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Cuando la violencia azota el hogar¡Despertad! 1993 | 8 de febrero
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Cuando la violencia azota el hogar
“La violencia humana —sea una bofetada o un empujón, una cuchillada o un disparo— es más frecuente dentro del círculo de la familia que en cualquier otro colectivo de nuestra sociedad.” (Behind Closed Doors [Tras puertas cerradas].)
EN UNA de cada dos viviendas de cualquier calle de Estados Unidos se producirá este año, por lo menos una vez, alguna forma de violencia doméstica. Y en una de cada cuatro viviendas, esta se producirá en repetidas ocasiones. Aunque parezca irónico, muchas de las personas que temen caminar por las calles de noche corren más peligro en casa.
Pero la violencia doméstica no es solo un fenómeno de Estados Unidos, sino que existe en todo el mundo. Por ejemplo, en Dinamarca, dos de cada tres asesinatos se cometen dentro del seno familiar. Los estudios que se han hecho sobre la situación en África indican que entre el 22 y el 63% de todos los asesinatos perpetrados, según el país de que se trate, se producen dentro de la familia. Y en Latinoamérica hay hombres machistas que degradan, golpean o matan a muchas personas, especialmente a mujeres.
En Canadá todos los años unas cien mujeres mueren a manos de su esposo o del hombre con quien conviven. En Estados Unidos, con una población casi diez veces mayor que la de Canadá, mueren anualmente unas 4.000 mujeres maltratadas por su esposo o su novio. Además, todos los años pierden la vida unos 2.000 niños agredidos por sus padres, y la misma cantidad de padres mueren agredidos por sus hijos.
De modo que en todo el mundo hay esposos que maltratan a su esposa, esposas que le pegan a su esposo, padres que azotan a sus hijos, hijos que agreden a sus padres y niños que se tratan con violencia unos a otros. “La mayor parte de los arrebatos de cólera y actos de violencia que los adultos sufren durante su vida provienen de un pariente consanguíneo o van dirigidos contra él —afirma el libro When Families Fight (Cuando las familias se pelean)—, y dichos arrebatos son más intensos que los experimentados en cualquier otra relación.”
La familia en guerra
Abuso de los cónyuges: Es muy frecuente que los maridos vean la licencia matrimonial como una licencia para maltratar a su esposa. Aunque hay mujeres que pegan a su esposo, las lesiones no suelen ser tan graves como cuando el ataque es a la inversa. La revista Parents comenta: “En más del 95% de los casos denunciados de [terribles] malos tratos al cónyuge, la víctima es la esposa”.
Una fiscal de distrito de la ciudad de Nueva York dice: “En la sociedad estadounidense, la violencia de que es objeto la mujer alcanza proporciones epidémicas. El FBI ha calculado que [...] todos los años son maltratadas unos seis millones de mujeres”. Aunque las cifras varían de un país a otro, los informes indican que el maltrato de mujeres a manos de los hombres alcanza proporciones epidémicas en muchos países, por no decir en la mayoría.
En Estados Unidos se calcula que “una de cada diez mujeres será objeto de ataques graves (golpes, patadas, mordiscos o agresiones peores) por parte de su esposo durante su matrimonio”. Cuando se incluyen casos menos graves, la revista Family Relations indica que “una de cada dos mujeres de Estados Unidos será víctima de algún acto de violencia doméstica”.
De hecho, una fiscal de distrito de la ciudad de Nueva York dice que se ha podido comprobar que “las palizas propinadas a la esposa causan más lesiones que requieren hospitalización que todas las violaciones sexuales, atracos y accidentes de carretera combinados”.
La Dra. Lois G. Livezey comenta: “Está claro que la violencia contra la mujer y la violencia en la unidad familiar son frecuentes, y que los autores [...] son personas comunes. [...] Es un grave problema en todas las clases y razas de la población”.
Las víctimas a veces se culpan a sí mismas del maltrato recibido, con lo que disminuye su amor propio. La revista Parents explica: “La mujer que no tiene confianza en sí misma y posee poco amor propio se culpa de los malos tratos. [...] La típica mujer maltratada teme planear y obrar en su propio beneficio”.
La violencia dentro del matrimonio también produce un efecto perjudicial en los hijos. Aprenden que pueden utilizarla para manipular a otros. Algunas madres hasta dicen que sus hijos se amenazan entre sí para salirse con la suya con expresiones como: “Convenceré a papá para que te pegue”.
Abuso de menores: Todos los años millones de niños sufren castigos físicos extremos que podrían lastimarlos gravemente, dejarlos lisiados o hasta matarlos. Se calcula que por cada caso de malos tratos que se denuncia, hay 200 que no se denuncian. “Muchas veces, el lugar más peligroso para un niño es su propia casa”, afirma el libro Sociology of Marriage and the Family (Sociología del matrimonio y la familia).
