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Buen uso del vocabularioBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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Vocabulario variado y preciso. Las buenas palabras no escasean. Utilice un léxico variado y no emplee siempre las mismas expresiones para toda situación. De ese modo la disertación será viva y expresiva. Pero ¿cómo ampliar el vocabulario?
Al leer, marque las palabras que no entienda bien y búsquelas en el diccionario. Escoja unas cuantas y procure emplearlas cuando sea apropiado. Asegúrese de pronunciarlas correctamente y de utilizarlas en el contexto debido, y no solo para atraer la atención. Si amplía el vocabulario, su expresión oral será más variada. Pero hay que tener cuidado: si pronunciamos o utilizamos mal los términos, quienes nos escuchen llegarán a la conclusión de que no sabemos de qué estamos hablando.
Nuestro propósito al ampliar el vocabulario es informar, no impresionar a los oyentes. El lenguaje complejo y altisonante centra la atención en el hablante. Nuestro deseo debe ser el de comunicar información valiosa y hacerla interesante a los que la escuchan. Recordemos el proverbio bíblico: “La lengua de los sabios hace el bien con el conocimiento” (Pro. 15:2). Si usamos palabras bien escogidas y adecuadas, fácilmente comprensibles, nuestras expresiones no serán aburridas ni carentes de atractivo, sino refrescantes y animadoras.
Procure emplear las palabras con precisión a medida que vaya ampliando su vocabulario. Hay términos que tienen un significado similar, pero matices ligeramente distintos para usarse en diferentes circunstancias. Si es consciente de ello, mejorará la claridad de su lenguaje y evitará ofender a los oyentes. Escuche con atención a las personas que hablan bien. Hay diccionarios que incluyen bajo cada entrada los sinónimos (palabras de significado similar, aunque no idéntico) y los antónimos (palabras de significado contrario). En algunos de ellos no solo encontrará diferentes expresiones para comunicar la misma idea, sino también los matices de significación que las distinguen. Le resultarán muy útiles cuando busque el término preciso para una determinada circunstancia. Antes de añadir una palabra a su vocabulario, asegúrese de que sabe qué significa, cómo pronunciarla y cuándo emplearla.
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Palabras que aportan expresividad, viveza y sentimiento. Al ampliar su vocabulario, no piense solo en nuevas palabras, sino también en aquellas que posean características particulares. Por ejemplo, verbos que tengan fuerza; adjetivos que añadan viveza, y expresiones que den un toque de calidez, bondad o fervor.
La Biblia está llena de ejemplos de lenguaje expresivo. Jehová exhortó a través del profeta Amós: “Busquen lo que es bueno, y no lo que es malo [...]. Odien lo que es malo, y amen lo que es bueno” (Amós 5:14, 15). El profeta Samuel dijo al rey Saúl: “Jehová ha arrancado hoy de ti el regir real de Israel” (1 Sam. 15:28). Cuando habló a Ezequiel, Jehová utilizó un lenguaje difícil de olvidar, al decirle: “Todos los de la casa de Israel son de cabeza dura y de duro corazón” (Eze. 3:7). Resaltando la gravedad del mal comportamiento de Israel, Jehová preguntó: “¿Robará el hombre terrestre a Dios? Pero ustedes me están robando” (Mal. 3:8). Al relatar una prueba de fe en Babilonia, Daniel escribió vívidamente que “Nabucodonosor mismo se llenó de furor” debido a que Sadrac, Mesac y Abednego no quisieron adorar su imagen, de modo que mandó que se les atara y arrojara al “horno ardiente de fuego”. Para ayudarnos a comprender la intensidad del calor, Daniel escribió que el rey dijo a sus hombres que “se calentara el horno siete veces más de lo que se acostumbraba calentarlo”, tanto que cuando estos hombres se acercaron a él, murieron (Dan. 3:19-22). Hablando a los habitantes de Jerusalén pocos días antes de su muerte, Jesús dijo con gran sentimiento: “¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron. ¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes” (Mat. 23:37, 38).
Las palabras bien escogidas comunican vívidas impresiones mentales. Si usa términos que apelen a los sentidos, los oyentes “verán” y “tocarán” aquello de lo que habla, “gustarán” y “olerán” los alimentos a los que se refiere, y “oirán” los sonidos que describe y a la gente que menciona. El auditorio estará absorto en lo que dice porque le ayudará a vivirlo.
Hay términos que, por su gran expresividad, pueden hacer reír o llorar. Generan esperanza, pues infunden ilusión de vivir al desalentado y refuerzan su amor al Creador. La esperanza que engendran las palabras que hallamos en pasajes bíblicos como Salmo 37:10, 11, 34; Juan 3:16, y Revelación 21:4, 5, ha influido profundamente en la vida de muchas personas por toda la Tierra.
Al leer la Biblia y las publicaciones del “esclavo fiel y discreto”, observará una gran variedad de palabras y frases (Mat. 24:45). Que no se queden en la página impresa. Escoja las que más le gusten e incorpórelas a su vocabulario diario.
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