pudo aconsejar en Romanos 12:20: “Si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber”. ¿Por qué? Porque si nos vengamos de nuestro enemigo endurecemos su actitud, y la enemistad se hace permanente. Pero si hacemos el bien a alguien que nos ofende o hiere, puede que ablandemos su actitud y convirtamos en un amigo a alguien que fue nuestro enemigo.

      El que reconozcamos nuestras propias debilidades también ayuda a vencer el encono que lleva a uno a querer vengarse. El salmista preguntó: “Si errores fuera lo que tú vigilas, oh Jah, oh Jehová, ¿quién podría estar de pie?”. (Salmo 130:3.) Todos hemos herido u ofendido a otros. ¿Verdad que nos alegramos de que no hayan tratado de desquitarse? Entonces, ¿no debemos nosotros ejercer una restricción similar? Jesús aconsejó: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. (Mateo 7:12.)

      Es cierto que la Biblia dice: “Odien lo que es malo”. (Salmo 97:10; Amós 5:15.) Pero no dice que odiemos a la persona que comete el mal. De hecho, Jesús nos mandó: “Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen”. (Mateo 5:44.) Si pagamos daño por daño imitamos el espíritu del malhechor. Un proverbio antiguo dice: “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré el mal!’. Espera en Jehová, y él te salvará”. (Proverbios 20:22.) ¡Qué sabia actitud! ¡Cuánto mejor es salir vencedores mediante resistir la tentación de imitar a los malhechores! (Juan 16:33; Romanos 12:17, 21.)

      ¿Quién debe castigar?

      Claro está que algunos actos son más graves que los insultos que alguien nos da o las heridas personales que nos causa. ¿Qué hay si somos víctimas de la delincuencia? Desde luego, pensamos que algo debe hacerse para que se cumpla con la justicia. Pero ¿qué puede hacerse? En algunas sociedades no es raro que las personas se encarguen del asunto personalmente y se desquiten. Pero esas sociedades han terminado divididas por enemistades sangrientas. Hoy, ni las leyes de Dios ni —en la mayoría de los casos— las leyes del hombre permiten que las personas se venguen por los delitos que se hayan cometido contra ellas, y por buena razón. Esa clase de violencia personal solo fomenta más violencia.

      ¿Debe entonces la víctima del delito aceptar pasivamente el abuso? No necesariamente. Cuando se viola nuestra persona o propiedad, hay autoridades a las cuales podemos acudir. Usted quizás decida llamar a la policía. En su lugar de empleo, puede hablar con el supervisor. En la escuela, quizás desee hablar con el director. Esa es una de las razones por las cuales ellos están allí... para sostener la justicia. La Biblia nos dice que las autoridades gubernamentales son “ministro de Dios, vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo”. (Romanos 13:4.) La justicia requiere que el gobierno ejerza su autoridad, haga cesar la maldad y castigue a los malhechores.

      Es cierto que a veces pasa mucho tiempo antes de que se ejecute la justicia. Cierto escritor, hastiado del mundo, dijo: “La justicia es como un tren que casi siempre llega tarde”. De hecho, a veces el tren ni siquiera llega. Los injustos pueden ser tan poderosos que las autoridades no puedan controlarlos. Con todo, el proceder sabio es ejercer autodominio. “Todo su espíritu es lo que el estúpido deja salir, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último”, dice la Biblia. (Proverbios 29:11.)

      ¿De quién vendrá la venganza?

      Por lo tanto, nos beneficiará refrenar el deseo de vengarnos, y podemos esperar tranquilamente, seguros de que, si se tiene que administrar justicia, Dios lo hará al tiempo debido. Jehová sabe que la maldad sin freno lleva a la iniquidad. (Eclesiastés 8:11.) No permitirá que inicuos empedernidos opriman a la humanidad para siempre. Por eso el apóstol Pablo nos aconsejó: “No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. (Romanos 12:19.) De hecho, la Biblia menciona un día de venganza de parte del Creador. ¿Qué será este día de venganza? ¿Y de quiénes se vengará Dios? Consideraremos esto en el artículo siguiente.

      [Comentario en la página 4]

      Para refrenar los deseos de vengarse, recuerde que

      □ Dios se interesa en la justicia

      □ el ser de ánimo vengativo es dañino

      □ el ser bondadoso suele eliminar problemas con otros

      □ muchas transgresiones nuestras han sido pasadas por alto

      □ los que han errado pueden cambiar

      □ vencemos al mundo cuando resistimos sus caminos

  • El día de la venganza de Dios
    La Atalaya 1991 | 1 de noviembre
    • El día de la venganza de Dios

      COMO vimos en el artículo anterior, por varias razones no es buen proceder buscar venganza. Una es porque a la larga no se resuelve nada con ello. Además, tal proceder cimenta enemistad en vez de fomentar la amistad. También es mal proceder porque le causa daño al que abriga pensamientos vengativos.

      Sin embargo, la razón más importante por la cual la venganza humana no es buena se ve por las siguientes palabras de Moisés a Israel: “Jehová tu Dios es un Dios misericordioso”. (Deuteronomio 4:31.) Puesto que Dios es misericordioso, debemos ser misericordiosos como él. Jesús dijo a sus seguidores: “Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es misericordioso”. (Lucas 6:36.)

      No obstante, la Biblia también dice que Jehová es un “Dios de actos de venganza”. (Salmo 94:1.) El profeta Isaías habla del “año de la buena voluntad de parte de Jehová” y del “día de la venganza de parte de nuestro Dios”. (Isaías 61:2.) ¿Cómo puede ser Dios tanto misericordioso como vengativo? Y si hemos de imitar Su misericordia, ¿por qué no podemos imitarlo en cuanto a vengarnos?