El profesor universitario John E. Bates dice que el maltrato constituye la influencia doméstica que más repercute en el comportamiento del niño años después. Y la Dra. Susan Forward añade: “He visto que no hay nada en la vida que hiera tanto el amor propio de las personas o que les cause tantos problemas emocionales graves al llegar a adultas”. Se pueden ver señales de agresividad en situaciones críticas incluso en niños de cuatro o cinco años. Cuando estos niños crecen, entre ellos se dan índices de drogadicción, alcoholismo, delincuencia, trastornos psicóticos y retraso en el desarrollo superiores a la media general.
Es comprensible que muchos niños maltratados abriguen un sentimiento de ira hacia el padre o la madre que los ataca, pero a menudo también se sienten airados con el progenitor que deja que la violencia continúe. En la mente del niño, el progenitor que permanece callado puede ser considerado cómplice.
Abuso de personas mayores: Se calcula que un 15% de las personas mayores de Canadá son maltratadas física y psíquicamente por sus hijos adultos. Un médico predice que “a medida que una mayor parte de la población envejezca y las cargas económicas y emocionales de sus hijos aumenten, la situación solo puede empeorar”. Y este temor se percibe en todo el mundo.
Suele ocurrir que las personas mayores son reacias a denunciar los abusos. Como quizás dependen del agresor, optan por seguir viviendo en esas terribles circunstancias. Cada vez que se le preguntaba a una anciana cuándo denunciaría a su hijo y a su nuera a las autoridades, su respuesta era: “La próxima vez”. Le dieron semejante paliza que tuvo que estar hospitalizada un mes entero.
Abuso de hermanos: Esta es una forma de violencia doméstica muy extendida. Hay quienes le restan importancia diciendo: “Los muchachos son así ”. Pero según una encuesta, lo que más de la mitad de los niños había hecho a sus hermanos era suficientemente grave como para merecer enjuiciamiento criminal si se lo hubiesen hecho a alguien fuera del círculo familiar.
Muchos piensan que el abuso de hermanos enseña un patrón de comportamiento que prosigue en la vida adulta, y que en algunos casos puede inducir más a maltratar al cónyuge que la violencia que se haya podido observar entre los padres.
Un campo de batalla peligroso
Un investigador especializado en materia jurídica calculó que la policía había recibido más llamadas para zanjar conflictos familiares que para intervenir en todos los otros casos criminales combinados. También afirmó que perdieron la vida más policías mientras atendían llamadas por problemas familiares que al atender cualquier otro tipo particular de problema. “En el caso de un robo al menos estamos preparados —dijo un policía—. Pero cuando entramos en la casa de alguien [...] no sabemos lo que va a pasar.”
Tras un amplio estudio sobre la violencia doméstica, un equipo de investigadores estadounidenses llegó a la conclusión de que, con la excepción de la milicia en tiempo de guerra, la familia es la unidad social más violenta que existe.
¿A qué se debe la violencia en la familia? ¿Se acabará algún día? ¿Está justificada en algunas circunstancias? El siguiente artículo investigará estas preguntas.
[Comentario en la página 4]
“En la sociedad estadounidense, la violencia de que es objeto la mujer alcanza proporciones epidémicas.” (Una fiscal de distrito)
[Comentario en la página 5]
“Muchas veces, el lugar más peligroso para un niño es su propia casa.” (Sociology of Marriage and the Family)
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¿Cuáles son las causas de la violencia doméstica?¡Despertad! 1993 | 8 de febrero
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¿Cuáles son las causas de la violencia doméstica?
“En lugar de ser un refugio del estrés, la tensión y la irracionalidad de la sociedad que nos rodea, parece que muchas veces la familia transmite o hasta magnifica estas tensiones.” (The Intimate Environment—Exploring Marriage and the Family [Nuestro entorno personal. Sondeo del matrimonio y la familia].)
LA VIOLENCIA familiar ha sido objeto de investigación desde hace relativamente poco tiempo. Las amplias encuestas solo se han efectuado durante las últimas décadas. Y si bien es cierto que los resultados de tales investigaciones quizás no siempre sean consecuentes, se han descubierto algunos factores básicos que contribuyen a la violencia doméstica. Veamos algunos.
¿Qué papel desempeñan los antecedentes familiares?
Un equipo de investigadores dijo lo siguiente sobre sus hallazgos: “Cuanto más violenta era la pareja que entrevistábamos, más violentos eran sus hijos entre sí y al tratar a sus padres”.
