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  • Puerto Rico y las Islas Vírgenes
    Anuario de los testigos de Jehová para 1987
    • En enero de 1947 la Sociedad asignó a estas islas al hermano Theophilus Klein y su esposa, un matrimonio de misioneros, para que iniciaran la obra de predicar el Reino. El recibimiento fue asombroso. Durante los cuatro primeros meses obtuvieron 750 suscripciones a las revistas de la Sociedad. Las personas de la localidad pronto empezaron a participar en la obra de predicar. De hecho, durante los primeros ocho meses hubo 29 publicadores que empezaron a predicar las buenas nuevas, no solo de casa en casa sino también mediante la obra de las revistas por las calles. Los sábados por la mañana la calle principal de Santo Tomás solía estar llena de publicadores que presentaban La Atalaya y ¡Despertad!

      Una escritora que por entonces trabajaba para la revista Life describió de la siguiente manera su impresión: “Entre las cosas que nos llamaron la atención cuando anduvimos por primera vez por las calles de Santo Tomás fue la cantidad de hombres y mujeres que había de pie en las esquinas con una bolsa de lona sobre la que estaba escrito: THE WATCHTOWER. [...] El que más hablaba, un hombre de unos cuarenta y cinco años, bien vestido y de apariencia próspera, se había dirigido a mí una vez mientras yo estaba en la cubierta del [barco] Love Junk, preguntándome si disponía de unos minutos para hablar. Pero estaba muy ocupada, ya que tenía comida en el fuego, y le despedí; por lo tanto no llegué a saber nada de la Watchtower.

      ”Fue con cierta sorpresa que reconocí a este caballero, inmaculado como de costumbre, con su traje blanco, camisa de cuello almidonado y corbata, en cuclillas junto al motor con Harry. [...] Según pasaba el tiempo y al ver que el hombre no se marchaba empecé a preguntarme qué le estaba sucediendo a mi esposo, un buen presbiteriano. Si estaba siendo convertido, ¿a qué se convertía? Quizás todo esto acabaría en un bautismo por inmersión; ciertamente estábamos en el lugar idóneo para ello. [...] Pero lejos de la oratoria sobre condenación en el infierno que yo había esperado, las palabras que emanaban del hombre de la Watchtower eran expresadas de una manera tan suave que no pude descifrar lo que estaba diciendo. Sus movimientos eran aún menos reveladores. [...] ‘Pero ¿qué estará haciendo él ahí dentro, John-Thomas?’, pregunté [...]. ‘¿Estará convirtiendo al señor Harman?’ [...] ‘No lo creo. [...] El hombre de la Watchtower sostiene en su mano una llave inglesa, parece que está ayudando al jefe.’ [...] Lo vi todo claro. El hombre de la Watchtower no solo era un misionero, también era un buen sicólogo. En aquel momento en particular, no había camino más directo para llegar al alma de Harry que a través del motor de su barco.

      ”Finalmente el hombre de la Watchtower salió. [...] Me faltó tiempo para entrar en la sala de máquinas y hablar con Harry. ‘Una persona agradable’, comentó él. ‘Se ofreció para venir y considerar la Biblia conmigo una vez a la semana.’ ‘¿Quién es?’, pregunté. ‘Es un testigo de Jehová’, dijo Harry. ‘Ciertamente admiro su dedicación. [...] Tenía que hacer algo por él a cambio; no acepta contribuciones.’ ‘Harry, ¿qué dijiste que harías por él?’, pregunté. ‘Nada, acepté una suscripción por un año a la revista ¡Despertad!’”

  • Puerto Rico y las Islas Vírgenes
    Anuario de los testigos de Jehová para 1987
    • [Ilustración de la página 82]

      Theophilus y Doris Klein, misioneros celosos que sirven aquí desde 1947

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