      La contestación a la primera pregunta es que Dios es misericordioso porque ama a la humanidad y perdona a los humanos al mayor grado posible y por tanto tiempo como puede, para darles la oportunidad de corregir su mal derrotero. Muchos —como el apóstol Pablo— se han beneficiado de esta misericordia. Pero Dios también es vengativo —en el sentido de que exige justicia— porque su misericordia solo se puede extender por cierto tiempo. Cuando algunos hayan demostrado que nunca van a cambiar de derrotero, Dios ejecutará juicio durante lo que se conoce como su día de venganza.

      La respuesta a la segunda pregunta es: no; no tenemos razón para ser vengativos solo porque Dios se vengue. Jehová es perfecto en su justicia. Los humanos no lo somos. Dios ve todo aspecto de un asunto y siempre toma la decisión justa. No se puede confiar en que nosotros hagamos lo mismo que él. Por eso el apóstol Pablo aconsejó: “No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. (Romanos 12:19.) Por nuestro propio bien, tenemos que dejar la venganza en las manos de Jehová.

      ¿Por qué habrá un día de venganza?

      Con todo, la Biblia menciona con frecuencia que es necesario que haya un ajuste de cuentas con los malhechores impenitentes. Por ejemplo, el apóstol Pablo predijo que Dios, mediante Jesús, traería “venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús”. (2 Tesalonicenses 1:8.) Tenemos buenas razones para tomar a pecho esas palabras. ¿Por qué?

      En primer lugar, porque la mayoría de la gente hoy persiste en desafiar la soberanía del Creador, y pasa por alto sus justas leyes. Sea que afirmen creer en Dios o no, su conducta muestra claramente que no les parece que tengan que responderle. Estas palabras del salmista aplican a esas personas: “¿Por qué será que el inicuo le ha faltado al respeto a Dios? Ha dicho en su corazón: ‘No requerirás rendición de cuentas’”. (Salmo 10:13.) Ciertamente Jehová no permitirá que se mofen de él así para siempre. Aunque es un Dios de amor, también es un Dios de justicia. Escuchará los clamores de los que de veras se interesan en la justicia: “Levántate, sí, oh Jehová. Oh Dios, alza tu mano. No olvides a los afligidos”. (Salmo 10:12.)

      Además, los desaforados están arruinando la mismísima Tierra en que vivimos. Contaminan el aire, el suelo y el agua; llenan la Tierra de injusticia y crueldad. También almacenan suficientes armas mortíferas —químicas, nucleares y de otra índole— como para amenazar la supervivencia de la humanidad. La intervención divina es indispensable para asegurar un futuro seguro para la humanidad obediente. (Revelación 11:18.) A esa intervención aludió Isaías cuando habló del día de la venganza.

      ¿Qué logrará el día de la venganza de Dios?

      Según el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, por W. E. Vine (traducción de S. Escuain), en las Escrituras Griegas la palabra para venganza, cuando se emplea con relación a Dios, significa literalmente “‘(lo que viene) procedente de justicia’, no, como sucede tan frecuentemente con la venganza humana, de un sentimiento de agravio o meramente de un sentimiento de indignación”. Como se puede ver, la venganza de Dios contra sus enemigos no será un tiempo de derramamiento desenfrenado de sangre, como si fuera una venganza personal sangrienta. La Biblia nos dice: “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa, pero reservar a personas injustas para el día del juicio para que sean cortadas de la existencia”. (2 Pedro 2:9.)

      Los siervos de Dios anhelan el día de Su venganza como un tiempo en que la conducta correcta será vindicada y los justos serán librados de la opresión de los inicuos. Esto no significa que estos siervos sean gente mala ni vengativa. La Biblia advierte: “El que está gozoso por el desastre ajeno no quedará libre de castigo”. (Proverbios 17:5.) Por el contrario, los que sirven a Dios cultivan la misericordia y la compasión, y dejan que él se encargue de tomar toda decisión relacionada con la venganza.

      Es cierto que a los que son dados a la cólera no se les hace fácil actuar de esa manera. Pero pueden hacerlo, y muchos lo han hecho. Por ejemplo, Pedro tuvo una infancia infeliz y su hermano mayor lo golpeaba a menudo. Esto hizo que Pedro llegara a ser un adulto violento que siempre estaba en dificultades con la policía y descargaba sobre su propia esposa y sus hijos el enojo que sentía hacia su hermano. Finalmente prestó atención a un testigo de Jehová, y después empezó a estudiar la Biblia. “Con la ayuda de Jehová —relata—, cambié, y ahora, en vez de pelear con la gente, la ayudo como anciano cristiano.” Con la ayuda que han recibido mediante la Biblia y el espíritu santo, muchísimas otras personas han hecho cambios similares, pues en vez de ser rencorosas o vengativas, ahora son amorosas y pacientes.

      ¿Qué hará usted?

      El tener presente la venida del día de la venganza de Dios nos ayuda a beneficiarnos de la paciencia de Jehová. Pero la oportunidad para hacer eso tiene su límite. Pronto llegará ese día. El apóstol Pedro mostró por qué no ha llegado aún: “Jehová no es lento respecto a su promesa, como algunas personas consideran la lentitud, pero es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento”. (2 Pedro 3:9.)

      Por lo tanto, es urgente que nos preparemos ahora para el día de ajuste de cuentas de Dios mediante estudiar las Escrituras y aplicar su consejo. Esto nos ayudará a obedecer estas palabras del salmista: “Depón la cólera y deja la furia; no te muestres acalorado solo para hacer mal. Porque los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra”. (Salmo 37:8, 9.)

      [Fotografía en la página 7]

      Después del día de la venganza de Dios, ‘los que esperan en Jehová poseerán la tierra’

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