El simple hecho de presenciar situaciones de violencia familiar afecta profundamente a un jovencito. “El niño que ve maltratar a su madre se siente como si lo maltrataran a él”, comenta el terapeuta John Bradshaw. Un joven llamado Ed detestaba ver a su padre golpear a su madre. Sin embargo, aunque quizás no se daba cuenta, se le estaba haciendo creer que los hombres tienen que controlar a las mujeres y que para ello deben asustarlas, hacerles daño y rebajarlas. Cuando se hizo adulto, utilizó estas tácticas abusivas y violentas con su esposa.
Algunos padres tienen la precaución de prohibir a sus hijos que vean programas violentos en la televisión, y eso está bien. Pero en vista de lo impresionables que son los niños, los padres deberían vigilar con mucho más cuidado que su propio comportamiento dé a sus hijos un ejemplo digno de imitar.
¿Qué papel desempeña el estrés?
Un embarazo, el desempleo, la muerte de uno de los padres, una mudanza, una enfermedad y apuros económicos son algunas situaciones estresantes. La mayoría de la gente soporta el estrés sin recurrir a la violencia. Pero para algunas personas, puede ser un preludio de actos violentos, especialmente cuando se combina con otros factores. Por ejemplo, cuidar de un padre anciano —en particular cuando está enfermo— ha resultado muchas veces en maltratos, si la persona que está a cargo del anciano se siente sobrecargada debido a otras responsabilidades familiares.
Criar a los hijos produce estrés. Por eso, cuanto más grande es la familia, más probabilidades hay de que los niños sean víctimas de maltrato. Los hijos también pueden contribuir a que aumente el maltrato de uno de los cónyuges, pues “las discusiones sobre los hijos son lo que más contribuye a que una pareja llegue a las manos”, dice el libro Behind Closed Doors.
Un concepto erróneo de los sexos
Dan Bajorek, que dirige una comisión de asesoramiento en Canadá, dice que los hombres que agreden a su esposa tienen un concepto equivocado de las mujeres: “Sean de la cultura que sean, se les ha criado creyendo que los hombres son el número uno”. Hamish Sinclair, que dirige un programa terapéutico para hombres agresivos, dice que a los hombres se les enseña a creer que son superiores a las mujeres y que tienen el derecho “de castigarlas, disciplinarlas o intimidarlas”.
En muchos países se piensa que el hombre tiene el derecho de tratar a su mujer como un simple objeto, como una propiedad más. El control y la dominación que ejerce sobre su esposa se considera una señal de hombría y honor. Con frecuencia las esposas son víctimas de palizas terribles y otras formas de maltrato, y la ley no hace mucho al respecto, porque en esos países eso se ve normal. El hombre es superior, y la mujer, inferior; ella debe obedecer al hombre en todo prescindiendo de lo vil, violento, pervertido o egoísta que sea.
Morley Safer, presentador de televisión de la cadena estadounidense CBS, dijo lo siguiente de cierto país sudamericano: “En ningún otro lugar de América Latina es más evidente el culto al machismo [...] Penetra en todo ámbito de la sociedad, incluso en las salas de los tribunales, donde en defensa de su honor un hombre puede hacer lo que quiera y salir impune, sobre todo si la víctima es su esposa [o su amante]”. Afirmó que en “ningún otro lugar de la Tierra se degrada a las mujeres” como en ese país. Pero la dominación machista y la degradación de la mujer es una realidad muy extendida. No se limita a un solo país, por grave que sea allí la situación.
Minna Schulman, directora de una institución neoyorquina dedicada a la violencia doméstica y a la aplicación de la ley, dijo que la violencia es un instrumento que utilizan los hombres para mantener el control de una mujer y demostrar el poder y la autoridad que tienen sobre ella. Y añadió: “Vemos la violencia doméstica como un abuso de poder y de control”.
Algunos hombres que le pegan a su esposa tienen poco amor propio, así que tratan de minar el de su víctima. Si lo logran, ven satisfecho su ego y sienten cierta medida de superioridad y control sobre otro ser humano. Piensan que de esta manera demuestran su masculinidad. Pero ¿es esa conducta una señal de hombría? Al tratar con violencia a las mujeres, que en sentido físico son más débiles que ellos, ¿demuestran que son verdaderamente hombres fuertes, o más bien que son irrazonables? ¿Es realmente un acto varonil que un hombre más fuerte dé una paliza a una mujer indefensa y más débil que él? El hombre de verdadera fortaleza moral muestra consideración y compasión a los más débiles e indefensos, no se aprovecha de ellos.
Otra demostración del modo de pensar irrazonable de ese tipo de hombres es que suelen culpar a su esposa de provocar las palizas. Él puede dar a entender, o hasta decir, cosas como: “Esto no lo hiciste bien, y por eso te pego”. O: “Como la cena no estuvo lista a su hora, recibes lo que te mereces”. A los ojos del hombre, la culpa es de ella. Sin embargo, no hay falta que pueda cometer un cónyuge que justifique una paliza.
¿Influye el alcohol?
Como el alcohol reduce el autocontrol e incrementa las posibilidades de actuar por impulsos, no es sorprendente que algunas personas piensen que puede servir de catalizador de los malos tratos. En muchas ocasiones, un hombre que por lo general es capaz de controlar sus emociones violentas cuando está sobrio, se vuelve agresivo tras tomarse unas copas. El alcohol embota su juicio y debilita el control de su genio.
Sin embargo, otras personas afirman que el problema radica más en el estrés que en el propio alcohol. Dicen que quien toma alcohol para superar el estrés es capaz de recurrir a la violencia con el mismo fin. Esto significa que el bebedor puede ser igual de agresivo tanto en estado sobrio como ebrio. No obstante, prescindiendo del razonamiento que haya tras esa afirmación, de lo que no cabe duda es de que el alcohol no propicia el control de las emociones, sino que generalmente hace lo contrario.
Los medios informativos moldean la conducta
Hay quienes afirman que la televisión, al igual que el cine, fomenta el machismo entre los hombres y enseña que la violencia es una manera legítima de reaccionar cuando se discute o se está airado. “Me asombró la reacción que provocó en mí la película Rambo —admite un consejero familiar—. Mientras que mi yo adulto y observante de la ley se horroriza de las masacres de Rambo, mi yo infantil le aplaude.”
Como muchos niños se pasan miles de horas viendo la televisión y presenciando incontables escenas de violencia, violación y degradación de otros seres humanos, particularmente mujeres, no es de extrañar que muchos reflejen esas mismas características antisociales al tratar con otros cuando crecen. Y esta influencia no solo afecta a los niños, sino también a los adultos.
Además, el grado de violencia, inmoralidad y rebajamiento de las mujeres que se representa en la televisión y en el cine ha aumentado mucho, en especial en los últimos años. Esto agrava forzosamente la violencia doméstica. Como descubrió un grupo investigador, existe “una clara [...] correlación entre ver escenas de violencia y un comportamiento agresivo”.
El efecto del aislamiento
Para muchas personas la vida hoy es impersonal y solitaria. Los supermercados y establecimientos que venden artículos a precios económicos han reemplazado la acogedora tienda de comestibles del barrio. Por causa de la renovación urbana, los problemas económicos y el desempleo, las familias se ven obligadas a estar poco tiempo en un mismo sitio. Y es precisamente en las familias que carecen de fuertes contactos sociales en las que se ha observado un índice más elevado de violencia doméstica.
James C. Coleman explica lo que piensa al respecto en su libro Intimate Relationships, Marriage, and the Family (Las relaciones personales, el matrimonio y la familia). Opina que el hombre solitario tiene menos conversaciones significativas y, si es agresivo, más dificultad para ver su situación de manera objetiva y pedir ayuda a un amigo de confianza. Como no tiene amigos ni parientes próximos que puedan calmarle ni contrarrestar diariamente su pensar erróneo, exterioriza su egoísmo con más facilidad. Es como dice Proverbios 18:1: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta; contra toda sabiduría práctica estallará”.
Ayuda para la familia violenta
En este artículo solo hemos considerado algunas de las razones que se dan para explicar la violencia doméstica. Pero hay más. No obstante, habiendo identificado ya algunas causas, tenemos que ver las soluciones. Si alguien pertenece a una familia violenta, ¿qué puede hacer para no imitar ese comportamiento? ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Se acabará algún día la violencia doméstica? En el artículo de la página 10 se contestarán estas preguntas.
[Fotografía en la página 7]
Las situaciones violentas que presencie un niño influirán mucho en su conducta futura
[Recuadro en la página 9]
La violencia psíquica: herir con palabras
LA AGRESIÓN física se produce con los puños; la agresión psíquica, con las palabras. La única diferencia está en las armas que se emplean. Proverbios 12:18 dice: “Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación”.
¿Cuánto peligro encierran estas “estocadas de una espada” y otros aspectos de la violencia psíquica? La Dra. Susan Forward escribe: “El resultado es el mismo [que en el maltrato físico]. La víctima está igual de asustada, se siente igual de desamparada y experimenta el mismo dolor”, en términos emocionales.
Violencia psíquica con el cónyuge: “La violencia conyugal no es solo física. Gran parte de ella, incluso quizás la mayor parte, es verbal y psíquica”, dijo una mujer que fue víctima de violencia doméstica durante varios años. El maltrato puede incluir injurias, gritos, críticas constantes, insultos degradantes y amenazas de violencia física.
Los comentarios maliciosos que rebajan, humillan o intimidan pueden hacer mucho daño. Las insinuaciones denigrantes tal vez parezcan inofensivas al principio, como sucede con el agua que gotea sobre una roca. Pero al poco tiempo, se menoscaba el amor propio. “Si yo tuviera que elegir entre el maltrato verbal y el físico, preferiría siempre una paliza —dijo una mujer—. Como se pueden ver las marcas —explicó—, por lo menos la gente se compadece de ti. Pero con la agresión verbal, simplemente enloqueces. Las heridas son invisibles, así que a nadie le importan.”
Violencia psíquica con los hijos: Este tipo de violencia puede adoptar la forma de críticas constantes y menosprecios de la apariencia, inteligencia, competencia o valor del niño como persona. El sarcasmo hace mucho daño. Los niños suelen tomar literalmente los comentarios sarcásticos, sin distinguir entre lo que se dice en serio y lo que se dice en “broma”. Sean Hogan-Downey, consejero familiar, dice: “El niño se siente dolido, pero como todo el mundo se ríe, aprende a no fiarse de sus sentimientos”.
Por consiguiente, en la mayoría de los casos, hay algo de verdad en lo que dijo en cierta ocasión el historiador y ensayista escocés Thomas Carlyle: “Comprendo ahora que, en general, el sarcasmo es el lenguaje del diablo; por eso desde hace mucho tiempo, casi he renunciado a él”.
Joy Byers, especialista en abuso de menores, dice: “Las agresiones físicas pueden matar a un niño, pero también se le puede matar el espíritu, y a eso pueden llevar los constantes comentarios negativos de los padres”. La revista FLEducator comenta: “A diferencia de la contusión, que puede verse y termina por desaparecer, el maltrato psíquico produce cambios invisibles en la mente y la personalidad del niño, y altera de modo permanente su concepto de lo que es real y su interacción con otros”.
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El fin de la violencia doméstica¡Despertad! 1993 | 8 de febrero
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El fin de la violencia doméstica
“Para impedir la violencia en el hogar y reducir la violencia familiar son necesarios cambios estructurales importantes tanto en la sociedad como en la familia.” (Behind Closed Doors.)
EL PRIMER asesinato de la historia humana fue un fratricidio. (Génesis 4:8.) Desde entonces el hombre se ha visto plagado de toda forma de violencia doméstica por miles de años. Aunque se han propuesto numerosas soluciones, muchas de ellas tienen inconvenientes.
Por ejemplo, la rehabilitación solo funciona cuando la persona reconoce su problema. Un hombre que solía maltratar a su esposa y se encontraba en proceso de rehabilitación se lamentó: “Por cada uno de los que estamos aquí [en proceso de rehabilitación], hay tres hombres en la calle que dicen: ‘A la mujer hay que tenerla a raya’”. Es obvio que el agresor ha de aceptar su situación. ¿Por qué se ha vuelto así? Para llegar a vencer su problema, necesita que le ayuden a corregir sus propias faltas.
Pero los programas sociales no cuentan con suficiente personal. Se calcula que en el 90% de los casos de infanticidio ocurridos en Estados Unidos, ya se había denunciado con antelación que existía una situación familiar peligrosa. Así que tanto los programas sociales como la policía se ven limitados. Hace mucha falta algo más.
“La nueva personalidad”
“Lo que se necesita es nada menos que una reestructuración de las relaciones entre los familiares”, dice un equipo de investigación. La violencia doméstica no es tan solo un problema de puños; es ante todo un problema mental. Sus raíces están en cómo se ven unos a otros los miembros de la familia: cónyuge, hijo, padre o hermano. Reestructurar estas relaciones significa vestirse de lo que la Biblia llama “la nueva personalidad”. (Efesios 4:22-24; Colosenses 3:8-10.)
Examinemos algunos principios bíblicos relacionados con la familia que nos ayudan a vestirnos de la nueva personalidad, un modo de ser semejante al de Cristo que puede contribuir a que exista una mejor relación en la familia. (Véase Mateo 11:28-30.)
Modo de ver a los hijos: Ser padre o madre implica más que engendrar o concebir un hijo. Lamentablemente, hoy día muchas personas ven a sus hijos como una carga, por lo que no asumen su responsabilidad de padres. Tales personas son agresores en potencia.
La Biblia dice que los niños son “una herencia de parte de Jehová” y “un galardón” (Salmo 127:3), de modo que los padres tienen la responsabilidad ante el Creador de cuidar de esa herencia. Los padres que ven a los hijos como un estorbo tienen que cultivar la nueva personalidad en este campo.a
Ser realistas respecto a lo que se espera de los hijos: Un estudio reveló que muchas madres agresoras esperan que la criatura sepa lo que está bien y lo que está mal cuando apenas tiene un año. Según la encuesta, una tercera parte de estas madres especificaron que esperaban eso de sus hijos a los seis meses.
La Biblia indica que todas las personas nacen imperfectas. (Salmo 51:5; Romanos 5:12.) No dice que la criatura consiga el discernimiento cuando nace. Al contrario, explica que “mediante el uso” las facultades perceptivas de una persona son “entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto”. (Hebreos 5:14.) Además, la Biblia hace referencia a “las cosas características de pequeñuelo”, la “tontedad” del muchacho y la “vanidad” de la adolescencia. (1 Corintios 13:11; Proverbios 22:15; Eclesiastés 11:10.) Los padres deben comprender estas limitaciones y no esperar más del niño de lo que sea lógico para su edad y sus aptitudes.
La forma de disciplinar a los hijos: La palabra griega traducida “disciplina” en la Biblia significa “educar”. Por consiguiente, el objetivo principal de la disciplina no es causar dolor, sino enseñar. Esto se puede conseguir en buena medida sin dar un solo azote, aunque a veces son necesarios. (Proverbios 13:24.) La Biblia dice: “Escuchen la disciplina y háganse sabios”. (Proverbios 8:33.) Pablo también escribió que hay que mantenerse “reprimido bajo lo malo”, administrando censura con “gran paciencia”. (2 Timoteo 2:24; 4:2.) Se excluyen, por tanto, los arrebatos de cólera y el uso de excesiva fuerza incluso en aquellos casos en los que se vea necesario dar al niño algún azote.
En vista de estos principios bíblicos, pregúntese: “¿Enseña mi forma de disciplinar, o simplemente controla haciendo daño? ¿Inculca principios justos, o solo miedo?”.
Límites de comportamiento para adultos: Un agresor decía que había golpeado a su esposa porque ‘había perdido el control’. Su consejero le preguntó si alguna vez la había apuñalado. “¡Jamás haría algo semejante!”, respondió el hombre. El consejero le ayudó a ver que estaba actuando dentro de unos límites, pero que su problema radicaba en que no eran los apropiados.
¿Cuáles son sus límites? ¿Se detiene antes de que un simple desacuerdo se convierta en malos tratos? ¿O pierde los estribos y termina gritando, insultando, dando empujones, arrojando objetos o golpeando?
La nueva personalidad establece unos límites bastante estrictos, que dejan fuera el abuso mental y la violencia física. “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido”, dice Efesios 4:29. El Ef 4 versículo 31 añade: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad”. La palabra griega para “ira” denota una “naturaleza impulsiva”. Curiosamente, el libro Padres que odian dice que una característica común de los padres que maltratan a sus hijos es que “adolecen de una falta casi total de control sobre sus impulsos”. Sin embargo, la nueva personalidad controla con firmeza los impulsos, tanto físicos como verbales.
Por supuesto, tanto el esposo como la esposa deben cultivar la nueva personalidad. Ella debería esforzarse por no suscitar el antagonismo de su cónyuge, sino más bien mostrar aprecio por los esfuerzos de este por cuidar de la familia, y cooperar con él. Y ninguno de los dos debería exigir al otro perfección, pues nadie es perfecto. Al contrario, ambos deberían poner en práctica lo que dice 1 Pedro 4:8: “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”.
Respeto a las personas de edad avanzada: “Levántate ante las canas y honra el rostro del anciano”, dice Levítico 19:32. (Straubinger.) Comportarse así puede ser difícil cuando un padre o una madre de edad avanzada está enfermo y quizás sea demasiado exigente. Primera a Timoteo 5:3, 4 habla de dar “honra” y la “debida compensación” a los padres, lo que podría incluir ayudarlos económicamente y respetarlos. En vista de todo lo que nuestros padres hicieron por nosotros cuando éramos bebés indefensos, deberíamos mostrarles la misma atención cuando lo necesiten.
Evitar la rivalidad entre hermanos: Antes de que la hostilidad le condujese a asesinar a su hermano Abel, Caín recibió el siguiente consejo: “El pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él”. (Génesis 4:7, Versión Popular.) Los sentimientos se pueden controlar. Los hermanos deben aprender a ser pacientes unos con otros, a “[tolerarse] mutuamente las faltas que involuntariamente [puedan] cometer”. (Efesios 4:2, Una paráfrasis del Nuevo Testamento.)
Aprenda a confiar en otros
Muchas víctimas de la violencia doméstica sufren en silencio. Pero el Dr. John Wright aconseja: “Las mujeres maltratadas deberían buscar protección emocional y física de una tercera persona competente”. Lo mismo es cierto en el caso de cualquier miembro de la familia que sea víctima de maltrato.
A la víctima a veces le resulta difícil confiar en otra persona. Al fin y al cabo, la causa de su dolor está relacionada con la confianza que había dentro de la unidad social más íntima: la familia. Sin embargo, “existe un amigo más apegado que un hermano”, dice Proverbios 18:24. Encontrar esa clase de amigo y aprender a confiar discretamente en él es un importante paso adelante para recibir la ayuda necesaria. Por supuesto, el agresor también necesita ayuda.
Todos los años centenares de miles de personas se hacen testigos de Jehová y aceptan el desafío de vestirse de la nueva personalidad. Entre ellas hay algunas que en el pasado se comportaban violentamente en su hogar. Para contrarrestar cualquier inclinación a recaer en ese mal proceder, estos cristianos han de permitir continuamente que la Biblia sea “provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas”. (2 Timoteo 3:16.)
Para estos nuevos Testigos, el vestirse de la nueva personalidad es un proceso continuo, pues Colosenses 3:10 dice que “va haciéndose nueva”. De modo que hace falta esforzarse constantemente. Qué agradecidos están de contar con el apoyo de una multitud de “hermanos, y hermanas, y madres, e hijos” espirituales. (Marcos 10:29, 30; véase también Hebreos 10:24, 25.)
Además, en todas las aproximadamente 70.000 congregaciones de testigos de Jehová que existen en todo el mundo, hay superintendentes afectuosos que son como “refugio contra el viento y protección contra la tempestad”. Ellos “tendrán los ojos bien abiertos y estarán dispuestos a escuchar con atención”. (Isaías 32:2, 3, VP.) De modo que tanto los que son testigos de Jehová desde hace poco como los más experimentados tienen una maravillosa fuente de ayuda disponible en la congregación cristiana, siempre y cuando se esfuercen por seguir vistiéndose de la nueva personalidad.
Superintendentes compasivos
Cuando alguien acude a los superintendentes cristianos de las congregaciones de los testigos de Jehová para recibir consejo, sabe que será bien atendido, pues a los superintendentes se les ha enseñado a escuchar imparcialmente a todos y se les insta a mostrar gran compasión y comprensión a todos, en especial a los que son víctimas de maltrato severo. (Colosenses 3:12; 1 Tesalonicenses 5:14.)
Por ejemplo, puede que una mujer maltratada haya recibido una paliza brutal. Si el agresor hubiese dado semejante paliza a cualquier persona fuera del círculo de la familia, hoy día en muchos países podría terminar en prisión. De modo que se debe tratar a la víctima con extraordinaria bondad, igual que se haría con las víctimas de todos los demás tipos de abuso, como el sexual.
Pero ahí no acaba todo. A los que cometen delitos que violan las leyes de Dios hay que pedirles cuentas. De ese modo se mantiene limpia la congregación y se protege a los inocentes. Y algo muy importante es que así no se estorba el fluir del espíritu de Dios. (1 Corintios 5:1-7; Gálatas 5:9.)
Cómo ve Dios el matrimonio
Cuando alguien se hace testigo de Jehová, concuerda en acatar los principios del vivir cristiano que se encuentran en la Palabra de Dios. Aprende que el hombre ha sido nombrado cabeza de la familia, aquel que debe guiarla en la adoración verdadera. (Efesios 5:22.) Ahora bien, la jefatura jamás autoriza a un hombre a tratar con brutalidad a su esposa, pisar su personalidad o pasar por alto sus deseos.
Al contrario, la Palabra de Dios deja claro que los esposos deben “[continuar] amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella [...] Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. (Efesios 5:25, 28, 29.) Efectivamente, la Palabra de Dios dice con claridad que a la esposa se le debe asignar “honra”. (1 Pedro 3:7; véanse también Romanos 12:3, 10; Filipenses 2:3, 4.)
Es obvio que ningún marido cristiano que maltrate verbal o físicamente a su esposa puede decir con sinceridad que la ama y la honra. Eso sería hipocresía, pues la Palabra de Dios ordena: “Esposos, sigan amando a sus esposas y no se encolericen amargamente con ellas”. (Colosenses 3:19.) Dentro de poco, cuando Dios ejecute sus juicios contra este sistema inicuo en Armagedón, los hipócritas sufrirán el mismo destino que los que se oponen a la gobernación de Dios. (Mateo 24:51.)
Un marido temeroso de Dios tiene que amar a su esposa como a su propio cuerpo. ¿Golpearía él su cuerpo, se daría puñetazos en la cara o se tiraría violentamente del pelo? ¿Se rebajaría a sí mismo con desprecio y sarcasmo delante de otros? Si alguien hiciese tales cosas sería considerado, cuando menos, un desequilibrado mental.
Si un cristiano maltrata a su esposa, todas sus buenas obras cristianas carecen de valor a los ojos de Dios. Recuerde que “un golpeador” no satisface los requisitos para recibir privilegios en la congregación cristiana. (1 Timoteo 3:3; 1 Corintios 13:1-3.) Por supuesto, cualquier esposa que trate de modo similar a su cónyuge también viola la ley de Dios.
Entre las obras condenadas por Dios que se enumeran en Gálatas 5:19-21 hay “enemistades, contiendas [...], arrebatos de cólera”, y se dice que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Por consiguiente, maltratar al cónyuge o a los hijos jamás está justificado. Normalmente va contra la ley del país y sin duda alguna va contra la ley de Dios.
La Atalaya, revista publicada por los testigos de Jehová, ha explicado el punto de vista bíblico sobre esta cuestión, y dijo lo siguiente de los que profesan ser cristianos y sin embargo maltratan a su esposa: “Cualquier individuo que alega ser cristiano que repetidas veces y sin arrepentirse cede a violentos enojos puede ser expulsado”, excomulgado (1 de noviembre de 1975, página 671; compárese con 2 Juan 9, 10).
Lo que permite la ley de Dios
Dios al final juzgará a los que violan sus leyes. Pero mientras tanto, ¿qué puerta abre la Palabra de Dios a aquellas cristianas que son maltratadas por su esposo cuando este no cambia, sino que continúa maltratándolas? ¿Están obligadas las víctimas inocentes a seguir poniendo en peligro su salud física, mental y espiritual, e incluso quizás su vida?
Hablando sobre la violencia en el hogar, La Atalaya explica lo que la Palabra de Dios permite que se haga. Dice: “El apóstol Pablo aconseja: ‘La esposa no debe irse de su esposo; pero si de hecho se fuera, que permanezca sin casarse, o, si no, que se reconcilie con su esposo; y el esposo no debe dejar a su esposa’”. Y añade: “Si el maltrato se hace insoportable, o la vida misma llega a estar en peligro, puede que el cónyuge creyente decida ‘irse’. Pero debería hacerse el esfuerzo por alcanzar una ‘reconciliación’ al debido tiempo. (1 Corintios 7:10-16.) Sin embargo, el ‘irse’ no constituye en sí base bíblica para divorciarse y casarse de nuevo; no obstante, un divorcio legal o una separación legal pudiera suministrar cierto grado de protección contra el sufrir más maltrato” (15 de julio de 1983, páginas 28 y 29; véase también el número del 1 de noviembre de 1988, páginas 22 y 23).
La decisión que la víctima tome en estas circunstancias es personal. “Cada uno llevará su propia carga de responsabilidad.” (Gálatas 6:5.) Nadie más puede tomar una decisión por ella. Y nadie debería tratar de presionarla para que vuelva a convivir con un esposo que la maltrata y pone en peligro su salud, su vida y su espiritualidad. Ella es quien debe tomar la decisión, y por su propia voluntad, no porque otras personas la hayan presionado. (Véase Filemón 14.)
El fin de la violencia doméstica
Los testigos de Jehová han aprendido que la violencia doméstica es característica de la situación que la Biblia predijo para estos últimos días, en los que muchos serían “maldicientes”, “desnaturalizados” e “inhumanos”. (2 Timoteo 3:2, 3, Nácar-Colunga.) Dios promete que después de estos últimos días, él introducirá un pacífico nuevo mundo en el que las personas “realmente morarán en seguridad, sin nadie que las haga temblar”. (Ezequiel 34:28.)
En ese maravilloso nuevo mundo, la violencia doméstica habrá quedado reducida para siempre a una situación del pasado. “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Salmo 37:11.)
Le instamos a aprender más acerca de las promesas de la Biblia para el futuro. Y si pone en práctica los principios bíblicos en su entorno familiar, ya podrá empezar a segar beneficios.
[Nota a pie de página]
a Los capítulos 7 al 9 del libro Cómo lograr felicidad en su vida familiar —publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.—, titulados: “El tener hijos... una responsabilidad y galardón”, “El papel de ustedes como padres” y “Educando a los hijos desde la infancia”, dan muy buenos consejos a los padres.
[Fotografía en la página 13]
Las víctimas necesitan confiar en un amigo competente
[Fotografías en la página 10]
Los principios bíblicos ayudan a resolver los conflictos familiares
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